CAPÍTULO 18

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Ya ha pasado una semana desde nuestro encuentro en el club, ese fue el último día que ví a Salvatore, había desaparecido de nuevo. Siempre que lo hacía me daba curiosidad saber a dónde iba o que hacía.

El día de hoy me había levantado temprano decidida a ayudar con el aseo de la casa justo ahora limpiaba por el pasillo donde estaba la oficina de Marcos, tenía una pequeña toalla en la mano y un limpiador en la otra con la que lustraba vidrios y madera. Limpio la gran puerta negra y con cuidado la abro sin hacer ruido, no hay nadie allí así que reviso que ninguna persona me vea antes de entrar. Lo hago curiosa, decidida a encontrar algo que lo culpee o me de información sobre su próxima jugada. Me dirijo hacia su escritorio donde hay tres cajones a cada lado, todos con cerradura.

Maldición, tendré que forzarlos.

Con suma delicadeza tomó la pinza que sujeta mi cabello y la incerto por el cierre, giro varías veces hasta que el primero cede, hago lo mismo con los demás pero no encuentro nada importante, hay pocas cosas como si Marcos las hubiera cambiado de sitio. Hay una pistola en el primer cajón de la derecha y unos documentos donde esta el nombre de los militares bajo su mando y otro donde están todos sus asesinatos, son miles, unos con nombre y otros sin, busco el de mí padre y allí está, escrito en rojo, como los demás asesinatos públicos o mejor conocido como condenas. Cierro mis puños con fuerza antes de dejar todo en su lugar. El ruido de la puerta abriéndose me obliga a cerrar todos los cajones de prisa antes de esconderme debajo del escritorio.

Unos pasos imponentes se escuchan antes de que una voz masculina y penetrante se abra paso, es la de Marcos.

-Bien, necesito que ordene todo para el próximo desembarque de esclavos, esta semana estaré demasiado ocupado con lo del Rey. -informa.

-Bien, padre. Mañana a primera hora me encargaré personalmente de eso. -asegura Gerard.

Marcos pasa detrás del escritorio para sentarse en la silla de este. Cubro con mis manos mi boca evitando hacer cualquier tipo de ruido y pego mis rodillas a mí pecho haciéndome más chica. El General toma algo del escritorio y luego abre uno de los cajones del cual saca una hoja en blanco, escucho como escribe los datos mientras le habla a su hijo.

-Recuerde que se llevará a cabo en el puerto de Cartagena de Indias, como las otras veces, el 24 de mayo a las quince horas. -habla y tomo notas mentales.- necesito que descubra a lo culpables del escape de los mestizos cuanto antes.

Imagino a Gerard asentir porque nada más se escucha, Marcos se pone cómodo estirándo sus pies me remuevo evitando que toque un centímetro de mí, deseo hacerme chica mientras me comprimo lo más que puede.

-Pude averiguar algo, -avisa- eran cuatro hombres y no saben bien si había una mujer con ellos o era otro hombre, dicen que llevaba una tela que cubría su boca y nariz.

-Seguro era otro bastardo, ninguna mujer tendría las agallas para hacer aquello. -vocifera.

Si supieras, Marquitos...

La pluma de Marcos cae al suelo, a unos centímetros de mí, me congeló al ver su mano colgando en busca de este, creo que me encontrará, pues mueve su mano de lado a lado pero no la alcanza, se levanta de la silla y me veo muerta así que planeo rápidamente un escapé, él se agacha... y antes de que doble su cabeza en mi dirección empujó la pluma para que la tenga más cerca y la pueda tomar sin la necesidad de verme. Casi suspiro cuando la toma y se levanta de inmediato.

-Todo sería más fácil si Salvatore decidiera ayudarnos. -habla su hermano.

-No le viene en gana hacerlo y tampoco lo necesito. -responde molesto su padre.

LASCIVIA. (Pecados Infernales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora