12. HASTA TU ÚLTIMO ALIENTO

231K 15.2K 20.5K
                                    





"Existen deseos inconfesables, excitables y jodidamente tóxicos: Tú."



Bianca

La mañana resultó más pesada de lo que imaginé y terminé despertando casi a la hora del almuerzo.

Hoy el sol resplandece en la villa. Termino de secarme el cabello con rapidez en lo que llegan las muchachas del servicio. Hoy es el día dorado, las familias despiden a sus hijos jóvenes que van a invadir nuevos territorios del norte contra los Ricardi, por eso trajeron a los críos, y, a pesar de que casi el 80% muere en riñas de mafias, la lavada cerebral que les meten al nacer hace que los llene de orgullo. Como una religión que domina a sus fieles para controlar su manera de ver el mundo.

Da igual, he ignorado este tipo de cosas toda mi vida, pero esta vez voy por algo más importante. Mis manos actúan como en una carrera al terminar de retocar mi maquillaje.

—Señorita Simone—una sirvienta entra—¿Desea desayunar o almorzar?

Mi lío de toda la vida.

—Ya me comí una barra de cereal, no te preocupes.

Hace silencio y por el reflejo del espejo noto que se queda mirándome el escote.

—¿Qué pasa?

—Eh...creo que le picó algo—señala el monte de mis senos «Son los chupetones, maldita sea».

—Oh, sí...me arde un poco—finjo desinterés—. Me rasqué y no se quita el rojo.

—¿Quiere que le ayude a...?

—No, no—la detengo cuando trata de acercarse—. Está horrible. Me pondré una pomada.

Agradezco que la muchacha sea casi una adolescente. Asiente y me baja la cabeza sin quitarse del marco de la puerta, por lo que me causa extrañeza.

—Puedes retirarte.

—La acompañaré este día, signorina. Fueron esas las órdenes de la señora Cyra: no despegarme de usted en ningún momento.

Se sonroja y pongo los ojos en blanco. Tengo que maquillarme con base y polvos las marcas que me dejó Rambo como sea y, aún así, después de caminar un rato por los pasillos, me sigue cual gatito asustado en medio de leones.

La tarde es calurosa en Villa Regina. El sol sale calentando mis mejillas mientras me ajusto el atuendo que elegí para esta tarde; un vestido rosa de tiras con un escote moderado, brevemente ceñido a mi cintura, con unas botas altas y el cabello ligeramente ondulado.

—Se ve muy hermosa—comenta la chiquilla, sin subirme la vista—. Debe tener muchos galanes a la vista.

—Solo uno—bromeo—. Imaginario, por supuesto—completo la frase.

—No sale a las celebraciones muy a menudo. La hemos mirado de lejos pensando que un día tendría el honor de acompañarla.

—¿Tú no eres de las que piensa que un clan debe ser liderado por hombres?

Niega con la cabeza.

—Si el amo Donato la escogió ha de ser por algo. Y a ojos cerrados seguimos rezando porque nuestro señor goce en la otra vida.

Lleva un collar con el águila, además del tatuaje que la marca como parte de la dinastía. Se me tensa la mandíbula de solo pensarlo e imaginar a esta gente que tiene una afición enfermiza con el clan, casi al borde de la locura.

Peligrosa Atracción [1] YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora