La llovizna comenzaba a cernirse en toda la ciudad pero nadie se atrevía a moverse a pesar de que está estuviera tornándose más fuerte a cada segundo, definitivamente era más recia de lo que estaba aconteciendo a la familia real.
—Sea lo que sea que estés planeando hacer, ¡no te vas a salir con la tuya! — exclamó Shun, temblando de ira.
Yun no se quedaba atrás, su alma escocia con la rabia y la tristeza mezcladas en su pecho. Le costaba creer que su amada Siu se hubiera desintegrado de inmediato, era difícil analizar que ya no vivía, tampoco podía creer que su padre estuviera al borde de la muerte.
Jin había corrido hacia donde se encontraba el cuerpo de su padre, lloraba desconsolado cuando los doctores le dijeron que él ya no podría salvarse a pesar de todas las luchas que hicieron para revivirlo sus heridas fueron mucho más letales.
—Ya casi está listo todo —dijo Dí, con una sonrisa maquiavélica en su rostro.
Mientras tanto el príncipe heredero y el príncipe más pequeño continuaron observando cada movimiento que hacía Dí. Realmente no sabían qué era lo que pretendía pero Yun tenía un muy mal presentimiento, porque de entre las cenizas que habían quedado de su amada, él había recogido algo muy parecido al colgante que ella llevaba en su pecho.
《¿Sería posible que eso fue la última cosa a la que ella le dio con sus flechas?》. Eso fue lo primero que se pasó por su mente porque estaba hecho pedazos.
—¡Alto ahí! ¡Ya no te atrevas a ultrajar sus cenizas! —exclamó Yun, con la ira hirviendo en su sangre.
—No dejaremos que sigas haciéndonos daño. Como príncipe heredero al trono, ahora mismo te ordeno que te detengas —agregó Shun, pero el hombre ni siquiera volteó a verlos, los ignoró como si no hubiera escuchado nada.
Al cabo de algunos segundos, allí ante todos aquel hombre de armadura oscura al fin se dignó a levantarse y voltear hacia donde estaban los príncipes y con cierto superioridad en su mirada se dirigió justamente hacia Shun, como si Yun no existiera, aquello sólo hizo enfadar mucho más al príncipe menor.
Dí, con una risa macabra en su rostro levantó su mano derecha y le mostró a Sun el pendiente de la chica arquera reparado como por arte de magia, como si se tratara de alguna especie de trofeo o algo parecido. El objeto ya no era de un característico verde jade, sino que estaba gris, sin vida.
Shun enarcó a una ceja realmente no sabía qué era lo que él quería transmitirle, pero por supuesto que nunca esperaba algo bueno de parte de él, del tipo que casi acabó con su vida y lo dejó inconsciente en aquel cuarto de despensa y que se atrevió a engañar a la familia Real.
—¡¿Qué demonios es lo que quieres mostrarme?! —fue lo que él alcanzó a preguntarle Shun, con un dejo de desprecio.
—Lo único que me hace falta para completar el ritual, es poder ascender al Trono, que tú me lo cedas por voluntad propia —le respondió Dí, con una seguridad que le provocó un escalofrío a los tres hermanos.
Shun había quedado boquiabierto las palabras no salieron de sus labios, ¿Acaso había escuchado bien lo que aquel hombre le estaba pidiendo? El cinismo de él había crecido a pasos agigantados y lo que decía parecía no tener lógica alguna, no podían entender que era lo que realmente él deseaba.
Yun se limitó a ver a su hermano por una fracción de segundo, y con la misma volteó hacia aquel hombre y comenzó a gritarle.
—Estás loco —exclamó Yun— lo que pides es una total idiotez, mi hermano es el príncipe por herencia de sangre ¿ Y quién eres tú para pedir tal cosa? ¡Eres una farsa y siempre lo serás!
—Silencio estoy hablando con el príncipe heredero —espetó di con repugnancia hacia Yun, aquello solo acrecentaba la cólera de él.
《Es un maldito no tiene respeto por nada ni por nadie》, fue lo que logró pensar Yun, para luego dirigirse hacia su hermano mayor.
—Hermano... no le hagas caso, no escuches ni una sola palabra de lo que te está diciendo, es un maniático. Juntos veremos la manera de cómo derrotarlo ¡Por favor!
Yun comenzó a zarandear a su hermano, pero este se veía con la mirada perdida en su totalidad.
—¿Acaso no me estás escuchando, príncipe Shun? —Inquirió ti con desprecio y el heredero volteó a verlo a los ojos— Ahora las cosas dependen solo de ti o me das el trono o me desharé de todo el pueblo, tú decides. En tus manos está el futuro de China y sólo tú dirás si será bueno o malo.
Lo que Yun no había podido notar por estar preocupado por su hermano fue en los ojos azules centellantes de su enemigo. Algo había hecho entrar en trance al príncipe heredero y él no podía más que debatir en un conflicto interno que lo hacía pensar tantas cosas de lo que le propuso Dí.
A simple entendimiento, aquello parecía a la idea más descabellada de la Tierra pero Shun no podía evitar sentirse influenciado por aquellas palabras que lo encandilaban. Realmente estaba convencido de que las cosas dependerían solo de él en ese momento en adelante. No por nada iba a heredar el trono, pero...
Por una parte sentía que el pueblo jamás lo había necesitado en realidad, por otra se sentía en deuda con toda Ciudad Prohibida y con todo el pueblo por sus flaquezas y su ineficiencia e incapacidad de poder vincularse con las personas, como sus hermanos. Toda la vida se había sentido superior a ellos, incluso sabía como Yun había cambiado su extrovertida forma de ser con tal de parecerse a él —esa era una culpa más, añadida a las demás que tenía atascadas en su corazón —, pero de esa sensación ya no quedaba ni los escombros.
Aparte de eso, la única mujer de la que se había enamorado, Wen... resultó ser un engaño también. Nada parecía ser real en su vida, en ningún aspecto de esta.
¿Sué pasaba si él sedía ante aquella petición? En realidad del peso de toda la culpa que sentía estaba comenzando a pesar literalmente en sus hombros, mezclada con el poco valor que sentía que tenía para las personas del pueblo y paea sí mismo.
Casi sin pensarlo y frente ante la atónita mirada de su hermano, Shun dio un paso hacia adelante, en dirección de Dí.
—¿Shun? —peguntó jun consternado y volteó a ver a Dí, quien tenía una sonrisa altamente complacida por la forma en que su hermano se comenzaba a acercar a él, sin ninguna especie de negativa.
— Pero, ¿qué diablos te está pasando reacciona hermano? Te estoy empezando a desconocer —musitó Yun, ya sin fuerzas para poder detener a su hermano.
Shun hizo caso omiso a las palabras de Yun, como si no pudiera escucharlo, como si las únicas palabras que podía escuchar eran las que pronunció Dí.
Desde la lejanía Jin también observaba aquella tétrica escena, sin poder creer lo que estaba viendo. Su hermano, siempre correcto, altivo, decidido ante las cosas, parecía dirigir sus decisiones y doblegarlas ante aquel monstruo. Entre lágrimas negaba con la cabeza, mientras se limitaba a ver cómo llegaba al frente de Dí, aquello era demasiado para él.
—¡Mal nacido, deja al futuro emperador en paz! —fue lo último que gritó Yun, antes de ver como su hermano mayor, flaqueaba.
Vio como las piernas de Shun comenzaban a temblar a pesar de que tuviera puesta aquella armadura carmesí.
Toda la gente estaba anonadada ante aquella visión tan vulnerable en la que el futuro emperador estaba, prácticamente le cedió el trono a ese hombre... hincándose ante él.
-_-_-_-_-_-_-_-_-_-
Continuará...
-_-_-_-_-_-_-_-_-
ESTÁS LEYENDO
La guerrera del Príncipe Dragón
RomanceLa desgracia ha llegado a Ciudad Prohibida. Una maldición se apodera de la vida de An, la esposa del Emperador y amada Emperatriz del reino. El tiempo es muy limitado, pero aún hay esperanza. Un sabio de dudosa procedencia, dijo que la única salvaci...