55. JUEGOS DE SANGRE

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"Me matas, me debilitas, me aterra saber que lo bonito no son tus ojos sino la forma en la que me miras". D.S





Bianca

Mi boca se seca cuando la veo y solo hago silencio para no morir. Estoy...completamente...ida. Su nombre, pero aún peor su apellido, me carcome hasta la última fibra de mi sistema desbordando la última pizca de razón que me mantiene.

No entiendo nada y a la vez entiendo todo. Lloro con enojo, con angustia y desesperación por no saber qué sentir. ¿Una Ricardi? ¿Mi madre es una Ricardi? El corazón me explota en el pecho a la par que mis lágrimas saben a hiel.

"No se sabe nada de la hermana menor de los Ricardi, dicen que se perdió"

"Tu madre escapó hacia el bosque dejándote abandonada porque no le importaste nunca"

"Lo siento, muchacha, tu madre se fue"

"Tu madre no fue una sirvienta, sino una guerrera de la mafia"

Vienen a mi cabeza los recuerdos como flashbacks hirientes y de pronto mi mente se bloquea ignorando lo demás, priorizando a quien tengo en frente, sintiendo cómo la garganta se me cierra a tal punto de no saber qué decir y es cierto lo que decían, es...preciosa. Distinta. Una guerrera con ojos perdidos.

Sostiene el arma mientras me mira fijamente a la par que las lágrimas me empañan el rostro. Su cabello castaño ondeado se alumbra como el sol ante mi mirada, su piel blanca es como la nieve, sus labios rosados son cálidos y perfectos como los de una hermosa rosa rota.

—Estás...aquí —apenas siseo.

—Sal de ahí—ordena. Su tono arisco me asfixia, pero lo hago por instinto—. Las manos arriba ¡Arriba!—grita y todo mi cuerpo se eriza con pánico.

—No voy a lastimarte, mamá.

—¡No me llames así!

Ella cruje con temor pero sus ojos tensos no dejan de mirarme, no me puede quitar la vista como yo a ella y es que por dios...somos tan parecidas. Sus manos, su piel, el perfil de su rostro, sus ojos claros, hasta esa rebeldía que observo en su mirada, todo es idéntico.

—Está bien—digo, con la voz rota.

Tensa los labios cuando escucha mi llanto y después de unos segundos baja la guardia llorando también. Trato de acercarme de a pocos, cuidando bien mis pasos, mi respirar, como si fuese un animal salvaje.

—Tú...no tuviste la culpa de nada, fuiste solo una víctima—siseo.

—No sabes nada, niña. Husmeaste en lo que no debiste hacer nunca.

—Yo...solo te quería conocer.

Se da cuenta que estoy más cerca y..

—Aléjate...aléjate o no respondo—. Me vuelve a apuntar.

—No te dañaré.

Levanto mis manos y sus dedos tiemblan.

—Todo esto es aberrante—se le caen las lágrimas—. Eres todo lo que él quería que fueras: bonita, igual a mí, portadora de ambos clanes, de ambas sangres. Eres el fruto de un bastardo que forzó a la hija menor de sus enemigos, yo era una niña bonita que apenas despertaba al mundo hasta que tu padre lo arruinó.

No puedo respirar, la angustia me carcome al ver sus cicatrices en el cuello. Algo me pesa en el pecho, sintiendo que mis lágrimas duelen.

—Lo odiaba tanto que solo quise verlo morir—sus ojos enrojecen—. Mató a mis padres, confabuló con otros para poner a Emilio, mi hermano mayor, en el trono y así tener el camino libre para secuestrarme por fin. Me humilló, me forzó, me obligó a hacer tantas porquerías... hasta que descubrí lo que quería de mí: un heredero que le permitiera algún día quitarme el clan.

Peligrosa Atracción [1] YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora