35. PUÑALES Y TRAICIONES

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Bianca

Lo primero que veo cuando abro los ojos es una luz brillante tocándome la cara. El médico de la mansión está aquí, Adrian a pie de mi cama aparentando un tono frío pero puedo intuir que hierve en ira. Al otro lado está mi nana, que a las justas pueden verse bien los ojos porque tiene los párpados hinchados. ¿Está llorando?

—¿Cómo se siente, señorita?—dice el hombre de bata blanca.

—¿Qué hora es? Me...quedé dormida.

—Las seis de la mañana ya, señorita.

No entiendo nada, solo siento un sabor amargo en mis labios cuando miro el móvil que yace en mi cama y efectivamente ya es de día.

—¿Cómo? Si solo tomé el té, dormité un rato y era de tarde—miro por la ventana sintiendo que mis músculos están adormecidos, además de un algodón de mi brazo.

—Le tomamos algunas muestras de sangre para analizar si hay veneno en su organismo—explica, el médico—. Tranquila.

—¿Veneno?

—"Hija..."—Mi nana llama la atención con sus manos. Tiene la cara roja, llena de lágrimas, entonces se acerca.

—Nana...

—"Estás bien..."

—Sí

—"Perdóname, hija"—me abraza llorando. Su llanto es tan fuerte que traspasa mi alma.

—Estoy bien, no me pasó nada. No entiendo de qué tonterías hablan.

—Yo te lo explicaré ahora—Adrian afirma y mi nana tambalea con el rostro pálido.

—¡Nana!—grito cuando se desmaya.

Me levanto de golpe a socorrerla pero no responde. El médico le mide las pulsaciones tratando de ayudarla, tomo su cabeza entre mis manos y todo pasa en cámara lenta: angustia, caos, miedo.

Un guardia nos ayuda a llevarla a su habitación para que la traten. Le ponen oxígeno y a las justas medio reacciona sin dejar de tomarme la mano. Lágrimas pican mis ojos con la idea de perderla.

—Cálmese, señorita. Su nana estará bien, solo fue un desmayo por ataque de nervios. No deberían darle emociones fuertes por ahora. El oxígeno ayudará a que se sienta mejor. Le aseguro que mañana estará caminando perfectamente, solo necesita descanso.

—"Hija..."—hace una seña con sus mano.

—Aquí estoy

—No te esfuerces. Estaré aquí hasta que te duermas ¿si? —murmuro—. Descansa.

—"Estoy bien, hija. Solo... quiero pedirte algo. No escuches mucho a Adrián"

Mi cuerpo se paraliza.

—¿Qué dices?

—"Te di un té con hierbas para dormir y dicen que es veneno. Yo..."

Llora.

—Está bien, tranquila—respondo sin prestarle atención, lo que más me importa es que se calme.

—"Ese hombre es malo"

—No llores.

—"Ese hombre solo quiere alejarte de mí. Yo solo..."—baja su mano angustiada mientras parpadea luchando contra el sueño y el cansancio. La miro sonriendo diciéndole que todo está bien, dándole por su lado hasta que cierra sus ojos por efecto del sedante.

Peligrosa Atracción [1] YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora