CAPÍTULO 15

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Habían pasado dos días desde el gran alboroto en la plaza. Delia se negaba a salir de su cuarto y solo había permitido visitas de su madre. Salvatore había intentado hacerla salir de su habitación pero lo único que logro fue crear una nueva pelea, él no era bueno ayudando a las personas y su salvajismo sé lo impedía aún más. El ambiente en esa casa se tornaba violento, desde lo sucedido la casa siempre estaba en silencio y cuando alguien se atrevía a hablar se convertía en discusión. El ojiazul había tenido una fuerte discusión con su padre, Isabel tuvo que intervenir ya que se iban a ir a la lucha.

Marcos aparte de ser una mierda de persona era un padre detestable, después de saber lo sucedido con Delia la culpo, esa era la razón por la que ella había decidido encerrarse. Intento golpearla y cuando intervine solo se enfurecio más, escondí a Delia detras de mí y Salvatore hizo lo mismo conmigo cuando se nos abalanzo encima alegando a su padre que no dejaría que culpara y golpeará a su hermana. No había visto una discusión tan fuerte como la de ellos dos, ninguno parecía respetarse y los empujones y desprecios no faltaron.

Sobre Antonia me comunique con ella a través de una carta que le envié con Jorge y ella respondió, estaba bien. Cuando empezó el alboroto unos militares la escoltaron hasta su casa. Me preguntaba la importancia de Antonia o de sus padres para que los militares hubieran hecho eso.

Me dirijo al cuarto de Delia con la esperanza de que me permita verla. Golpeó la puerta y de inmediato escucho su voz.

-¿Quien es? -pregunta detrás de la madera.

-Victoria. -respondo tranquila- le traje algo, tal vez la haga sentir mejor.

Silencio, es lo unico que escucho. Segundos eternos pasan antes de que la cerradura ceda y me permita verla. Asoma su rostro y su cara está hinchada de tanto llorar, apenas puede abrir los ojos y con esfuerzo me dedica una sonrisa a medias que le devuelvo.

-Pase.

Le hago caso y me adentro en el cuarto donde ya esta Juana. Su cuarto esta bastante limpio y organizado a comparacion de como lo esperaba ver, Delia se sienta en la cama y yo me quedo de pie junto a ella.

-¿Como esta?

-Supongo que mejor. -responde dudosa.

-Sabe que estoy aquí para lo que necesite. Puede confiar en mí, siempre la ayudaré. -declaró sincera y esta asiente con una sonrisa leve.

-Gracias, en serio. Ha hecho mucho por mí. -dice honestamente.

-Con gusto, para eso estamos. Te he traído algo para que te sientas mejor. -cambio de tema sacando las cosas de la bolsa que traía conmigo.

Saco dos hermosos vestidos, una barra de chocolate y un ramo de rosas rojas, sus favoritas. Tan pronto lo ve se le ilumina el rostro.

-Los vestidos están preciosos y las rosas también. -dice un poco emocionada.

-Los confeccione y las escogí especialmente para usted. -confieso.

Sus dientes se hacen visibles y me invita a sentarme a su lado para luego envolverme en un abrazo.

-Estoy muy agradecida, esto significa bastante para mí. -dice separándose.

-Me alegra escucharlo.

Ella destapa la barra y comienza a devorarla bajo mi mirada, cuando termina abro la boca.

-¿Quiere hablar de aquello? -preguntó suavemente refiriéndome a su abuso.

Ella me mira y niega con su cabeza.

-Aún no estoy lista para hacerlo. -habla con algo de temor.

Asiento.

-Cuando decida hacerlo estaré aquí para escucharla.

LASCIVIA. (Pecados Infernales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora