El rebelde de Jin, una vez más se las había ingeniado para escaparse hacia la feria "más alegre", en la opinión del príncipe mediano. Mientras tanto Yun se paseaba de un lado a otro, saludando a los invitados con una sonrisa más marchita que los pétalos de cerezo que yacían magullados en el suelo.
La vibra desde el inicio del Festival del Dragón, aquel que era el favorito de la emperatriz An, había sido un tanto extraño en el sector de la realeza. Lo que eran los invitados de clase alta y media, se lo estaban pasando fenomenal, sin mencionar que los ciudadanos también podían celebrar, no dentro del palacio, sino que a las afueras hacían su propia celebración, mucho más jocosa que la de alta alcurnia.
En el centro de Ciudad Prohibida colgaban adornos rojos, plateados y dorados con forma de Dragón por todas partes. También se podían ver listones y un desfile con una recreación de la legendaria ave y se aprovechó a sacar también la imagen del Fenghuang. Eso sin contar las ventas de comidas tradicionales y las dinámicas de feria que no podían faltar en dicha celebración.
Dentro del palacio la cosa era un tanto distinta. Los adornos eran mucho más discretos y las flores imperaban todos los resquicios del majestuoso lugar, sobre todo las de cerezo, que habían hecho alfombra tras la entrada del emperador y los tres príncipes.
Habían mesas largas donde los invitados podían degustar bocadillos exclusivos y preparados de una manera gourmet, tales como costillas de cerdo condimentadas con finas hierbas, albóndigas al vapor, las famosas bocanadas de cangrejo que todos amaban, rollitos primavera y muchos otros agasajos para chuparse los dedos. Por supuesto que los licores no podían faltar para hacer la estadía un tanto más amena.
A todo esto, Heng platicaba con unas personas importantes, al parecer eran los padres de la "prometida" de Shun y el aludido debía integrarse también a la conversación, ya que era de su entera incumbencia esperar la llegada de aquella desconocida a los ojos de la familia Qing.
En cuanto a Yun, él había estado evitanto voltear a ver el área de los guerreros, que estaba en el patio principal, pero las ansias lo hacían querer pasearse por ahí, solo para verificar de una vez por todas lo que no quiso ver a medianoche y así terminar de aceptar la realidad.
—¿Primo, y a ti qué es lo que te pasa? Has estado distraído toda la fiesta y ni has pasado tiempo con nosotros. Eso me ofende, la verdad. —A su lado se había acercado Lan, una de sus familiares por parte de su padre, que había estado observando el extraño comportamiento.
—¿A mí? No me ocurre nada, Lan, ¿cómo crees? Yo estoy perfectamente —Yun sonrió entre dientes y decidido tomó una copa de vino para no estar con las ansiosas manos vacías.
—Pues no parece, cariño, te ves estresado, pero me imagino que lo de la tragedia de la tía An aún sigue oscureciendo todas las festividades —se lamentó Lan, pero luego sonrió—. Ánimo, que yo sé que mientras su memoria esté con nosotros ella seguirá viviendo de algún modo. No lo olvides, ¿sí? Ah, por cierto, estaré por allá, con toda la familia, por si quieres evadir invitados. Además el tontito de Jin se ha estado escapando también, lo seguiré buscando.
—Ni te molestes en eso, Lan, créeme, ese rebelde no está aquí —aseguró Yun—, pero en un momento voy con ustedes —afirmó y chocó su copa con la de su prima, quien, con aires de entusiasmo se retiró hacia otra parte.
El príncipe menor, suspiró con pesadez y volteó a ver a su entusiasmado padre. Él sí que estaba dispuesto a vivir aquella celebración tal y como a su madre le gustaba. La melancolía invadió su pecho, porque de alguna manera aún no podía pasar la página, ni perdonarse el fracaso de aquella encrucijada absurda y arriesgada.
En cuanto Yun dio un paso para dirigirse hacia el patio exterior, otras personas se habían acercado a hablarle. En un dos por tres, no pudo tener un solo respiro para sí mismo, las personas deseaban hablar con él, junto con su padre y hermano mayor, así que no pudo negarse a las interrogantes de los invitados, que estaban felices de verlo bien, ya que había sido todo un mes de no salir a actividades sociales por la tragedia y el luto.
ESTÁS LEYENDO
La guerrera del Príncipe Dragón
RomanceLa desgracia ha llegado a Ciudad Prohibida. Una maldición se apodera de la vida de An, la esposa del Emperador y amada Emperatriz del reino. El tiempo es muy limitado, pero aún hay esperanza. Un sabio de dudosa procedencia, dijo que la única salvaci...