CAPÍTULO 21

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Me encuentro durmiendo plácidamente cuando siento una mano moverme con brusquedad, abro mis ojos cansados. Veo a Salvatore desde lo alto y me incorporo rápidamente, sus ojos me miran con profundidad, algo ha cambiado en ellos, ¿está enojado?

Me aclaro la garganta.

-No hay necesidad de levantarme así, puede golpear la puerta y saldré a ayudarlo. -aclaro incómoda por su interrupción.

-Lo hice, pero no despertó. -asegura, realmente no me di cuenta- Al parecer esta muy cansada, quien sabe que la dejo así...

Lo miro extrañada.

-¿Que insinúa? -preguntó molesta por el rumbo de la conversación.

Sus ojos me miran con esa profundidad que lo caracteriza obligándome a pasar saliva.

-Una dama no llega a tardes horas con desconocidos.

Oh, con que es eso.

-Ya no es un desconocido.

Se esfuerza por ocultar la ira en sus ojos.

-Creo que no tengo que recordarle que usted es mía, me pertenece. -brama.

-Yo no soy...

La mano fuerte que me toma del cuello me impide musitar palabra.

-¡Deje de desaparecer sin mi permiso! -vocifera en mi cara.

-Salvatore...

Calló ante el toque leve de su nariz contra mí cuello, sus labios se abren levemente recorriendome por cortos segundos, ese solo tacto me enloquece, mi mente se nubla y me es difícil pensar coherente.

-Usted es mía, Victoria...

Su lengua paseando hasta el lóbulo de mi oreja me hace temblar contra él.

-Solo mía.

Mis labios se abren por inercia permitiéndome sentirlo. Sus manos me recorren con agilidad, sabe perfectamente como tocarme para desencadenar mi locura. Me encuentro contra su cuerpo mientras toca mis pechos por encima del vestido blanco, gimo cuando los aprieta.

-Hágalo de nuevo. -ordena.

-¿Que cosa? -cuestiono agitada.

-Gemir.

Muerdo mi labio para no hacerlo, no quiero darle el gusto. Él me mira mientras baja su boca a mis senos, la vista me excita, tenerlo contra mis pechos se siente jodidamente bien.

-¿Con que así vamos a jugar? -cuestiona al ver que me rehusó a gemir de nuevo.

Calló. Él baja el vestido sacando mis pechos de la tela, quedan expuestos ante él. Nunca los había visto sin nada encima, se toma un segundo para apreciarlos antes de prenderse a ellos. Se acerca con sigilo mirándome a los ojos y tan pronto su boca envuelve mis pezones cruzo mis piernas para evitar cualquier reacción exagerada, sus labios succionan uno de mis pechos a la vez que masajea el otro, y esta vez no me puedo resistir, el gemido es claro y sonoro, sonríe pícaro desde abajo.

Maldito egocéntrico

Su lengua se mueve en círculos y sus dientes me muerden con deseo, sus manos me aprietan con desespero contra él, estas no alcanzan a agarrar mis pechos por completo y eso lo desespera.

-La tela me esta estorbando. -se queja.

Tomó el nudo atado en mi nuca dispuesta a soltarlo para quedar desnuda.

-Yo lo hago. -avisa dejando de tocarme.

Casi bufé cuando se despegó, la piel de mis pechos se sintió fría y extraño la calidez de sus manos y labios. Salvatore suelta el nudo y de inmediato el vestido cae a mis pies, deslizándose por las curvas de mi cuerpo, quedo semidesnuda ante él, lo único que me cubre es una enagua. Muy fea a decir verdad, me avergüenzo de tenerla puesta justo ahora. Él me observa de arriba a abajo y dejo que lo haga, mientras espero, no me siento incomoda pensé que lo haría pero al parecer el deseo puede más. Sus ojos brillan mientras recorre cada centímetro de mí piel, me mantengo estática, es la primera vez que alguien me ve desnuda y él parece disfrutarlo, mucho para ser sincera.

LASCIVIA. (Pecados Infernales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora