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«POV SELIN»

En conclusión, terminé durmiendo con Aran esa noche.

No sé bien explicar todo lo que pasó antes de quedarnos dormidos en brazos del otro, ni mi actitud ante él en todo el tiempo que lo tuve frente a mi, ni la magnitud de las sensaciones que me provocaron nuestras feromonas entrelazadas.
No sé bien explicar nada de eso, pero en realidad no necesitaba hacerlo. No me creía capaz de aguantar la explicación real sin excusas intentando empañarla.

No aún.

A la mañana siguiente, me desperté como si me hubiese tragado un arcoiris la noche anterior.

Me sentía en las nubes.

Abrir los ojos y verlo ahí, acostado junto a mi mientras me miraba con alguna extraña mirada que no hizo más que sofocarme de nervios, fue estimulante.

Su voz ronca dándome los buenos días y su brillante sonrisa al yo responderle de vuelta en un hilo de voz, todo él, no hizo más que provocarme crudos estragos en mi vientre.

Y aquella era una sensación, aunque no parecía ser la primera vez que la experimentaba, no era una a la que pudiera acabar de acostumbrarme.

Me desperecé mientras desayunaba y unos 30 minutos después ya estaba de camino a la escuela, luego de haber peleado con un Aran reacio a dejarme irme solo cuando estaba apenas amaneciendo.

Mientras andaba, me tomé el tiempo de pensar en todo lo que había pasado el día anterior.
Era vergonzoso la sola acción de recordarlo, y eso ya se estaba convirtiendo en algo típico cada que me enredada con ese pelinegro. Era vergonzoso, sí, pero... ¿me arrepentía?

De hecho, no.

No había nada por lo cual arrepentirse. Seguía teniendo una vocecilla muy persistente en mi cabeza que me repetía que no debía seguir enredándome con ese hombre para no sentirme abatido por lo que pudiera o no pasar en el futuro, esa voz que no desaparecía nunca, pero era difícil controlar el rumbo de mis acciones cuando él estaba involucrado. Se estaba convirtiendo en algo irritante, si era sincero.

Suspiré.

Negar lo loco que me estaba volviendo ese tipo era ser irracional, pero ¿quién mejor que yo para actuar irracional?

La negación era la clave de mi estabilidad ahora mismo, así que qué remedio, engañarme a mí mismo era la única salida.

La única que aceptaría hoy.

Ese día llegué extremadamente temprano a la escuela, y tuve que esperar casi hora y media hasta que el primero de mis amigos cercanos llegó. Para mi estrés, fue Noah, con la inútil pregunta casi inmediata saliendo de su pequeña boca tras estar a menos de dos pasos de mi:

—Selín, ¿acaso... acaso hueles a pino? —creo que me hubiese impactado menos si me hubiese preguntado mi nombre en mi vida anterior, porque realmente no estaba en el mood de hablar de porqué parecía tener impregnadas las feromonas del tipo cuyo efecto sobre mi estaba decidido a negar.

Maldije medio millón de veces la inusual sensibilidad a los olores del omega y solo hice una mueca en respuesta.

Estaba seguro de que me había deshecho de cualquier rastro de aroma antes de despedirme de Aran, así que ¿cómo diablos lo había notado Noah?

—Buenos días para ti también, Noah —ironicé.

—Muy buenos para ti por lo que huelo —continuó, con su sonrisa ampliándose.

Parejas DestinadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora