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«POV ARAN»

Como efecto colateral de unas palabras que no solté para molestarlo, sino para en verdad darle a entender que su presencia llegaba a ser tranquilizadora y de algún modo, hasta medicinal para mi, Selín se puso tan rojo que de haber sido un volcán, juraría que estaba a nada de explotar.

—¡No digas tonterías, estúpido! —exclamó con voz nerviosa, mirando hacia cualquier lado menos mi rostro.

La timidez que mostraba en momentos como estos contrastaba demasiado con su usual y hosca manera de actuar.

—¿Por qué estás tan rojo? —sonreí con diversión al mismo tiempo que acercaba mi mano a su mejilla, torciendo un poco mi torso para alcanzarlo, al menos lo que me permitía el dolor de la herida.

Pude sentir cómo el cuerpo del rubio platinado se tensaba bajo mi tacto y pequeños rastros de aroma se filtraban de su piel. Dejando escapar lindos y bajos ruiditos guturales al ser obligado por mi a redirigir su mirada hacia la mía.

Relamí mis labios con sutileza y mantuve mis ojos fijos en el pálido y hermoso rostro del omega, en esos dorados y tambaleantes orbes.
Selín fruncía el ceño queriendo lucir, no sé, quizás amenazante, pero solo se vio incluso más adorable con aquel carmín pintando sus mejillas.
Mi sonrisa se hizo un centímetro más amplia y el rubio pareció ponerse todavía mas nervioso como consecuencia.

Solo así, quedamos en un penetrante silencio por casi un par de minutos. Ninguno movió un simple músculo durante ese tiempo. Era como si la única intención en el ambiente fuese apreciar las facciones del contrario tal cual una exposición de arte.
Mi mano solo reposaba sobre su rostro como si no quisiese despegarse, pero por desgracia no podía estar ahí para siempre. Por mucho que me gustara el contacto con él, había una distancia mínima básica que respetar.

Más después de la locura cometida un mes atrás.

Deslicé un poco mi pulgar rozando tersamente su semblante y luego aparté mi mano.

—En cualquier caso, gracias por venir —dije, cortando al fin el silencio.

Selín carraspeó y parpadeó unas cuantas veces seguidas, volviendo a quitar su mirada de la mía.

—N-No tenía nada que hacer así que no fue un problema —tartamudeó un poco.

—La última vez no pudimos hablar mucho —comenté—. ¿Cómo has estado?

—Muy bien, en realidad —contestó.

Parecía algo más calmado. Había recuperado esa infatigable cara de piedra que siempre se forzaba a mostrarme, a mi y al resto del mundo.

—¿Qué hay de tus feromonas? Aaron me contó un poco sobre tu estado.

—¿Dónde ha quedado la confidencialidad profesional? ¿Acaso Aaron va por ahí comentando los estados de sus pacientes a cualquiera? —remarcó, luciendo enfadado.

—Desde que fui yo quien te hizo entrar en celo, no creo ser cualquiera —planteé y Selín hizo un involuntario mohín—. Entonces, ¿me dirás? —inquirí usando mi mejor mirada de convencimiento.

El omega suspiró resignado.

—No tienes que preocuparte, estoy tomando supresores y también estoy usando el neutralizador que me diste la última vez.

—Es un alivio —fui genuino—. Veo que fue la opción correcta darte a ti el neutralizador, antes solo se mantenía acumulando polvo en mi armario.

Selín rio.

—¿Y a ti, además de recibir un balazo como un idiota, te ha pasado algo más? —preguntó.

Siempre diciéndome idiota. Si no fuese capaz de ver la preocupación detrás de su estoico semblante, de verdad que me hubiese irritado que me llamase así cada dos por tres. Pero Selín no era tan difícil de leer, al menos a estas alturas... o quizás nunca lo fue.

—Nada, además del hecho de ser incapaz de dormir por el dolor, realmente no me ha pasado mucho —sonreí, intentando echar a menos mis palabras.

—¿No puedes dormir? —me miró preocupado.

—Es normal —minimicé, intentado aplacar esa mirada mortificada que empezaba a hacerse lugar en el rostro del omega—. Si me muevo cuando duermo la herida me molesta y me despiertan las punzadas —expliqué—. Necesito por los menos un mes más para recuperarme por completo. Claro que esto es siempre que haga reposo.

—Pues mejor que lo hagas, no es agradable permanecer con una herida abierta.

—Pues la verdad que no —corroboré, alzando las cejas.

Siendo exactos, necesitaba unas tres semanas más para terminar de sanar. Estaba recibiendo tratamiento con un rarito y no por gusto o porque el tipo me agradara.
Recordar a ese doctor alfa que se empeñaba en toquetearme el cuerpo mientras pegaba sus feromonas a mi piel no era precisamente agradable. Por suerte su aroma desaparecía rápido y no tenía que andar por ahí como un ambientador alfa, pero definitivamente ir a recibir su tratamiento no era de mis cosas favoritas.

Hice una mueca ante el recuerdo y luego fijé mi vista en Selín. Movía sus dedos de forma nerviosa como queriendo decir algo.

—¿En qué piensas? —dije con suavidad, alentándolo a contarme lo que sea que estuviese pasando por esa creativa cabeza. 

—Nada... yo solo me preguntaba —dudó—... si dices que te sientes mejor conmigo aquí... —tanteó— me preguntaba si mis feromonas... podrían tener algún efecto que pudiera ayudarte a dormir —y conforme terminaba la frase su voz se iba haciendo más aguda y bajita, como si la vergüenza fuese desplazando su típica seguridad.

Siendo sincero, me encontré sorprendido por sus palabras. No me imaginé nunca a Selín diciéndome tales cosas. 
Ni siquiera lo pensé antes de hablarle en respuesta.

—¿Quieres probar? —sugerí, mirándolo a los ojos.

El omega mordió su labio inferior.
Él había sacado el tema, así que esperaba que no se negara, pero se estaba tardando demasiado en responder a mi pregunta. Me sentí inusualmente nervioso.

Y cuando menos lo esperaba, Selín solo asintió con un lento movimiento de cabeza.

Fue entonces cuando de verdad se dispararon mis nervios.

¿Sería capaz de dormir con tal nivel de agitación?

Parejas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora