13. TU BRILLO

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"Soy adicto a tí, a tu corazón puro... y tu jodida mente sucia". D.S



Adrian

San Felipe Circeo. Horas después.

Las tardes frente al mar son actos a los que no suelo concurrir, pero he de aceptar que en algo calma las revoluciones que avasallan mi cabeza. Olas salpican contra el borde rocoso de la Grotta delle Capre en la playa de San Felipe. El lugar está desolado a esta hora cerca del atardecer y el puro que me termino de fumar parece calmar en algo los demonios que últimamente sólo me atacan. Tal vez porque los recuerdos siguen quemando.

—El mar es un exquisito afrodisiaco para la mente, dicen por ahí—escucho una voz tras de mí y la tensión vuelve a mi garganta—. Al fin respondes mis llamados. No has cambiado mucho en estos años.

—No puedo decir lo mismo de tí, Ryan.

La silueta de un hombre de cazadora negra aparca junto a mí mientras da una última pitada a su puro. Él junto a La Gata, mi ex amante, fundaron la organización que me recogió después del incendio donde quedé huérfano.

—Siempre fuiste un maldito rebelde.—dice.

—Déjate de dramas que para eso está La Gata y ve al punto.

Asiente, soltando una vaga risa irónica.

—Quiero la cabeza de la heredera de los Simone en bandeja.

—¿Para que el mérito pase como un hecho de la ORSE, ya que nada pudieron hacer en estos años?

—Fácilmente podría responder que lo tomes como un"Por todos los años que trabajamos juntos y porque te salvamos la vida uniéndote a nuestra organización cuando eras un huérfano", pero esas cosas no funcionan contigo. Te ofrezco un trato para hacerte el camino más fácil.

—¿Y qué gano yo?

—Los deslices siempre existen en caminos empinados. Quienes sabemos que estás ahí para matarla podríamos abrir la boca.

—No te convendría tenerme como enemigo ni quedarte sin el dinero que aporto mensualmente

—Y tampoco ganarte problemas cuando vas avanzando en tu camino. No solo estamos nosotros, sino también carteles independientes que no duermen desde que saben que pisaste Roma. Una gran piedra en el zapato, por cierto.

Mantengo mi mirada fija en el mar con un sinsabor en la garganta.

—No quiero problemas contigo—agrega Ryan—. Solo una alianza pensada e inteligente. Puedes pedirme lo que quieras: tierras, contactos, una salida limpia del país o... mantener a intrusos que podrían joder tus planes fuera del camino.

Suelto una risa irónica «No necesito sus ripios», sin embargo, la idea de mantener a las moscas lejos de mí no es mala idea. Tampoco que piensen que estoy de su lado.

—Todos ganamos si aceptas—prosigue, con visible desesperación—.Para que veas que vengo en son de paz, tengo algo para tí.

Hace hincapié y saca de su bolsillo un arma que reconozco al instante, la misma que encontraron aquella noche en el incendio donde perdí a mi familia.

—Sé que siempre la quisiste y aquí la tienes. Los armeros dicen que es tan letal como funcional cuando la examinaron. Un solo disparo provocaría una lesión inminente. La bala se atesta dentro de la carne del herido, desplegando no solo el plomo sino una especie de toxicidad que es mortal y es tuya ahora, en realidad siempre te ha pertenecido; un arma digna para una venganza de sangre.

Peligrosa Atracción [1] YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora