Dragones oscuros al acecho

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En esos momentos, la joven arquera solo deseaba descansar de lo ajetreado del día que le había tocado pasar. Además le agobiaba su situación con él... ese hombre que le ponía el mundo de cabeza con tan solo verla a los ojos. No tenía idea de lo mucho que la hacía sentir, obviamente no se lo había dicho con palabras, pero era evidente que sus acciones ya se lo demostraban desde hacía un tiempo.

Siu se recostó en su cama para descansar de tantos sucesos, demasiados para un mismo lapso de tiempo; las situaciones parecían no querer dejarla descansar y su conciencia le dictaba lo bien que le hacía la cercanía de Yun, pero a la vez lo mal que la hacía sentir el remordimiento de lo prohibido.

Oscuridad... eso era lo que la rodeaba cada vez que entraba en aquel trance que parecía volverse una constante en su vida últimamente. Preocupación...

¿Cuál era la razón de ese sentimiento que la rodeaba en ese instante? Se suponía que aquellas aves magníficas la veían con gentileza y le brindaban un sentimiento de paz y bienestar, entonces no entendía la diferencia con ese momento, pero la había sin lugar a dudas.

¿Qué querían de ella aquellas aves... mujeres? Si querían decirle algo deberían apresurarse y no cohibirse en el lenguaje metafórico, ella misma sabía que esos dragones no habían sido derrotados, que lo que habían presenciado desde el monte Yumai hasta el camino hacia Ciudad Prohibida, solo había sido el inicio.

La joven estaba tan sumida en sus cavilaciones dentro del trance, que en menos de lo que pensó, una de las Fenghuangs había tomado forma de mujer y... ¡Se estaba acercando! Esperaba poder comunicase con ella de una vez por todas.

—Siu... —escuchó el susurro de su nombre, como si fuera la voz de un viento suave que le acariciaba los oídos.

La mujer cada vez estaba más cerca... Era ella, la señora del cuadro, no había pierde, su belleza era sin igual y en su mirada pudo ver la del hombre que tanto amaba: Yun. En definitiva le había heredado su mirada. Siu intentó hablar e interactuar con ella ¿Por qué no podía moverse? Parecía todo un sueño lúcido, pero tampoco tenía oportunidad de actuar a voluntad y eso la frustraba un poco.

De repente la forma de ella había cambiado de manera abrupta, ¡maldita sea, que la ambigüedad se acabara de una buena vez!, pensaba la joven mientras quedaba casi boquiabierta con lo que estaba viendo: eran sus padres, le extendían sus brazos, como si quisieran alcanzarla, pero caminaban demasiado lento y la desesperación por correr hacia ellos la mataba lentamente.

«Padres... ¿Dónde están? Díganme algo, por favor», Siu sentía las mejillas acaloradas, su desesperación se había convertido en una especie de enojo.

—Tu pendiente... El pendiente —dijo su hermosa madre mientras señalaba al pendiente que ellos mismos le habían regalado desde hacía muchas estaciones.

«Mi pendiente, sí... Con él pude invocar unas magníficas armaduras que revistieron a los príncipes, aunque no he podido decírselo al Emperador, quien por cierto, me odia —Siu rió con ironía—. Pero eso no es todo. He descubierto que puedo sanar, no sé aún como, pero sé que gracias al pendiente pude salvar al príncipe Shun».

Siu se sentía liberada al poder hablar con sus padres aunque fuera de esa manera tan ambigua, algo le decía que solo eran las imágenes de los recuerdos que tenía de el, pero lo que le decían... En verdad parecía importante, pero a la vez no le transmitía algo en concreto.

De pronto unas sombras envolvieron a sus padres, que se abrazaron del miedo. Siu intentó por todos sus medios, correr hacia ellos pero le resultaba inútil, no podía mover ni un dedo.

La desesperación se hizo presente y aquellas manchas negras tomaron la forma de esos dragones azabaches que no tuvieron piedad para tomar a la pareja asustada y mientras ellos estiraban su mano hacia la chica, pronto los arrastraron hacia algún lugar lejano que ella ya no pudo ver.

La guerrera del Príncipe DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora