Confesión bajo la luna

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No lo pensó más y se dirigió hacia ella con pasó firme y decidido. Ese atuendo era más que suficiente para pasar enteramente desapercibido por toda la muchedumbre del lugar.

Mientras más se acercaba su corazón comenzaba a latir muy fuerte, a pesar de que nadie podía reconocerlo por sus vestimentas.

Nadie se daba cuenta de que realmente tenían al príncipe menor justo pasando a su lado, y eso era algo que a Yun entretenía mucho pensar y le divertía sobremanera.

Mientras tanto Siu sonreía y se la pasaba muy bien con sus compañeras, ignorando que estaba siendo observada por la persona que no podía sacarse de la mente. Pero cómo iba a imaginar que él se estuviera dirigiendo hacia ella, ya que él estaba muy ocupado supuestamente.

Tan distraída se encontraba y entretenida charlando con las chicas que primero ellas comenzaron a notar que un chico misterioso se acercaba a ella y de un momento a otro cubrió sus ojos con delicadeza.

Las demás jovencitas estaban anonadadas y perplejas, qué al verlo que había le había acontecido comenzaron a reír de una manera picaresca.

—Bueno Siu... Te dejamos a solas con tu compañía —La más extrovertida de todas y comenzó a retirarse lentamente mientras los demás la imitaban.

—Esperen no me dejen sola —exclamó la más joven de todas y siguió al grupo de manera torpe y dando algunos saltitos.

Mientras todos se retiraban comenzaban a murmurar cosas acerca del chico que se le había acercado a Siu.

—¿Quién es?, nunca lo había visto antes —musitaba una de las chicas guerreras.

—No tengo idea, pero parece que es uno de los sirvientes. Quizá es alguien nuevo —respondía otra de ellas con intriga mientras degustaba un dulce.

—Sí, eso puede ser. A lo mejor es un conocido de Siu, pero tendremos que preguntarle más tarde ¿Qué dicen chicas?

—Me parece una perfecta idea, no pienso quedarme con la duda.

El grupo de chicas desapareció entre la multitud dándole espacio aquellos dos que ansiaban verse desde hacía bastantes horas.

Siu con mucho cuidado palpó aquellas manos grandes que cubrían sus ojos.

« ¿Yun?», logro pensar por algunos momentos, pero luego despabiló y negó aquella idea, porque sabía que él no podría estar ahí en ese momento frente a toda esa gente y tratándola con tanta cercanía cuando todos los invitados reales estaban presentes en ese lugar.

Frunció el ceño, pensando que se podía tratar del comandante una vez más acechando, y de inmediato retiró con brusquedad las manos qué cubrían sus ojos.

—Oye tú, no seas tan brusca —dijo Yun, un dato divertido porque realmente se esperaba una reacción parecida sabía que ella no era una chica de actitudes suaves y delicadas sino todo lo contrario.

Ella frunció el ceño y volteó con una cara de pocos amigos para luego quedarse sorprendida al ver el rostro que tanto había estado anhelando ver. Se estremeció al saber de quién se trataba y su mirada se suavizó.

—Príncipe... ¿Qué estás haciendo aquí? Por poco no te reconozco —afirmó, mientras lo miraba de pies a cabeza y aquella forma de vestir le resultó más que familiar.

Yun volteó a ver a todos lados, porque en realidad lo que menos quería era ser el centro de atención y su mente ya estaba condicionada a ello, más, justo en esos momentos en que ellos, la familia Qing era la anfitriona del festival.

En cuánto se dio cuenta de que sus sospechas se habían desvanecido y que en realidad nadie tenía posadas las miradas en ellos, él suspiro con alivio tomó a la chica de la mano, para llevarla a un lugar un poco más alejado de la muchedumbre.

La guerrera del Príncipe DragónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora