32. ASFIXIA

146K 11.3K 9.6K
                                    


"Soy ese absolutamente nadie de quien amó en silencio" D.S


Bianca

Llevo más de media hora intentando contactarme con Adrian, pero el móvil me lleva al buzón por enésima vez. ¿Dónde demonios está? Habían gritos, se escuchó un disparo en nuestra última comunicación, sin contar que su voz parecía llena de ira. El pecho se me estruja con fuerza después de veinte minutos sin saber nada de él, me está costando respirar por la preocupación, pero debo ser prudente. Me miran. Las cámaras están activas y aunque esté en el jardín, hay seguridad entrando y saliendo.

—Señorita Simone ¿La puedo ayudar?—me detiene un guardaespaldas por detrás.

—Solo... paseaba, déjame sola.

Mis nervios crecen cuando no se va, recuerdo la voz de Adrián «¡Vete ahora mismo de Villa Regina!» y me quedo viéndolo.

—¿Sucede algo? —vuelve a preguntar con una sonrisa.

—No. Ya...me voy.

—La acompaño.

—No, gracias.

—No puede estar sola, déjeme escoltarla hasta su recámara.

—¡He dicho que no!

Soy firme queriendo mirar a través de sus ojos; tiene el traje oficial de los Simone, la insignia, pero, cuando se mueve, puedo notarle un tatuaje distinto, lo cual me hace levantar mi arma y apuntarlo.

—¡Abajo, hijo de puta! ¡Abajo!

—Señorita...qué pasa.

Me exalto y el hombre me sonríe como si no valiera nada

—¿Quién eres?—suelto irritada.

—No entiendo.

—¡Te he hecho una pregunta!

Levanta las manos hacia arriba en señal de sumisión y sonríe.

—Van a matarte, muñeca. Mejor deja que yo mismo te lleve—me saca un cuchillo y otro me apunta por detrás—. Cállate o todos morirán. Camina hacia fuera sin hacer escándalos. Ahora.

Sin pensarlo disparo, pero otro se suma por detrás, por lo que esquivo su peso y enseguida una balacera estalla.

Las manos me tiemblan cuando me defiendo disparando a quema ropa. La sangre del hombre explota asquerosamente en mis manos y el tipo cae muerto. Mueren no solo uno sino más infiltrados que se hacían pasar por seguridad de la casa mientras mi tío busca mis ojos para luego... esconderse.

Maldito cobarde.

Los sirvientes corren detrás hacia la cueva subterránea de Villa Regina siguiendo el protocolo. Trago saliva ansiosa cuando veo a un matón acercarse para levantarlo y juro que no respiro, ni siquiera me muevo al observar su mirada. Por mi mente pasan muchas ideas tontas «me van a atrapar, me van a torturar, me van a matar» avasallando los recuerdos de niña y siento cómo mi respiración angustiada cala hasta mis tímpanos.

—¡Señorita Simone!—Méndez baja mi cabeza tirando balas a falsos francotiradores. El cielo parece estallar en plomo mientras me lleva a buen resguardo y pronto me quedo sin habla.

—¿Está bien?—me examina.

—No—apenas puedo hablar—. Adrian.

—Tranquila.

—Adrian...—repito, nerviosa.

Intento contactarme una vez más hasta que por fin entra la llamada. Contesta una persona a decir que encontró el móvil tirado y lo prendió porque no sabía de quién era.

Peligrosa Atracción [1] YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora