CAPÍTULO 25

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Al despertar lo primero que siento es un brazo pesado al rededor de mi cintura, el cuerpo de Salvatore se encuentra pegado al mío, mi espalda roza su pecho y me separó con cuidado dándome la vuelta, el cuerpo me duele y tengo una fuerte punzada en la cabeza. Duerme plácidamente, con los ojos cerrados parece un ángel, se ve tan relajado que no puedo despertarlo.

Hago uso de toda mi fuerza para levantarme y cuando lo hago la cama rechina despertándolo de inmediato. Él abre sus ojos somnolientos y mira a su alrededor, cuando me ve habla:

-Necesita un baño.

-¿Tan mal me veo? -bromeo pero él no ríe.

Me mira serio.

-Victoria.

-Aburrido...

Rueda los ojos antes de incorporarse.

-¿Puede subir a mi cuarto?

-Eso creo.

Ni siquiera las palizas que me daban Juana, Jorge y mi padre me habían dolido tanto como esta. Sentía todos mis huesos rotos y como estos perforaban mis órganos internos. Salvatore rebusca en mi vestido y toma el primero que le gusta. Ambos salimos de la habitación y nos dirigimos a las escaleras, subo el primer escalon y luego el segundo con algo de dificultad, lo hago despacio y Salvatore espera paciente detrás de mí. Cuando por fin lo logro el ojiazul me lleva a su cuarto y nos adentramos en el baño.

-Puede utilizar mi toalla. -me la ofrece.

-Gracias.

Ambos guardamos silencio pero él me mira a la vez que lo rompe.

-¿Quiere hablar de eso? -pregunta como si le costará pronunciar palabra.

Niego con la cabeza.

-Estaré aquí por si algún día lo quiere hacer. -habla sincero.

Asiento nuevamente, no encuentro mi voz para hablar. Parece que se fue ayer con mis gritos ahogados.

-Estaré afuera. -avisa.

Asiento y este sale cerrando la puerta detrás de él. Me miró al espejo y confirmó que me veo fatal, estoy sucia y llena de moretones. Bajo el camisón por mis hombros y este cae a mis pies, doy un paso afuera saliendo de este y subo mis ojos nuevamente al espejo, mi imagen me destroza, nunca me he visto tan vulnerable. Mi cuerpo no se siente como mío y lucho con lagrimas en los ojos para no arrancarme la piel. No hay centímetro de esta que no esté marcado, los dientes clavados están en todos lados, los palpo y me duele como el demonio. No sé que voy a hacer después de hoy, creo que después de eso no volveré a ser la misma, las imágenes y sonido se repiten una y otra vez pero lo que me termina de matar es la sensación de sus manos sobre mí cuerpo, aún puedo sentir las grandes palmas y como me estrujan con deseo que no comparto.

Odio lo que veo por lo que decido meterme a bañar, el agua cae con gotas pesada en mi cuerpo y friego con fuerza quitándome toda la suciedad, menos la que siento en el alma, me duele esto como a pesar de todo seguimos siendo el sexo débil y maltratado. Al terminar salgo del baño envuelta en una toalla y Salvatore esta escribiendo algo sobre su escritorio pero tan pronto me ve lo deja a un lado. Se apresura a traerme el vestido pero se detiene en seco cuando ve la herida abierta en mi hombro, aprieta los puños y su mirada arde en llamas.

-Espereme aquí. -pide antes de salir por la puerta.

Me apresuro a cambiarme, no quiero que vea las demás heridas. Por suerte había escogido un vestido suelto de mangas largas, con esfuerzo lo hago y dejo al descubierto el hombro sin apuntar el último botón del vestido en la espalda. Cuando termino de colorcarmelo Salvatore entra por la gran puerta, trae un botiquín de primeros auxilios. Le doy la espalda no quiero verlo mientras lo hace. Nos sentamos en la cama y él aparta mi cabello para luego tomar una gasa con alcohol y colocarla en la herida, chilló cuando el líquido me toca, me arde y cierro los ojos soportando el dolor.

LASCIVIA. (Pecados Infernales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora