CAPÍTULO 43

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Un grito alto me despierta y sé de quien provienen, me aproximo a cubrirme con las primeras prendas que encuentro antes de salir de la habitación.

Me dirijo hacia donde provienen los gritos llenos de rabia pero me quedo estática cuando un tiro suena.

¿Si fue un disparo lo que acabo de escuchar?

Segundo, el tercero me lo confirma y salgo a correr hasta llegar a la oficina de Marcos, allí ya están Gerard, Delia y Salvatore. El lugar está echo un desastre, las vitrinas y estantes están en el suelo, el escritorio patas arriba, el suelo repleto de vidrios y libros.

Marcos yace al otro lado de su habitación en estado de exasperación total, tiene un arma en la mano y se ve demacrado. Esta en pantalones y botas con su camisa blanca arrugada y por fuera del pantalón, ni siquiera luce sus medallas. La coleta que le sostiene el pelo esta desecha y en su rostro hay grandes ojeras acompañadas de la resequedad en sus labios, realmente se ve demacrado. Ninguno dice nada, todos lo observamos desde lejos intentando descifrar que pasa pero el periódico que tiene en la mano nos lo explica.

Gerard se apresura a su padre y toma el periódico para leerlo rápidamente, en cuestión de segundos lo entiende.

—¡Preciso hoy, joder! —continúa con su ataque de ira asustando a Delia.

—¿Que pasa hoy? —pregunta la rubia con algo de temor.

—En unas horas lo entenderás. —le explica su hermano mayor rápidamente para que se calle.

El acento marcado de todos los presentes me estremece de inmediato, recordándome a gritos su posición social y la mía, quienes son ellos y que representan y lo que represento yo.

—No lo joderan estos hijos de puta. —sentencia Marcos enderezandose para mirar al frente y encontrarse con la mirada de Salvatore, su reflejo.

El hombre a mi lado ni siquiera se inmuta ni le quita la mirada de encima, ambos son tan orgullosos y sádicos. Marcos ni siquiera nota mi presencia pues esta con la mirada fija en su hijo.

—¿Como consiguieron esta información? —pregunta Gerard rompiendo el duelo entre su padre y hermano.

El ambiente se siente tenso, cualquier suspiro y te acuchillan o abalean estos locos. Marcos se gira a ver a su hijo mayor para arrebatarle el papel de las manos.

—No lo sé, es información clasificada. Solo tengo una copia en esta casa y el batallón. —Explica furioso apretando la mandíbula que temo se quiere los dientes.

—Es alguien cercano, alguien que tiene acceso a todo en el batallón. —piensa en voz alta.

Ay, Marquitos.

Disfruto ver la cara de sufrimiento y enojo de Marcos y Gerard, que se atengan porque es solo el comienzo. Me han jodido tanto que merecen pagar por eso, el tener a Gerard cerca me produce náuseas y es que ambos tratamos de no vernos nunca, es muy rara la vez que nos cruzamos, él sabe que hizo algo malo y yo no puedo verlo sin sentir ganas de romperle el cuello.

De inmediato la mirada de Salvatore se postra en mí, siento esos ojos quemarme la piel y lucho por mantenerme firme mientras me analiza. Escucho sus suaves pasos y luego lo siento detrás de mí.

—¿Qué hizo? —cuestiona más como una acusación.

—Nada.

—Victoria, no mienta, es evidente que fue usted.

—No sé de qué habla. —continuo mintiendo.

—Aunque creo que la pregunta no es qué, sino por qué. —me ignora y continúa con sus teorías.

LASCIVIA. (Pecados Infernales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora