Después de ese día, Selín siguió viniendo casi a diario ni bien salía de la escuela.
Pasar la noche juntos se volvió una especie de costumbre en muy poco tiempo. Nadie podría culparnos. Empaparnos en el aroma del contrario nos arrastraba con facilidad hasta una cercanía tan íntima que más de una vez me cuestioné si era real, incluso aunque después del último beso no habíamos vuelto a tocarnos. Y es que ni siquiera había sido necesario. La gustosa sensación que nos arrollaba al estar juntos era superior en todos los sentidos a cualquier intención o necesidad de caer en ese vórtice de solo deseo que nos colmaba cuando hacíamos contacto, aunque no negaba que eso era igual de adictivo.Por los próximos días, el intercambio constante entre el tratamiento para curar mi herida que había estado recibiendo y la estabilidad que me ofrecían, no sólo las feromonas de Selín, sino también su sola presencia, terminaron por hacer que sanara mucho más rápido de lo inicialmente planeado, quedando solo una vaga molestia que no afectaría mi trabajo y una cicatriz para nada atractiva. Por ello, estaba planeando volver a la estación en más o menos una semana.
Lo que no estaba planeando... era decírcelo al omega.
No aún.
Me declaraba culpable por sentir que era demasiado lindo verlo comportarse con tanto cuidado a mi alrededor, como caminando sobre cristales. Demasiado dulce como para soportar que dejara de serlo.
Y es que en un extremo, demasiado palpable como para aceptarlo en voz alta, temía que de decirle que estaba a un paso de estar por completo recuperado, el Selín arisco y cortante volviera. Me había acostumbrado, o mal acostumbrado, a esa tierna amabilidad que anteponía a su típico mal genio solo porque yo no estaba en mis mejores condiciones, supuestamente.No era como si fuese agradable que cada que me mirara el corazon pareciera encogérsele por la pena de verme lastimado. Mi grandiosa excusa era que interactuar con Selín me hacía querer comportarme como un chiquillo de once años, de esos que son infantiles hasta extremos poco sanos y egoístas hasta ser irritantes.
Era vergonzoso admitirlo. Eso sí. Pero nadie me estaba pidiendo aceptarlo en voz alta.
En todo caso, fue una fatídica tarde, poco más de una semana y media después, cuando todo se fue abajo de la manera más ridícula.
Recordaba que después de que Selín llegó un día justo cuando yo estaba fuera de casa, recibiendo mi tratamiento, le había dado una llave de repuesto para cualquier situación. Osea, ese día había llegado y lo había visto sentado junto a mi puerta como un gatito callejero y el estómago se me había revuelto de la pena. No quería volver a verlo hacer nada parecido.
El muy terco podría haberme escrito un mensaje o no sé, enviado señales satelitales, pero no, se había limitado a esperarme ahí tal cual un animalito abandonado, por lo que calculé más de una hora.Para mi desgracia, después de casi más de 15 días sin que Selín usara la dichosa llave, había hasta olvidado que se la había dado.
Y ese fue el error.
Era quizás las 4 de la tarde. Selín no solía llegar hasta las 6, más o menos. Por eso pensé que estaría bien ponerme a hacer algo de ejercicio. Pasar casi 2 meses absteniéndome de cualquier esfuerzo físico hacía que me sintiera congestionado. Necesitaba movimiento. Y no dudé en empezar un ligero entrenamiento para calentar un poco el cuerpo.
Me quité la camisa y empecé a hacer toda rutina que se me cruzara por la cabeza, hasta que terminé tomando en manos unas pesas que tenía en casa y me dispuse a darle un poco de trabajo a mis bíceps... o esa era la idea.
Hasta que una voz como un trueno repiqueteó con un tono alarmantemente calmo a mis espaldas.
—¿Qué diablos estás haciendo? —Selín, con unos ojos que parecían capaces de atravesarme como los rayos X, estaba de pie justo a un par de metros de mi.
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Parejas Destinadas
Romance•●•●•●•●•●•●•●•●• Fui una mujer antes de morir. Pero entonces reencarné en mi novela yaoi omegaverse favorita como uno de los personajes, un chico. Uno beta. Lo primero que pensé fue que tendría la oportunidad de cambiar el mal final de la pareja p...