CAPÍTULO 51

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Victoria

Llegamos a nuestro destino, Norte de Santander se cierne sobre nosotros y decido que es hora para que mi gente descanse, nos detenemos y descargamos poco, lo necesario para comer y seguir, pues no tenemos la oportunidad de quedarnos en un solo lugar sabiendo que nos están respirando en la nuca. Siento el aire del peligro detrás de mi y no puedo dejar que nos alcancé, no a mí después de tanto.

Me siento en el suelo y recuesto mi espalda sobre el tronco de un árbol, respiro suavemente mientras observo como el sol cae, la puesta se ve hermosa pero por alguna extraña razón no la puedo disfrutar por completo, pienso en el estrés que me invade y lo culpo, no es fácil lidiar con tanto, mucho menos con más de medio país persiguiendonos, pues a mis oídos había llegado el rumor de que grandes departamentos habían salido en apoyo nuestro y estaban dispuestos a ayudarnos en su territorio, lastimosamente nuestro próximo destino no hacía parte de este grupo.

Mi cabeza gira y me encuentro con el ojiazul, se encuentra de pie con las manos en las caderas, la camisa negra desabotonada hasta un poco más arriba de la mitad y los ojos fijos en las montañas frente a nosotros, árboles y monte es todo lo que nos rodea o eso creemos, no nota cuando lo miro y detallo cada parte de él, sus manos, cuerpo y rostro, las manos me pican al no poder tocarlo, mi piel necesita sentir la suya, mi cuerpo anhela contacto y un acto impulsivo y poco bien visto, lo busco.

Me levantó con rapidez del suelo y lo tomó desprevenido, lo encuello y pego a mí, estampó mis labios contra los suyos abriendome paso sobre su boca, la sorpresa es clara en su rostro, sin embargo corresponde de la misma manera, besándome con agresividad, deseo y posesión, sujeta fuertemente mi cintura y me estrecha contra él, puedo sentir la corriente eléctrica que me invade siempre que estoy con él correr por mi cuerpo, la mente se me aliviana y todo se disipa a mi alrededor, no sé que carajos es, pero me encanta, me hace sentir jodidamente bien.

Las ganas de hacerlo mío en este preciso instante intentan ganarme pero me rehusó con un gran esfuerzo, no tengo tiempo para esto, me separó de mi hombre y le doy una sonrisa de lado a lado que él corresponde.

-Es hermosa, preciosa. -su acento deja en evidencia lo contradictoria y bella que fue mi vida desde que lo conocí.

-Y usted un cabronazo, pero lamentablemente me gusta, -tomo su nuca y me acerco a su oido- y me lo follo.

Esa risa matadora escapa de sus labios y la piel se me eriza.

-Calmada, que está noche me la follo yo.

Me separó de él mientras le guiño un ojo y le ordenó a todos que recojan todo, pues debemos seguir. La noche cae y no paramos, pasamos por ríos, quebradas, pueblos y una ciudad, silenciosos como la brisa fria que nadie ve pero que todos sienten.

Descansamos dos horas en la madrugada dónde unos duermen y otros comen, yo realizo unas cartas y me encargó de enviarlas a Cartagena de Indias, para mi amigo y socio.

No descanso y sigo de largo, Salvatore me respalda en cada cosa que hago, siempre a mi lado, realiza unas cosas personales y se encarga de rectificar la comodidad y bienestar de su hermana y madre, también de mi tía, con las que hablo poco pero trato de compartir mis ratos libres, de igual manera con Antonia, la cual no disimula sus ganas hacia Héctor y podría jurar con lo mucho que la conozco que ya han estado juntos, nuestra relación se ha fortalecido, cada día mejor, casi como el primer día.

No doy tiempo para más y continuamos con el camino siendo más cuidadosos a la luz del día, volvemos a la ruta inicial, unos por bosque y otros por carretera, por trocha. La tarde vuelve a caer y me repite el ciclo que llevamos desde que partimos, a lo lejos capto movimiento.

LASCIVIA. (Pecados Infernales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora