En la amplia mesa del comedor real, se encontraba Jin degustando de su abundante desayuno; él siempre había sido el que más comía de los tres.
Yun, quien después de comparecer ante la tumba de su madre para dar su respectivo luto; al llegar al comedor rio por lo bajo –al parecer su hermano siempre comía como si se tratase de un batallón–, en cuanto vio aquel plato lleno de bollos al vapor rellenos de carne, todavía humeantes al estar recién salidos.
Tampoco había cambiado mucho el hecho de que estuviese frente a él aquel enorme bowl de sopa de vegetales y el té de la mañana que él siempre amaba tomar.
—Hermano, con más calma, que no veo aquí a nadie que te esté persiguiendo —comentó Yun entre risas y se sentó al lado de Jin para quedarse inmerso en todo lo que su hermano hacía.
Jin lo volteó a ver con el ceño fruncido y respondió con un sonido que quiso ser una serie de palabras, pero fallidas. Aparte de eso, se llevaba unos grandes bocados, acompañados de un estridente ruido al masticar que de solo verlo y escucharlo, Yun perdía un poco el apetito.
El menor de los Qing despabiló y dejó de discriminar los gustos y modales que tenía su hermano, y fue en ese momento que el hambre lo atacó, ocasionando que su estómago rugiera en el momento, Jin volteó a verlo nuevamente y casi escupe su bocado por la risa que le ocasionó dicho ruido famélico.
—No me juzgues, Jin. No he comido bien en quien sabe cuánto tiempo —bufó Yun, cuando al acto los sirvientes le ofrecieron de todo lo que pudiese antojarse ante sus ojos.
Yun tomó un par de bollos rellenos, un platillo de pudín de queso y pidió una taza de leche de soya tibia.
—¿Solo eso? Te vas a quedar con hambre, Yun —replicó Jin—. Estás mucho más delgado que de costumbre, debes alimentarte mejor.
—Créeme que lo intentaré poco a poco, aún mi estómago no recibe de buena gana el alimento, te lo digo, lo supe desde que estuve en el hospital —enfatizó Yun y mordisqueó uno de los bollos que tenía en su plato.
Mientras Yun comenzaba, Jin ya había terminado todo su desayuno. En cuanto lo hizo, volteó a ver a su hermano, quien masticaba con lentitud y parecía ensimismado en sus pensamientos.
—Y a ti qué te ocurre, ¿eh? —Jin palmeó el hombro de su hermano—. Supongo que lo que aconteciste allá afuera debió haber sido caótico.
Yun tragó y asintió para luego voltear hacia Jin.
—Así es, Jin. Jamás pensé que la vida allá afuera era tan difícil —comentó apesadumbrado y bajó la mirada—. Me robaron todo lo que tenía, bueno, casi todo. Me topé con la chica que ya ustedes han visto y con la aldea de la que provenía, fueron muy amables conmigo.
—Hmm... —musitó Jin, tratando de analizar qué era lo que Yun se traía con esa muchacha.
Yun miró a su hermano con incertidumbre y un dejo de molestia.
—¿Y tú por qué reaccionas así? —tamborileó en la mesa sin esquivar la mirada.
Jin miró hacia arriba fingiendo demencia.
—Yo no estoy diciendo nada —Jin se encogió de hombros con una sonrisa ladina.
—Te conozco hermano. Ustedes están mal pensando en mi relación con Wu, ¿verdad? No me engañas —dijo Yun con mirada retadora.
—Así que se apellida Wu... —carraspeó Jin—. Oye, pero, ¿por qué te ofuscas, Yun? Ni siquiera hice ningún comentario, pero ya que lo mencionas... Será mejor que me cuentes por que la has traído contigo.
Yun tragó grueso y se llevó su taza para darle un sorbo al té.
—Ella estaba allí cuando esos rufianes me atacaron para llevarse mi carruaje —dijo para luego fruncir el ceño.
Jin parecía no parpadear de lo tan concentrado que estaba escuchando.
—Ella luchó conmigo, pero esas sabandijas huyeron, ella le disparó con sus flechas a unos cuantos, pero todo fue inútil —prosiguió mientras sorbía más de su té.
—O sea que... esa señorita es arquera y sabe de combate, o algo por el estilo —añadió Jin con intriga.
Yun asintió y apartó el flequillo de su vista para no evidenciar lo mucho que le ponía nervioso hablar de ella, pero eso no le impidió seguir contándole a su hermano todo lo que lograba recordar desde que comenzó a subir la montaña Yumai en busca del monumento, y cómo había sido su condena detenerse a ayudar a Mei, aquella mujer que parecía buena gente, que para nada le quedaba esa descripción.
El hambre, el frío, la duda que no lo abandonó y cómo Siu lo había seguido con insistencia para luego ya no poder huír de aquel destino horrible que habían vivenciado, lleno de caos y la muerte de varias personas, incluídos los padres de ella, para luego ir descubriendo que aquellos seres tomaban la forma humana, sin importar si eran conocidos o no, para despistar y así poderse acercar de manera silenciosa a sus víctimas.
—Lo lamento mucho por ti, también por esa chica y sus padres —Jin negó con la cabeza y tomó el bollo del plato de Yun, ya que este solo había comido uno—. Pero lo que yo me pregunto es, ¿por qué a nosotros? Es que yo estoy seguro de que esos seres nos perseguían específicamente a los Qing.
—Yo también lo creo así, nuestras batallas debieron tener conexión, porque las armaduras nos protegieron a los tres, los tatuajes también nos aparecieron en el mismo lugar y presiento que esto no ha terminado, eso es lo que me tiene asustado —soltó Yun, terminó de beber su té de un trago, para golpear un poco la taza al colocarla en la mesa.
—Debemos averiguar qué es lo que nos conecta con esas bestias, algo han de querer de nosotros y si no lo sabemos, esa va a ser nuestra debilidad, hermano —comentó Jin mientras masticaba el último bocado.
—Vamos ahora a revisar los libros de nuestro linaje, a lo mejor allí pueden haber pistas de lo que está ocurriendo, Jin —Yun juntó sus manos y agradeció los alimentos, para luego levantarse.
—Estoy de acuerdo, así cuando Shun despierte podemos adelantarle todo lo que sabemos —Jin agradeció de igual manera los alimentos y al levantarse, se encaminó al lado de Yun hacia la gran biblioteca; esa sería una jornada larga de investigación exhaustiva.
Ambos hermanos caminaron del comedor hacia la sala principal y justo allí se sobresaltaron al encontrar al equipo de curanderos esperando a que ellos hubieran terminado su comida. Todo el equipo médico hizo una reverencia, menos aquella chica que acababa de despertar de su larga convalecencia.
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Continuará
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Hola, vengo con un nuevo capítulo, espero que sea de tu agrado ¡Gracias por leer!
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La guerrera del Príncipe Dragón
RomanceLa desgracia ha llegado a Ciudad Prohibida. Una maldición se apodera de la vida de An, la esposa del Emperador y amada Emperatriz del reino. El tiempo es muy limitado, pero aún hay esperanza. Un sabio de dudosa procedencia, dijo que la única salvaci...