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SPECIAL 1/2
«POV IAN»

Al llegar de la escuela, me quedé tumbado en la cama por alrededor de tres horas. Era de noche cuando finalmente me decidí a hacer algo.
No fue fácil para mí tener el valor de mostrar mi parte más vergonzosa, y menos porque se trataba de mostrársela a la persona que me gustaba.
Eso en especial era lo más aterrador. Siempre quise que él viera solo la parte de mí que era perfecta, aunque esa en realidad no existiera.

Bajo ese tipo de pensamiento,  tomé mi teléfono y le mandé un mensaje a Noah antes de cambiar de opinión.

[¿Estas en casa?]

Una respuesta afirmativa me llegó en menos de dos segundos.
Mi pregunta había sido algo tonta, siendo que no tenía sentido que a estas horas él no estuviese en su casa, pero evité pensar en eso. No traería nada bueno tratándose de mi.

[¿Puedo ir a verte?]

[¡Claro!]

Ante la afirmativa, tomé una gran bocanada de aire y me vestí rápidamente para salir.

Estaba muy nervioso.
Dos razones paralelas eran las causantes de tales nervios: la primera, que iba a decirle mi secreto a mi omega y la segunda, que iba a ser, valga la redundancia, la segunda vez que visitaba su casa.

En el corto tiempo que llevábamos saliendo, solo había ido allí una vez a conocer a su madre, el resto del tiempo, como Noah y yo nos veíamos en la escuela, disfrutábamos nuestro tiempo juntos ahí y alguna que otra vez en mi casa, pero nunca más fuimos a la de él.

La verdad es que ir a su casa me ponía un poco tenso, cohibido. 

Y era normal. ¿Quién no se ponía así al visitar la estancia de su preciosa pareja? Quizás fuera yo quien exagerara un poco las cosas, pero así me sentía.

La conclusión, era un manojo de nervios por donde quiera que me miraran.

Caminé rápido al ser de noche, no quería ser asaltado o algo así, ya que seguro terminaría cometiendo un crimen al defenderme y el tal Aran ese terminaría arrestándome.
Eran casi las nueve de la noche cuando me detuve frente a la linda casa de color pastel de mi omega.

Mi omega... ¿seguiría siendo mío después de esta noche?

[Estoy afuera]

No pasaron ni dos minutos luego de aquel mensaje y Noah ya estaba abriendo la puerta para recibirme, vistiendo una tierna pijama de color blanco, esponjosa y que lo hacía lucir como un lindo angelito.

Todo en Noah me parecía precioso.

—No te quedes ahí parado, entra —se apartó para que entrara y apretando los puños, reuní mi valentía y avancé.

Ya después me preocuparía por cómo me miraría la madre de Noah por ir a hacerle una visita tan tarde, pero ahora, debía hablar o callar para siempre.

—Noah, necesito decirte algo —dije, de espaldas a él.

Escuché como cerraba la puerta y con pasos lentos, se posicionaba frente a mi, con una expresión algo preocupada, para luego tomarme de la mano.

Parejas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora