—Chicas, chicas... Vean quién se está acercando —musitó con picardía la más bajita del grupo.
Todas voltearon y se rieron con nerviosismo, porque algo les decía que él no iba hasta allá por alguna de ellas, sino por Wu Siu. Pronto la sacaron de su ensimismamiento con el baile y ella volteó a ver, tragó grueso mientras sentía cada vez más cerca la presencia de él.
—Señoritas... —reverenció con rapidez— ¿Me permiten un momento con esta dama? Necesito hablar con ella —pronunció y las muchachas parecían idas con la galantería y educación con la que él se expresaba.
Una que otra codeó a Siu y palmeó su espalda antes de retirarse para dejarlos solos. Siu negaba con preocupación e intentó jalar a mas de alguna para que no los dejara solos, pero fue en vano.
En cuanto menos lo esperó ya lo tenía casi de frente, la joven se limitó a ver hacia todos lados y fingió no verlo, para comenzar a retirarse, pero la mano de él se aferró a su hombro. Siu apretó los ojos y ladeó su boca; una parte deseaba hablar con él y otra sabía que lo correcto era que se alejara lo más que pudiera de él.
—Siu... por favor no me evites —suplicó él, su voz sonaba más ronca de lo habitual a los oídos de ella—. Necesitamos hablar de lo que viste ayer por la tarde. Verás, yo...
La joven endureció el rostro y se volteó para dirigirle una mirada gélida, indiferente y directo a los ojos, como si por dentro no estuviese ardiendo en llamas con sentirlo cerca.
—No necesitas explicar nada —contestó sin dejarlo terminar la frase—. Ya todo lo que ví fue suficiente prueba de que todo fue un error y que yo estaba en lo cierto —rió con ironía, ese vino se le había subido a la cabeza y la hacía sentir un tanto mareada.
—Pero, es que ni siquiera me dejas decirte lo que pasa, es que yo tomé una decisión importante y quiero compartirla contigo. Si tan solo me dejaras decirte esto que me carcome —insistió Yun, un tanto frustrado porque ella hacía oídos sordos.
—Sabe, príncipe... No dudo que tenemos que unir fuerzas para derrotar a los dragones y eso es de lo único de lo que podemos hablar, así que... Es mejor que nos pongamos de acuerdo en la mañana, porque hay muchos más amenazando las poblaciones —dijo con firmeza y con sus ojos más brillantes, porque el nudo en su garganta no la dejaba en paz y las lágrimas de desilusión querían asomarse, pero no les daría gusto.
Siu hizo un intento más de irse y dio unos pasos lejos de él.
—Renuncié a mi cargo de príncipe —soltó Yun sin más preámbulos y ella se detuvo en seco para voltearlo a ver.
—¿Qué es lo que estás diciendo? —La extrañada Siu permaneció ahí parada, a una distancia que consideró prudente.
—Lo que oíste, Siu. Ya no soy el príncipe menor y ya no estoy comprometido con ninguna joven casadera de alcurnia. No es lo que quiero para mi vida —Se acercó peligrosamente a ella, quien tragó grueso para negar con el ceño fruncido.
—Eso... no es posible, no puedes renunciar a algo que eres desde el nacimiento ¡Qué locura! ¡Mejor aléjate! —dijo la joven consternada con lo que él le decía.
—Claro que es posible, ya lo hice y no me retracto de mi decisión —aseguró, mientras extendía su mano hacia ella—. Ven... ¿Quieres bailar? —preguntó divertido con aquella sonrisa que tanto bien le hacía ver a ella.
Siu se llevó una mano a la frente, no podía digerir lo que le acababa de decir, todo sonaba tan imposible, tan irracional, pero su mente daba vueltas, el mareo podía más y él estaba ahí ofreciéndole su mano.
En cuanto menos se lo esperó, ya la había recibido así sin más y se movían acopasados con esa música alegre. Ambos se tomaban las manos, él le daba una que otra vuelta y ella reía divertida y lo más importante: disfrutaban el momento que esa situación les regalaba.
