Sucumbiendo ante la pasión 1

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Algunas horas habían pasado desde que Siu despertó de su último trance, ese que había sido más largo y caótico, además de inusual, porque jamás en su vida se hubiese imaginado que el fuego la dejara entrar en su esencia y casi formar parte de él; ni en sus más alocados sueños, que eran variados, se vio en una situación similar y con tan poca lógica humana.

Lo más sorprendente para la joven arquera, fue haber despertado ni más ni menos que en la que por muchos años fue su casa ¡Era toda una locura! La pequeña casa hecha de diversas maderas aún seguía en pie. La ventana estaba abierta y dejaba entrar un poco de luz, tal y como recordaba.

Aún estaban las pertenencias de ella y sus padres, justo como las habían dejado; caótica por la pelea del último día en que estuvieron juntos. Divisó que, la ropa yacía bien doblada sobre el mueble improvisado que su padre había creado. La mesa baja en la que degustaba los alimentos que su madre preparaba, y allí encima aquellos platos de comida que tenían veneno.

Los recuerdos de todo lo vivido allí la invadió de manera dolorosa, porque incluso yacían ahí aquellos cúmulos de escamas que quedaron tras haberse defendido de sus "padres" y que se habían convertido en aquellos monstruos, lo cual la llevó a exterminarlos. No pudo evitar derramar algunas lágrimas rememorando todo aquello que aún no tenía resolución.

Yun la abrazó y aquello la consoló de alguna manera. Luego de eso, el joven le había relatado el tormento que pasó de tan solo pensar en que las llamas la devoraran o que terminara con quemaduras de tercer grado. Pero luego de que las llamas se consumieran para liberarla, Siu había comenzado a levitar mientras sus ojos se mantenían cerrados.

No hubo mucho tiempo para analizar lo que estaba pasando, porque ahí ante los ojos de Yun, ella comenzó a avanzar, como si de un espectro se tratara; Yun no dudó en perseguirla hasta el final. Ella misma había buscado llegar a Yumai, fue un trayecto largo, pero no imposible, solo pasaron por la ciudad en la que habían quedado hospitalizados.

En cuanto al hombre que había presenciado todo aquello, posiblemente ya habría corrido la voz de lo que vio, eso significaba que ya en ese pueblo hablarían de como la joven mata dragones le habló al fuego, se sumergió en él y levitó como si de un espíritu se tratase.

—Tenemos que averiguar qué quieren de ti esos seres que te hablan. Aún no creo que se trate de mi madre. Aunque debo confesar que yo también he soñado con ella y con aves coloridas —musitó Yun, rememorando lo similares que eran sus sueños comparados con los de Siu.

—Esa voz sigue mencionando el pendiente que llevo en el cuello... Aún dudo que sean mis padres, si lo que yo pienso es que están vivos —La joven se levantó, regodeándose en su conflicto interno, dio algunos pasos, pero Yun la tomó de la mano para que tomara asiento una vez más.

—¿Pero qué es eso tan grave que no te has animado a contarme, Siu? No te reserves conmigo. Necesitamos sincerarnos para saber como ayudarnos en un futuro —pidió Yun, sin dejar de buscar su mirada, pero la chica se mantenía cabizbaja desde que comenzó a contarle aquello tan bizarro y realista.

—Yo... pude vivir la hora de mi muerte en esa visión —soltó Siu mientras apretaba las manos temblorosas, que yacían sobre sus piernas. Luego volteó a ver el rostro consternado de él y suspiró para intentar calmarse—. Estoy segura de que estos son mis últimos momentos con vida, aun no sé cuánto durarán.

—¡No digas eso, Siu! —Yun tomó las manos de ella entre las suyas y esta vez no pudieron evitar verse a los ojos—. Yo no voy a permitir que mueras, estoy para protegerte y ahora que me confiesas esto, estaré más alerta que nunca.

Siu negó lentamente, con los ojos aguados, en parte de resignación, en parte de tristeza.

—Es inútil, Yun... Algo dentro de mí, me dice que mi destino está grabado, no importa lo que haga —afirmó Siu con otro suspiro—. Lo único que me queda es vivir al máximo lo que me quede y... Qué mejor si salvamos a China de esos seres malignos —sonrió con amplitud, aunque sus ojos denotaban lo contrario.

La guerrera del Príncipe DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora