Jardín de sentimientos

4 1 0
                                    

Allí frente a ellos y en medio de todo el equipo de sanadores, se encontraba Siu de pie y con una sonrisa ladina. Yun abrió sus ojos y sintió que su corazón estallaría de felicidad al verla allí, viva y bastante recuperada. No pudo evitar verla directamente con sus ojos agrandados por aquello que sentía en ese momento.

—Altezas, tenemos que hablar con ustedes —dijo la señora Ling, con un gesto que los dos príncipes no pudieron descifrar.

—Por supuesto —respondió Jin y volteó a ver a la muchacha, la analizó de pies a cabeza. Aún se veía bastante débil, pero no pudo ignorar que su belleza sobrepasaba la de muchas jóvenes nobles que hubiese podido conocer.

—Buenos días —musitó Siu mientras hacía una reverencia.

—Muy buenos días —respondió un entusiasta Yun, seguido del saludo de su hermano, que consistió en una reverencia silenciosa.

Yun no pudo evitar acercarse por impulso hacia donde ella estaba, para apartar los mechones de su cabello que impedían pudiera ver bien su semblante.

Jin y los demás vieron consternados aquella escena, y no era para más, porque el príncipe Yun no era de los que actuara así por una dama, de hecho el Yun que todos conocían se portaba distante, porque odiaba sentir que debía acercarse a las damas por orden de su padre.

—¿Cómo te sientes? —preguntó preocupado y cuando se dio cuenta de que sus manos estaban a punto de acunar su rostro, aparte de notar las miradas de todos, se apartó con rapidez y regresó hacia donde su hermano se encontraba.

Jin apretó los labios e intentó no hacer gestos que evidenciaban lo mucho que le había sorprendido su cercanía con la joven, su intuición no estaba tan errada después de todo; ya podría cuestionarlo en la menor oportunidad.

—Pues veran, altezas —prosiguió el médico jefe—. La señorita Wu está totalmente recuperada de todas las heridas que traía hace una semana. No podemos explicar los motivos ni cómo ocurrió, pero ella está en perfectas condiciones de salud.

Jin y Yun quedaron boquiabiertos ante aquella noticia.

—Es inusual, pero en verdad me alegra que ella haya tenido esa recuperación —comentó Yun reprimiendo una sonrisa genuina.

—Muy cierto, le aconsejamos unos días más de reposo y comer bien, igual que a usted alteza. Bueno, nuestro trabajo aquí ha concluído, sólo necesitábamos hacer eso de su conocimiento, porque pensamos abrir una investigación a tan inusual e impactante suceso, y... Nos vamos a seguir con el cuidado del príncipe Shun —agregó la señora Ling.

Todo el equipo de médicos y enfermeros reverenció e hizo su retirada, dejando a Siu frente a los dos príncipes.

—Hermano... ¿Por qué te quedas callado, no piensas presentarnos como se debe?

Yun despabiló y se llevó una mano a la frente.

—Oh, sí, lo siento. Wu Siu, mi hermano, el príncipe Qing Jin —señaló con seriedad—. Jin, te presento a Wu Siu.

Jin rodó los ojos y fingió bostezar.

—Pero qué aburrido eres, Yun, en serio —Jin volteó hacia Siu—. Mucho gusto de conocerla, señorita Wu —Jin rompió el hielo de las formalidades y el silencio de inmediato—. Soy Qing Jin y es un placer conocerla.

—Mucho gusto, su majestad —reverenció Siu con una sonrisa sutil—. Es un honor conocerlo en persona. En mi aldea se habla mucho de la familia real.

—Espero que sean cosas buenas —Jin guiñó el ojo–. Bueno... creo que ustedes necesitan un reencuentro después de una semana de cuidados intensivos —dirigió su vista a Yun—. Hermano, te espero en la biblioteca, no tardes, porque tengo una agenda apretada.

La guerrera del Príncipe DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora