CAPÍTULO 30

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Salgo de la cabaña de Jorge rumbo al estanque de la parte trasera, tengo que lavar unos paños los cuales están empapados en sangre y sudor. Hago mi tarea y vuelvo al lugar, el criollo yace en la cama muy enfermo, ni siquiera las curaciones de Matilda lo han ayudado, creo que hay poca probabilidad de que siga vivo para el fin de semana.

Me acercó a él y me brinda una sonrisa amable como de costumbre, sus ojos se rasgan más y por la piel de su frente caen gotas de sudor espesas. Escurro los paños y los pongo en su frente, tiene bastante fiebre.

-Gracias.

-¿Como se siente hoy?

-Peor.

Una bala le perforó el abdomen y otra el brazo, una infección entró en su cuerpo y lo tiene en cama hace una semana. Estos cinco días he visto muy poco a Salvatore, no esta mucho tiempo en la hacienda y cuando lo está ambos nos evitamos. Al parecer ninguno quiere hablar sobre lo ocurrido y por mi parte, desde mi pelea con Antonia quiero tomarme un tiempo de Salvatore, nuestra tensión sexual me ha obligado a cometer muchas fallas, he sido muy descuidada.

Ayer estuve en el pueblo, los demás criollos han creado una junta de gobierno y ahora quieren tomar el poder, las gentes están divididas en dos bandos. El pueblo va en contra pero la fuerza militar los apoyos, se han cargado con armamentaria y hombres, quieren crear una dictadura. Los hombres más "nobles" y ricos del país aprovechan la huida del rey y los virreyes para someter al pueblo.

Todo indica que iremos a una guerra. Apenas comienzan a tomar las tierras y no lo permitiremos. Necesito la ayuda de quien yace en la cama, es el hombre a que esos sucios con sangre noble respetan y le temen, el dirigente del pueblo. Amadeo Fernández.

-¿Que averiguo? -cuestiona apoyándose en sus codos para sentarse.

-Sus supuestos amigos quieren someter al pueblo a través de una dictadura, están reclutando jóvenes. -informó lo que ya mencioné.

-La paz no dura mucho en estas tierras...

-¿Que debemos hacer? -pido su opinion- Mi grupo y yo no podemos con tantos soldados, menos ahora que la pena es la misma para las mujeres.

-Necesito que cree una revuelta e informe a el pueblo, resista mientras me recupero y levantó de esta cama.

-Será un largo tiempo.

-Tenga fe, Victoria.

No me gusta que sepa mi nombre, no debería de saberlo y me siento incómoda y desprotegida al saber que alguien descubrió mi identidad, pero de una u otra manera sabia que podía confiar en él.

-No estoy segura de que las gentes me sigan, menos aquellos machos que no pueden seguir a una mujer sin sentirse interiores e ir en mi contra. No temo pero es a lo que me arriesgo, podemos perder la oportunidad. -informó.

-Créame que lo hará. Los sabrá liderar y sé que ganarán la batalla con usted al mando. -trata de convencerme mientras tose con agitación- Recuerde que fue usted la que echo al rey de España, al mismo Fernando VII, es usted capaz de cualquier cosa.

Capaz de cualquier cosa.

Padre me lo repetío muy seguido, era importante para él criar una mujer fuerte y capaz. Sabía los riesgos de hacerlo y estaba decidida, sin embargo, esa incertidumbre se mantenía en mi cuerpo, un sabor amargo en mi boca, podía sentir el olor metálico de la sangre al pensar en una nueva contienda, no quería que se demarrase la sangre de inocentes.

-Informaré y prepare a las gentes.

-Busque a Lorenzo Peña y dígale que va de mi parte, él podrá ayudarle. -asegura.

LASCIVIA. (Pecados Infernales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora