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SPECIAL 2/2
«POV IAN»

🔞🔞🔞

Subimos por las escaleras casi rayando la desesperación.
Entre besos hambrientos y jadeos que intentábamos enmudecer sin lograrlo, creo que tropecé cerca de tres veces. En otro momento me hubiese avergonzado, pero ahora no podía pensar en nada más que en cuántos malditos pasos faltaban para llegar a la privacidad de la habitación de Noah.

Por fin, una vez dentro, no esperamos ni diez segundos para empezar a quitarnos mutuamente la ropa, como si quemara, como si nos hiciera daño.
Con el corazón latiéndome salvaje, observé cada pequeño detalle del delgado cuerpo de mi omega mientras deslizaba mis dedos por el contorno de sus brazos. Su piel clara, su pequeña cintura, los pequeños pero visibles lunares que adornaban sus caderas, sus piernas... su jodidamente caliente erección. Y Noah me miraba de la misma manera. Lleno de un ansia demasiado intensa para soportarla.

Volvimos a lanzarnos al otro para besarnos sin hesitación.

Con pequeños y ciegos pasos, avanzamos hasta la cama, donde Noah cayó primero y yo me situé encima de él sin dejar que pasara ni un simple instante.

Inclinándome sobre él, nuestras erecciones hicieron contacto y un agudo jadeo sobresalió de los dulces labios del castaño. Sonreí.
Me había encantado ese sonido. Quería escucharlo más.

Mucho más.

No tener experiencia me hubiese preocupado si mi cabeza hubiese tenido la claridad para digerir toda aquella situación, sin embargo, ese no era el caso en este momento por lo que simplemente me dejé llevar, sin oponer resistencia, por los instintos que me caracterizaban como alfa, aun si me consideraba uno defectuoso.

Acompasando las lenguas enredadas de ambos a un beso saturado de deseo, tomé las piernas de mi omega, colocándolas a ambos lados de mis caderas y empecé un suave vaivén que solo hacía que mi erección rozara eróticamente el trasero de Noah. Continuos jadeos eran desperdigados por toda la habitación, jadeos que pedían una y otra que dejara de jugar con él.

Sonreí. La voz del castaño suplicándome entre susurros entrecortados era la cosa más dulce que había escuchado en toda mi vida.

Deslizando mis manos, acaricié su pecho, rozando y mimando por un par de segundos sus rojizos pezones, sacándole un par de jadeos y lloriqueos más.
Siguiendo mi camino, finalmente llegué a esa erección que rogaba por atención, dejando correr algunos hilos de preseminal desde la sensible punta. No quise imaginar como estaría su trasero estando su miembro en semejante estado, estaba seguro de que perdería el control si lo hacía.

Bajando a besar y morder su cuello en un camino húmedo y ansioso, tomé su erección con mis manos y comencé un apresurado movimiento. Ver al castaño retorcerse del placer por mi fue la puta gloria. Relamí mis labios y aumente la cadencia del bombeo.

—A-AH... I-Ian... ah~ ¡AH! —gimió mi nombre.

Estaba seguro de que Noah estaba echo un desastre de feromonas, y deseé, realmente deseé ser capaz de sentirlas algún día. Pero quité rápidamente el pensamiento de mi ajetreada mente y me centré en darle todo el placer que era capaz al castaño.
Pronto, un gemido agudo y un violento temblor culminaron en la venida de Noah.

Con las respiración irregular, él poso sus húmedos ojos en los míos, y no hizo falta ni una sola palabra para darme cuenta de que lo que deseaba Noah no era solo una débil situación de masturbacion... y claramente yo tampoco.

Dejando un suave beso sobre sus labios, tomé sus piernas, alzándolas y abriéndolas a ambos lados de mi torso para tener perfecto acceso a su entrada y llevé mi mano a su húmedo agujero. Sentí mi boca hacerse agua ante la cantidad de líquido que escurría del omega debajo de mi y la excitación que este demostraba.
Sin demorar, introduje un primer dígito en la resbalosa cavidad. Era caliente y apretada, pero de alguna manera adictiva. Sin aguantarlo, pronto introduje un segundo y empecé a moverme más ávidamente en su interior.

Me fue imposible apartar la mirada de su palpitante agujero y al mismo tiempo, me fue imposible no empezar a enloquecer por los jadeos del castaño.
Mi propia verga dolía por el ansia de hundirse en él...

—I-Ian —logró lloriquear, con el rostro tan rojo como una dulce manzana—. Te quiero dentro... —jadeó.

Todo mi cuerpo se tensó ante aquellas palabras. No sabía que Noah podía llegar a decir ese tipo de cosas, y creo que hasta incluso sentí como si mis feromonas se hubiesen disparado del tiro, y claramente aquello causó un efecto violento en el omega que, a esas alturas, ya parecía embriagado hasta la demencia con mi olor.

Intentando mantener la calma, que solo pendía de un mísero hilo de cordura, saqué mis dedos del chico y coloqué sus piernas sobre mis hombros para mayor comodidad y luego, apunté mi erección contra su agujero, aunque no sin antes colocar un condón.
Entré en él suavemente con un gruñido. Estaba apretado, la sensación era jodidamente fuerte y el contacto ardiente de mi extensión con las paredes de su interior fue un nivel completamente diferente a todo lo que me hubiese imaginado.

Tuve que apretar los puños y la mandíbula para no correrme al primer instante, aunque Noah no fue capaz de resistirse y, una vez todo mi miembro estuvo dentro de él, todo su cuerpo se arqueó ante el orgasmo.

Sonreí.

—Eres tan sucio —le susurré y fui testigo de cómo su agujero apretó de un tirón la dureza de mi pene.

Gemí y él jadeó sonrojado.

Me fascinaba saber que lo estaba disfrutando, me fascinaba descubrir las cosas que lo hacían sentir bien, y me fascinaba que la persona con la que empezaba a descubrir qué clase de cosas me gustaban en la cama fuese él.

Mordiendo mis labios, empecé a moverme suave para acostumbrarnos ambos al contrario, pero Noah no demoró demasiado en empezar a pedir por más, más duro, más rápido. Soltando palabras sucias que ni siquiera sabía cómo conocía y excitándome hasta límites indefinidos... y yo devolviéndole toda la pasión marcando su cuerpo y besándolo cada que podía, penetrándolo tan gustosamente como me pedía, satisfaciéndolo y haciéndolo llorar, una y otra vez, hasta que ambos alcanzamos juntos el clímax en un ronco gemido sobre la boca del otro.

Amando demasiado por fin ser capaz de poseernos, completa y perfectamente.

Parejas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora