Mile high club

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-Wow!, es increíble!-Exclama la pareja al entrar al jet.

-Bueno, pues si esto les parece increíble, les juro que su casa está el doble de mejor-sonrío.

Tomamos asiento, ellos fueron en asientos diferentes más adelante.

El personal nos da instrucciones de que hacer en caso de una emergencia bla bla y bla. No entiendo por que todo el tiempo nos dan instrucciones si ya las sabemos con tantas repeticiones.

Una vez ya estando a 1.500 pies de altura, me decidí por levantarme con mis hijas y llevarlas a la habitación que se ubica en la parte de atrás, las rodeo con almohadas y vuelvo con Eli a nuestros asientos.

Me acomodo para dormir pero era imposible.

-No puedes dormir!?-la voz de Eli se hace presente y niego

-Ven-estira sus brazos y me subo encima de el quedando ahorcajadas sobre el, con la manta que anterior mente el tenía nos cubre a ambos.

-Y si nos casamos en el aeropuerto hoy mismo-susurra y lo miro a los ojos

Le di un manotazo en el hombro, divertida.

-Qué poco romántico eres.

-Aunque, claro, pensándolo mejor... sonrió ampliamente, pasándome un brazo por los hombros y atrayéndome hacia su cuerpo.

-¿Qué? - lo miré, curiosa.

-...si hacemos una boda claro... querrá decir que también tendremos una fiesta de bodas.

No era muy común en mi pero me puse roja como un tomate y él siguió imaginándoselo.

-Y la luna de miel, claro. Y ya te digo yo que sé cómo la pasaremos.

Iba a responder, pero me callé cuando cuando su boca se estampó contra la mía.

Dejo que mis labios se deslicen por la piel expuesta de su cuello y un gruñido bajo de Eli me hace sonreír. Es bien sabido que él me ha hecho pasar situaciones incómodas.

Así que, ¿Qué tiene de malo provocarlo un poquito mientras estamos en un jet a cientos de metros sobre el nivel del mar?

Una de sus manos se desliza por debajo de mi camiseta y yo me congelo. Una cosa es provocarlo un poquito... otra es follar en los asientos de un jet con varias personas - incluiso Ángela y Mathew - a pocos metros de distancia.

-¿Qué estás haciendo, señor? - musito contra la piel de su cuello.

Puedo jurar que está sonriendo cuando me gruñe en el mismo tono:

Una de sus manos desabrocha mi pantalón y sus dedos se cuelan dentro de mis bragas, tocándome con suavidad. Me muevo contra él, intentando no ser muy obvia porque la idea de ser atrapada teniendo sexo en un jet es aterradora y un poco excitante. Pero gana el terror. Así que me obligo a no soltar ni un solo sonido y no moverme demasiado, mientras una de mis manos baja por su pecho, hasta encontrar el botón de su pantalón.
Bajo hasta la bragueta y la abro, usando mi mano para jugar con su miembro. Lo muevo arriba y abajo, lentamente y puedo sentir la tensión de sus muslos
entre los míos.

Su boca encuentra la mía en un beso lento y silencioso, mientras ambos nos tocamos. Cuando su miembro está erecto y yo estoy húmeda, de algún modo se las ingenia para tirar mis bragas a un lado, mover mi pantalón y meterse en mi interior. La mayoría de las veces usamos condón, pero de todos modos tenemos que rezar.

Así que solo me limito a hacer leves movimientos circulares sobre él, mientras sus manos se aferran a mi cadera y me guían. A pesar de que yo quien está arriba, él tiene el control. Siempre lo tiene y me gusta. Amo que Eli sea la constancia en los días turbulentos, mi lugar seguro y la persona a la que puedo aferrarme cada vez que necesito un poco de seguridad, al igual que el a mi.

Sus dedos se entierran en la piel de mi cadera y sus huellas posiblemente queden marcadas por la fuerza que ejerce. Su pelvis y la mía y se tocan, rozándose y electrizando mi piel, hasta que acabo.
Eli se corre en mi interior y mi sexo lo aprieta hasta que su semen me llena por completo y yo respiro entrecortadamente contra su camisa, aferrándome a él, incapaz de soltarlo.

Me besa, se asegura de que nuestra ropa esté de nuevo en su lugar y yo separo un poco mi rostro de él para poder mirarlo a la cara. Sus pupilas, apenas visibles por la oscuridad, están dilatadas y tiene una sonrisa burlona en los labios que me derrite.

-Deberías dormirte, cariño - pone una de sus manos en mi nuca y me lleva de nuevo hasta su cuello. Apoyo mi cabeza ahí, suspirando.

-Estoy sucia- le digo-, debería ir a limpiarme.

-No, duérmete - él tono inflexible de su voz me hace sonreír un poco, pero planeo protestar-, es para que no olvides que eres mía.

-¿Cómo podría olvidar algo que me recuerdas
todos los días?-sonreímos mutuamente

Así fue como terminamos siendo parte del "Mile high club" teniendo sexo en un jet o avión como quieran llamarlo.

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