Pronto, en cuanto menos lo esperaban, y no sabrían decir si aquello fue adrede o no, pero la música se tornó lenta y hasta... ¿romántica?
Yun y Siu se vieron a los ojos, el reflejo del fuego no permitía denotar lo sonrojados que se encontraban los dos. Él tomó la iniciativa y pasó sus manos por la cintura de ella y la apegó un poco más a él.
Siu no deseaba analizar la situación, porque si lo hacía, terminaría huyendo de él en ese mismo instante, así que suspiró y posó sus manos en los hombros de Yun, para recostar su cabeza en su pecho. Aquello aceleró ambos corazones y así despacito se dejaron llevar y arrullar por la suave melodía.
Mientras continuaban balanceándose con lentitud, ya se encontraban en un abrazo bastante apretado, ambos tenían los ojos cerrados, que ni siquiera notaban que ya los estaban observando. Algunas personas comentaban lo que estaban viendo, sin duda aquellos dos tenían algo y el hecho de que estuvieran así abrazados, ensimismados en su propia atmósfera solo lo reafirmaba.
—Siu... —musitó con suavidad mientras apegaba su rostro al de ella.
—¿Hmm? —respondió sin más.
—¿Tú... me odias? —preguntó dolido y de a poco acariciaba el rostro de ella con su mejilla.
—No... Pero sí odio algo en estos momentos —aseguró sin abrir los ojos.
—¿Qué cosa? —preguntó con su voz aún ronca.
—No poder dejar de amarte —contestó y entreabrió los ojos, porque no planeaba decirlo así.
—Entonces, yo estoy en la misma condición —con lentitud iba deslizando su boca hacia la de ella hasta llegar a su comisura y la corriente de electricidad lo invadió.
Siu no pudo hacer más que recibir la deseosa boca del príncipe y en un instante ya estaban ambos fundidos en un profundo beso. La sensación electrizante en su vientre aceleró los latidos de su corazón.
Ella sintió flaquear sus piernas, pero ahí estaba Yun, para no dejarla caer y continuaba acariciando su espalda, mientras seguía aquel vaivén de sensaciones delirantes. Sus labios chocaban una y otra vez y él no esperó más tiempo para profundizar el beso; añoraba sentir la calidez y humedad de ella. Cuando sintieron sus lenguas rozarse ambos jadearon de placer.
Estuvieron disfrutando de aquel contacto por bastantes segundos, hasta que Siu se vio en necesidad de parar el beso. Cuando Yun lo percibió, no desaprovechó para morder con delicadeza su labio inferior y de mala gana culminó aquel excitante beso para ambos.
Ambos se quedaron con sus frentes juntas, recuperando el aliento y con los ojos cerrados, hasta que ella se separó al fin para ver esos ojos negros intensos que tanto amaba, los escrutó con detenimiento; él la miraba con anhelo y en silencio se contemplaron por unos segundos más.
Siu no pudo evitar sonreír hacia él, no había mucho qué decirse con palabras, si con aquel beso una vez más habían establecido el sentimiento que no parecía dejar a ninguno de los dos.
Cuando aldeana y príncipe se dieron cuenta, todos los allí presentes habían presenciado la escenita romántica. El calor subió por las mejillas de la pareja, quienes sonrieron con timidez, ante un pueblo que hacía silbidos y bullicio, ovacionando la pareja tan linda que ambos hacían.
Siu rió con nerviosismo mientras se aferraba a los brazos de Yun, pero cuando volteó a ver hacia arriba, se dio cuenta que las llamas de la fogata se movían de una manera inusual. Parecían moverse de manera consciente, tanto que la joven quedó perpleja ante aquello y se restregó los ojos, para asegurarse de no estar siendo engañada por su retina.
-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-_-Continuará...
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La guerrera del Príncipe Dragón
Lãng mạnLa desgracia ha llegado a Ciudad Prohibida. Una maldición se apodera de la vida de An, la esposa del Emperador y amada Emperatriz del reino. El tiempo es muy limitado, pero aún hay esperanza. Un sabio de dudosa procedencia, dijo que la única salvaci...