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«POV ARAN»

🔞 pero no tan 🔞


La noche del domingo había llegado con los cuerpos de ambos enredados bajo las sábanas, sudados y drogados por las feromonas del otro.
Decir que no estaba cansado después de todo un día de sexo era mentir, pero el rut nunca es fácil. El rojo de mis ojos, aunque estaba más claro, aún no desaparecía, señal de que aún no era momento de relajarse. Pero en el caso de Selín, su celo sólo iba en aumento. Entendía que era su primer ciclo y que era un omega dominante, pero supuestamente los celos siempre se calmaban más rápido cuando tenías a un alfa a tu lado para echarte una mano.
O eso se suponía, porque el organismo de Selín no parecía tener intenciones de bajar la intensidad.

No es como si me molestase, pero su cuerpo no soportaría las consecuencias de toda la sesión de sexo salvaje.

Eran más de las diez de la noche cuando pudimos calmarnos, aunque sea un poco. El omega debajo de mi lucía exhausto y fácilmente se quedó dormido luego de su último orgasmo.
El semen ya no parecía semen, sino agua. Estaba esparcido por toda la sábana y por cada rincón del cuerpo de Selín.

Fue excitante de ver.

Tanto, que la erección que acababa de descargar volvió a crecer con solo un vistazo del cuerpo desnudo del rubio en aquella posición totalmente indefensa y reveladora.
Gruñí de deseo, pero no hice nada más. Necesitaba dejarlo tomar un respiro y quizás, en ese tiempo podría encontrar algún supresor para bajarnos la calentura al menos un centímetro.
Me levanté de la cama y cogí la primera ropa que vi para al menos no tener mi anatomía colgando mientras me paseaba por la casa, saliendo de la habitación vistiendo solo los bóxers.

—El primer día siempre es el más intenso —casi di un salto de la sorpresa al escuchar esas palabras al instante en que cerré la puerta de la habitación.

—¿Aaron? —pregunté algo sosegado— ¿Qué haces aquí?

—¿Cómo no iba a venir cuando me llamaste con un nerviosismo hasta lamentable? —inquirió arqueando una ceja, levantándose del sofá para acercarse a mí.

—¿Desde cuándo estas aquí? —interrogué ignorando sus palabras y con el pensamiento de que era posible que haya sido capaz de escuchar todos y cada uno de los gritos y gemidos de Selín.

Sintiéndome extrañamente congestionado solo de imaginarlo.

—Llevo siete horas sentado en el sofá —informó mirándome atravesado, examinando cada parte de mi cuerpo.

Siete horas.
Joder, realmente nos había escuchado a una peligrosa alta calidad.
Me sentí hervir, y no creo que haya sido por la vergüenza... no, la verdad fue por un repentino sentimiento de exclusividad. En otras palabras, odié que alguien más escuchara lo jodidamente sexy que gemía Selín. Aunque junté todo el autocontrol posible para no revelarle a mi propio hermano que empezaba a querer pelear con él cual animal salvaje.

Luego de un par de toqueteos y olisqueos, Aaron volvió a hablar.

—El niño sí que tiene feromonas intensas —soltó y regresó hacia el sofá, donde se puso a revisar la pequeña mochila que había dejado a un lado.

No demoró en sacar algunos blísteres de pastillas, jeringas y demás artefactos médicos medio raros.

—Aran, ¿usaste condón? —preguntó dándome la espalda.

Yo palidecí al darme cuenta de que no.
Aaron solo echó un suspiro.

—A menos que quieras joderle la vida a un muchacho de 17 años, inyéctale esto —y me ofreció un inyector.

—¿Qué es esto? —pregunté viendo la delgada y larga aguja y el líquido de un azul transparente dentro de la pieza.

—Evitará que quede embarazado —dijo únicamente—. Acá tienes supresores e inhibidores de aroma. Dale un par a Selín antes de su próxima ronda de sexo desenfrenado —decía poniendo en mis manos más cosas de las que podía sostener.

Estaba seguro de que Aaron estaba enojado.

—¿Qué tienes ahora? —me adelanté a preguntar mientras intentaba dejar todo tipo de medicamentos sobre la mesa en medio de la sala.

Aaron me fulminó con la mirada.

—¿En serio preguntas? —frunció el ceño con incredulidad.

Bueno, no estaba en mi momento más lúcido, así que únicamente me crucé de brazos, esperando por su respuesta.

—Aran, mierda, ¡te acostaste con un menor de edad! —exclamó—. Tendrás suerte si lo único que pasa es que te corran del trabajo.

—Eso no pasará —le aseguré.

Demasiado seguro de algo sobre lo que no debía estar seguro.

—¿Qué mierda sabrás tú? —espetó—. Sigues bajo los efectos de tu rut así que es imposible que pienses con claridad —sentenció—. Solo espero que el chico no te demande ni nada por el estilo o tu vida se volverá una mierda, ¿me escuchas, Aran?

Puse los ojos en blanco cuando en realidad, Aaron tenía razón. Era solo que en este preciso instante no estaba para escuchar sus sermones. Mi piel aún destilaba excitación.

Aaron suspiró, muy, muy pesadamente.

—Como sea —dijo masajeándose el puente de la nariz—. Por ahora déjame asegurarme, el omega en tu cuarto es Selín Blake, ¿no?

Yo asentí.

—Bien. Su celo debería durar al menos cinco días, pero si le das los supresores azules puede reducirse a tres —explicó—. Sería más conveniente siendo que él aún es un estudiante y que vive ocultando su segundo género.

—¿Y tú cómo sabes eso? —aseveré con rapidez.

—Aran —llamó—. Soy su jodido doctor —concluyó un tanto exasperado.

Yo solo articulé un «ah» sin sonido.

—Por otro lado, tú no tomes supresores hasta mañana.

—¿Por qué?

—Será bueno para Selín recibir tus feromonas más puras —explicó—. Al ser su primer celo, su cuerpo empezará a madurar y tus feromonas pueden ayudar a combatir el dolor que causa el atraso de la manifestación de su segundo género. Es lo más aconsejable. Además, te será más fácil responder a la excitación del chico si estás igual de excitado —agregó.

—Entiendo.

—Ok, entonces, yo me iré yendo —informó—. Llámame cuando acabe el celo de Selín. Necesitaré hacerle una revisión.

Y se marchó.
Me quedé mirando por algunos instantes la puerta por la que había salido mi hermano y me pregunté si habría tomado supresores o algo así. La casa estaba actualmente ahogada en feromonas de lo más intensas, sin embargo, Aaron ni se había inmutado por ello. Al menos no durante el tiempo que estuvo hablándome.

Me encogí de hombros ante la falta de respuesta y caminé hasta la cocina. Tomé un vaso de agua y cogí de la nevera un pedazo de la pizza que había sobrado el día anterior. Era bueno que algo cayera en mi vacío estómago.
A los pocos minutos, volví al cuarto con un plato con algunos trozos más de pizza para cuando el omega quisiese comerse algo más que mi verga y una jarra de agua junto a un vaso. Además de con las cosas que me había dado Aaron.

Al abrir la puerta, imaginé ver a Selín aún dormido. No había pasado ni una hora desde que se había desmayado. Sin embargo, me lo encontré en cuatro con el trasero empinado y metiéndose los dedos, frenético, buscando liberar su deseo.
Me encendí y corrí hasta él luego de dejar en alguna repisa las cosas que llevaba, tomando solamente lo que debía inyectarle a Selín.

—Alfa... —rogó cuando me sintió cerca.

Sonreí y con las manos medio que temblándome por el deseo de agarrarlo y embestirlo con ímpetu, hice todo tal cual me había aconsejado mi hermano, y entonces, ahí sí que le di rienda suelta a mi deseo.

Parejas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora