Un cúmulo de emociones se apoderaba de la familia Qing y de sus sirvientes, que contemplaban el estado saludable en el que había despertado el príncipe heredero. Los ojos de Siu habían vuelto a la normalidad desde que salió de su trance y cuando vio a su alrededor, todas las miradas estaban puestas en ella.
La sensación de bienestar había alejado toda mala vibra y emociones conflictivas, solo quedaba la sorpresa, el alivio y la alegría de ver a Shun despierto después de tanto tiempo, quien al fin se dignó a balbucear algo parecido a una frase, luego de quedarse viendo a aquella extraña joven que aún tenía la mano sobre su pecho.
En cuanto Siu se dio cuenta de aquel detalle, con premura retiró el talismán de jade, que ya había vuelto a su color natural. Shun se levantó un poco para incorporarse y quedar sentado en la cama.
—¿Dónde... estoy? —inquirió en un hilo de voz mientras se llevaba la mano a la frente, al parecer aún estaba asimilando la realidad de las ilusiones.
—¡Hijo! —Heng se zafó del agarre de sus hijos y dejó todo para correr al encuentro de su hijo mayor, ante unos atónitos, pero aliviados príncipes menores.
—¡El príncipe! ¡Es un milagro! ¡Alabado sea Buda, yo sabía que iba a despertar! —exclamó la señora Ling.
Jin se quedó viendo a la curandera Ling de manera despectiva, porque él mismo había sido testigo de los comentarios negativos que solía decir en varias ocasiones sobre su hermano, así que el príncipe rodó los ojos e ignoró a la señora histérica y continuó, como su hermano Yun, viendo a su padre se lanzarse a a los brazos de Shun.
Siu se había hecho a un lado de manera estrepitosa y torpe, casi se cae para darle lugar al emperador. Luego de que él se soltó del abrazo porque el príncipe Shun se sentía ahorcado, Siu sintió la presencia de los otros dos príncipes, en cuanto volteó hacia ellos, divisó la mirada penetrante del príncipe Yun, que no le quitaba la mirada de encima, aquella que no pudo resistir y correspondió con la misma intensidad que la de él y una vez más su tonto corazón comenzó a latir como loco.
Dicha conexión de miradas no duró más que una fracción de segundo, porque no era el momento de eso, sino de celebrar que el príncipe heredero había despertado después de tanto tiempo, sin esperanzas de que eso fuera a suceder pronto, y todo gracias al trance que ella había tenido por medio de ese talismán que sus padres le obsequiaron en su temprana infancia; aquel recuerdo le estrujó el corazón y apretó los labios para detener ese llanto que consideraba innecesario.
—Creímos que te habíamos perdido —dijo Heng mientras que con su antebrazo, secaba las lágrimas para no evidenciar lo en extremo conmovido que se encontraba.
—¿Y al fin se van a dignar a decirme qué rayos ha pasado? Padre... ¿por qué todos lloran como si hubiera vuelto de la muerte o algo así? —inquirió Shun consternado con el comportamiento en extremo exagerado a su parecer.
—¿Pero qué dices, hermano? Has estado en coma por incontables días y al fin despertaste. Los curanderos casi nos daban una nefasta noticia de que nunca despertarías —respondió Jin con indicio de lágrimas en los ojos.
—Esto es un milagro del talismán de jade que S-la señorita Wu posee —afirmó Yun, en el mismo estado conmovido de sus parientes, aunque el semblante de su padre se desfiguró por una fracción de segundo al escuchar aquellas palabras.
Shun siguió sobando su cabeza, cuando de repente cayó en la cuenta de que su hermano menor se encontraba al lado de Jin y quedó tan boquiabierto como el momento en el que él había despertado de aquel bizarro sueño de penumbras.
—He-hermano Yun —musitó con la voz temblorosa para luego endurecer la mirada al sentir que todos observaban sus débiles sentimientos. Se aclaró la garganta para continuar hablando—. Yun... Me alegra verte a salvo después de días de no saber de ti. Es una alegría tenerte de vuelta con nosotros y con... —volteó a ver a Siu— Compañía...
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La guerrera del Príncipe Dragón
RomanceLa desgracia ha llegado a Ciudad Prohibida. Una maldición se apodera de la vida de An, la esposa del Emperador y amada Emperatriz del reino. El tiempo es muy limitado, pero aún hay esperanza. Un sabio de dudosa procedencia, dijo que la única salvaci...