CAPÍTULO 20

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Peinaba mi cabello mientras me veía fijamente al espejo del pequeño tocador de mi habitación, estaba concentrada en solo eso, siempre que observaba mi reflejo todo se centraba en mí, me ordenaba y hablaba en tercera persona. Era como mi gemela malvada, pero no de una mala manera. Todos los días tenía este pequeño ritual.

Me visto con un vestido azul en satin de tirantes gruesos y escote en forma de corazón, la falda cae lisa a mis pies, calzo mis zapatos y voy rumbo a la habitación de Delia. Iríamos a la plaza, hoy harían un anuncio, creo que sería sobre el rey o el mismo lo haría. En la casa no se encuentra ninguno de los hombres, se sentía una gran paz a causa de ello. Toco a la puerta y aparece una sonriente Delia, trae el vestido rojo que le hice el día que salió en firma de rebeldía contra su padre, me sorprende ello, Delia nunca utiliza dos veces el mismo vestido. Juana se asoma a su espalda.

—Debemos irnos ahora si queremos escuchar una parte del comunicado. —hablo tam pronto las veo.

Ellas asienten y nos dirigimos a la primera planta. Al salir de la casa ya Jorge espera por nosotras en el carruaje. Le guiño un ojo en forma de saludo y él hace lo mismo, sonrió ante ello, deberás lo apreciaba. Él nos abre la puerta y todas nos adentramos sentándonos en las comodas sillas, Delia queda a mi lado y Juana frente a ella. El camino empieza y observo el radiante sol a través de la ventana, el cielo está despejado y me concentro en ello hasta que la voz de Delia me interrumpe.

—Estoy muy nerviosa. —declara.

Giro mi rostro en su dirección.

—¿Por qué?

—Creo que las personas saben que fui yo. —confiesa— Han inventado bastantes rumores, pero yo soy el que más suena.

La miró directo a los ojos.

—No debe preocuparse por lo que la gente piense de usted, ellos no les están dando de comer y en unos días ni se acordarán de eso. —declaro.

—¿Usted cree, Victoria?

—Estoy segura, Delia.

Mis palabras parecen calmarla porque deja de chocar sus yemas contra su pierna. La observo, realmente es hermosa, su rostro es similar al de un ángel, sus ojos verdes resaltan en su blanca piel y sus labios entreabiertos son una muestra de lo mucho que le cuesta respirar en estos momentos, su cabello está recogido en un tocado que no deja ni una sola hebra por fuera, su melena recogida resalta aún más su escote, sus pecho resaltan de manera discreta. No puedo creer como alguien quiso hacerle daño a una persona tan buena como ella, aun recuerdo la primera vez que la ví hace años en aquel bosque, lucia tan inocente, tal como ahora. He tratado de hacer lo posible para que nuestra amistad siga siendo como antes pero la tensión siempre está presente, ambas sabemos que no volverá nunca a ser igual. Aún me resulta la incomoda la idea de gustarle, nunca alguien me lo habia dicho, mucho menos una mujer. Con Antonia son solo besos e incluso me resultaba difícil al comienzo pero Delia va en serio y no podía aceptarlo, principalmente porque no me sentía atraída de esa manera hacia allí.

Entramos a Santa Fe y observo todo a mi alrededor, así mismo a Juana y Delia las cuales se dan miradas extrañas cargadas de un no se qué que no podía reconocer,  sus mensajes visuales podrían ser considerados como inapropiados, me latía a que entre ellas había algo más que una relación esclava–ama. Es Domingo, los puestos de mercado están por toda la plaza, detrás de la tarima el gran castillo de los virreyes. Hay bastante gente por lo cual Jorge aparca en una esquina y en ella bajamos. Siento a Delia tensarse a mi lado cuando todas las miradas se dirigen a nosotras. Aprieta mi muñeca y no giro a verla.

—Espalda recta y mentón arriba, sonría que les duela. —le ordeno y eso hace.

Se endereza y sus dientes quedan al descubierto, me toma de gancho y seguimos por la multitud quien nos abre paso, se desplegan las personas dejando el camino libre para nosotras, escucho los murmullos a nuestro al rededor y veo sus miradas juzgadoras. Hay mucho de que hablar de ella por como vino y después de los sucesos, se crearon bastantes chismes. Delia aprieta mi mano con desespero y respira agitada, esta apunto se flaquear, con delicadeza pongo mi palma encima de la suya, justo donde me agarra, brindándole seguridad.

LASCIVIA. (Pecados Infernales)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora