Equivocada

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ELIJAH

Después de una noche movida, estábamos en el jet...apuntó de ir a nuestra luna de miel...espere este momento por mucho tiempo.

Estábamos hablando hasta que se me ocurrió preguntarle...algo que llegó a hacer alguna vez durante su niñez y lo que me contó...era algo loco.

-Vivía en una casa claro con mis padres.. que estaba cerca de un cementerio ¿Mi secreto? Cuando salía a caminar y mis padres me daban dinero yo lo utilizaba para comprar alguna flor (por más pequeña que sea) y me pasaba por el cementerio, no tenia familia ahí pero me daba mucha lastima ver algunas tumbas un poco abandonadas así que colocaba las flores en cada una de ellas, luego digo: "Que descansen en paz" y me marchaba-Yo de niño odiaba los cementerios.

-Quieres prometerme algo!?-me mira

-Soy todo oídos dime-la enredo entre mis brazos.

-Cuando creas que ya lo nuestro no puede seguir...dime pero no me engañes mientras yo sea tu esposa!!-Me da ternura ahora...beso su frente y la miro a los ojos.

-Sabes algo...NUNCA me acosté con mujeres solo porque me dieran una ereccion o algo así..de hecho solo lo hacía por diversión por desquitarme o algo así.-gruño y sus labios se entreabren lentamente-, el sexo muchas veces fue aburrido para mi, enterrarse y correrse.

Traga con dificultad, en especial cuando siente mi frente contra la suya, sus manos tiemblan al momento de yo tocar sus brazos.

-Pero tú me tienes con la polla dura todo el jodido día, eres difícil como el infierno, si digo "no" me dices "sí" y te juro que comienzo a perder la cabeza porque nadie me lleva la contraria sin terminar con un par de golpes
-confieso,vuelve a entreabrir los labios al sentir mi mano bajar desde su nuca, le rodea el cuello y sujeto su mentón -. ahora..., eres mi mujer y si crees que voy a estar con otra mientras que seas mi esposa estás muy equivocada.

LAURA

No se en que momento pasamos de hablar a estar yo arrodillada en medio de sus piernas.

- ¿Te gusta chupármela, verdad? - se mofó él, embelesado. A ese punto, la presión en sus testículos era insoportable.

Con una risa maliciosa,  me atrevo a hablar sobre la punta de su miembro.

-También me gusta tragar.

Aquello fue suficiente para que, en una sacudida, Elijah terminara llenándome la boca con grandes chorros de su semen, maldiciendo a lo primero que se le ocurría.

Esto es genial.

LA VIDA SIGUE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora