Ya paso una semana desde la toma del palacio y asesinato de los criollos, ese mismo día volví a la hacienda pero me quedé en el quiosco. A la mañana siguiente al volver a la casa descubrí que Gerard había vuelto, tan pronto sus ojos me vieron sentí un profundo miedo, no soporto estar en esa casa ni mucho menos verlo, día tras día tengo que hacer uso de todo mi autocontrol para no asesinarlo.
Amadeo ahora esta en la chicheria cuidando de Lorenzo, lo visite hace dos días y están bastante bien, Antonia los ayuda en lo que puede junto con los demás heridos que poco a poco se recuperan. El país está descontrolado, nuevamente no hay un dirigente y aunque los criollos intenten volver a subir lo piensan dos veces, los dos bandos se mantiene y ayer escuche de la boca de Marcos que él se haría cargo, solamente estaba esperando la aprobación del mismísimo Rey, pero justo ahora España tampoco se encontraba muy bien.
Estamos en nuestro momento más fuerte, por eso ayer en la madrugada decidí tomarme un descanso, llevaba semanas sin dormir bien pues siempre estaba cumpliendo con tareas agobiantes de Salvatore y mis responsabilidades como lidereza del pueblo, sabia perfectamente que el ojiazul estaba enterado de mis actividades nocturnas, sin embargo, no se oponia y eso me generaba desconfíanza. Toda la noche bebí bastante en el paraiso y pinte varios lienzos con paisajes, cuerpos de mujeres desnudos y deje uno a medias. Tan pronto reconoci la figura del hombre que mi mano pintaba por sí sola me detuve, Salvatore yacía sobre su caballo negro mirando intensamente a una mujer de espaldas, la mujer la deje a medias pero temía a ser yo; pero en mis adentros lo deseaba, con mucha intensidad.
En medio de la borrachera llegué a su habitación y estuve a punto de tocar pero no fui capaz, no podía traicionarme de tal manera, ahora él era mi verdugo y yo su esclava. El pecho se me comprime cada vez que pienso en que no le temblo la mano para dispararme ni castigarme, como no le importó cuando días antes se había portado de la mejor manera conmigo.
Me dirijo al estanque donde me baño todas las mañanas, pues desde que le sirvo a Salvatore ya no me ducho en su cuarto.
Me río ante la ironía de mi comentario.
Me despojo de todo y dejo mi vestido blanco a un lado junto con mi ropa interior y sandalias. Cuando estoy completamente desnuda me hundo en el agua, sumerjo mi cuerpo y nado al centro, allí mis pies ya no tocan el suelo pero no me da miedo, lo perdí desde el día en que Salvatore me enseñó.
Refriego cada parte de mi cuerpo cuidándome para no lastimar mis heridas, luego nado un rato. Me sumerjo hasta el fondo y cuando salgo a la superficie escucho los cascos de un caballo acercándose a toda velocidad, sé quien es sin siquiera verlo. Sigo nadando como sin preocupaciones y cuando llega a mí me giro como si nada.
Salvatore baja de la bestia con una escopeta en mano y vestido con sus características prendas negras. Se ve molesto, su cabello despeinado cae en su rostro y me estremezco cuando sus ojos encuentran los míos. El aliento se me va y las piernas me tiemblan bajo el agua.
—¿Que vino a hacer usted aquí, señor? —preguntó de inmediato.
—Vine a buscarla a usted. —espeta con frialdad y enojo en la voz.
Clavó mis ojos en los suyos y lanzó mi cabello para atrás antes de nadar a la orilla sin quitarle la mirada de encima. Salgo del agua completamente desnuda y sus ojos bajan de inmediato a mi cuerpo, camino segura escurriendo mi pelo y lo mando a mi espalda cuando estamos frente a frente.
—Usted dirá en que le puedo servir, señor. —pronuncio con recelo la última palabra.
Salvatore sube y baja su mirada por mi cuerpo desnudo, se detiene en las cicatrices de mis muslos, si las mismas que él causó, no dice nada y se remueve con impaciencia y algo de deseo en su sitio. Mi cuerpo es voluptuoso, poseo unas anchas caderas y largas piernas fornidas, una cintura diminuta sin necesidad de corset y prominentes nalgas y senos firmes, el cuerpo perfecto para despertar el deseo en cualquier hombre.
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LASCIVIA. (Pecados Infernales)
Romance¿Que pasa cuando tus ansías de libertad cuelgan de un hilo entre el amor y la justicia? Me criaron con ideales religiosos y sumisos, donde el rey era mi amo y el negro mi esclavo. Dos opuestos donde mi mente oscilaba para quedar limpia de mis actos...