Mientras tanto en la hacienda:
Marcos:
La sangre me hierve cuando llego a la plaza y veo a mis hombres tirados en el suelo como perros sucios. El olor metálico de la sangre está por todo el lugar haciéndome entrar en un estado de alerta. Aniquilo a todo aquel que se me atraviesa, corto cuellos y aprieto el gatillo, me empapó rápidamente de esa sangre sucia que tanto detesto.
Me limpio con el dorso de mi mano el rostro dejando de lado a esos bastardos y animales con una parte de mis hombres quienes terminarán el trabajo.
Tengo prisa, se escucha el sonido de la pólvora por toda la ciudad y sé que es una distracción para sacar al perro de Camilo, subo de nuevo al carruaje con Gerard a mi lado y nos encaminamos al lugar donde esta el resto del batallón.
—¡Joder, muévase rápido maldito negro! —regaño al esclavo que esta al mando del carruaje.
Hace lo que le ordeno y comenzamos a subir a gran velocidad, un carruaje pasa a nuestro lado y en pocos segundos una fuerte explosión me hace mover los ojos hacia el lugar donde proviene, de inmediato le siguen otras explosiones, miro a todos lados, los bancos.
¡Hijos de la gran puta!
La rabia corre por todo mi torrente sanguíneo y aprieto mis puños hasta que mis nudillos se tornan blancos. No sé en qué momento me cogieron los cojones y todo se me salio de las manos, debi usar más violencia, pero por más que trataba de hacerlo siempre me seguían los pasos, era como si conocieran cada una de mis jugadas y mis fichas.
Admitía por mucho que me jodiera que en todos los años viviendo en el continente americano nunca había visto un movimiento revolucionario tan grande como este, hasta las mujeres habían salido de sus casas, al parecer ya no cosian y cuidaban niños sino que utilizaban armas en vez de rodillos. Me enfurecia en sobremanera eso, las mujeres y los esclavos pensando que tenían más derechos que nosotros los de sangre limpia.
Llegamos al batallón y lo único que hallo son a la mayoría de mis hombres muertos y hombres corriendo a la distancia, con la mierda en la cabeza tomo mi fusil y doy de baja a todos los que puedo antes de que comiencen a bajar por las calles y pasadizos.
¡No puede ser! ¡Maldita perra con máscara!
Desde que se hizo presente en el pueblo no he podido dar con ella y todas mis estrategias se han caído, mi poder ahora estaba colgando de un hilo, en cualquier momento podría caer pero no lo iba a permitir.
A mí nadie me toca los cojones, yo siempre me salía con la mía.
Después de la insistencia de Gerard por volver a la hacienda por sus hermanos y madre decido hacerle caso de mala gana pues sus argumentos me convencieron, si estan destruyendo la ciudad seguro lo harían también con mi casa.
Guardo silencio pues mi mente máquina respecto a varios temas, la sangre me hierve y solo clavo mi mirada en la mujer que va con nosotros en el carruaje, Ivette, una de mis espías pues se ha infiltrado entre los rebeldes y sus resultados han sido excelentes. A pesar de la furia que me consumía en estos momentos me es imposible no bajar mls ojos por sus pechos y todo su cuerpo, vuelvo a sus ojos y labios gruesos.
La condenada está tan buena, me encantaría doblegarala mientras me súplica que pare.
Cuando llegamos a la hacienda Gerard tenia razón, pues mis pertenecias están siendo saqueadas y mi casa destruida, el tórax se me comprime y cierro mis puños bajándome del carruaje antes de que este pare. Solo espero que el imbecil de Salvatore haya sacado a su madre y hermana de este lugar o seré yo quien lo mate a él de una buena vez.
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LASCIVIA. (Pecados Infernales)
Romance¿Que pasa cuando tus ansías de libertad cuelgan de un hilo entre el amor y la justicia? Me criaron con ideales religiosos y sumisos, donde el rey era mi amo y el negro mi esclavo. Dos opuestos donde mi mente oscilaba para quedar limpia de mis actos...