45. RENACER EN MÁSCARAS

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Adrián

"Más de trescientos heridos y diez fallecidos dejó una explosión en el aeropuerto internacional de Roma."

"Bianca Simone está muerta. La hija del recordado empresario Donato Simone, meses antes asesinado, fue secuestrada y torturada por inescrupulosos delincuentes cuando salía rumbo a Sicilia. Se presume que fue un ajuste de cuentas, toda Italia sigue consternada por tal criminalismo", informan los medios.

Las noticias se escuchan en toda Italia, desde el lugar más concurrido hasta el rincón de cada frontera, pueblo, alrededores y simplemente no tengo humor. No lo tengo desde que pisé Villa Regina y ella se entrometió en mis pensamientos como una bruja maldita.

Mis manos están manchadas de sangre, los flashbacks regresan una y otra vez a mi mente acribillando mi razón:

Me preparé apuntándole. Casi podía escuchar mi respiración sudando frío, rechinando los dientes al no poder soportar sus ojos azules observabandome en medio del dolor; la voz incesante de quien fue parte de mis planes todo este tiempo acribillándome, presionándome, aturdiendome hasta que...

Disparé, sin remordimiento alguno. Disparé habiendo planeado todo desde hace un tiempo. Disparé, a quien tenía que matar de pies a cabeza.

Ryan, en vez de ella.

Bastó un segundo para que mi pulso subiera cambiando de dirección el tiro. Tenía guardado los golpes que le dio en mi garganta, los insultos carcomiendo mi mente, sus lágrimas estampadas en ese rostro perfecto, pero supe vengarme. La explosión de la sangre de Ryan fue el sonido perfecto que adornaba mis oídos, sus ojos mirándome mi parte favorita, pero, aún más, cuando cayó al suelo como la simple basura que era, después que ella se desmayara en la silla por el impacto.

Simple, sencillo, el ejercicio perfecto resuelto.

Bianca Simone muerta para el mundo. Adrián Petrov muerto en la explosión del aeropuerto. Y el cuerpo de Ryan una buena historia que la prensa contaría como un ajusto de cuentas, aunque mi cabeza todavía está hecha un lío.

He venido actuando en automático desde que la saqué de Roma rumbo a la frontera con Suiza, tratando de no sobrepensar en los hechos. Es tarde, no hay tiempo de nada. Sembrar un falso cuerpo ahogado en el río con su ADN es prioridad ahora, así que la arrastro por la tierra hasta que sus huellas se impregnan en un viejo camino del norte que tiene fin en el agua.

La tomo en mis brazos entrando al río, dejando que pequeñas hebras de su cabello se desprendan en las piedras. «Joder...está llena de lodo y sangre». La limpio sin tocar demasiado sus heridas, lavo cada parte que puedo mirando a la redonda por si hay chismosos, pero nadie aparece.

—Mm...—se queja, ardiendo en fiebre, todavía sin abrir los ojos.

Ha tenido pequeños delirios en el camino, los suficientes como para saber que necesita atención médica. Para cuando llegamos a la otra parte del río se vuelve más tarde. Camino con ella en brazos por arenas pastosas, el camino es largo, pero no habrá servido de nada el esfuerzo si no salimos de Italia en las próximas horas, ya que las tierras del norte siguen perteneciéndole a los Ricardi.

—Aguanta—siseo, buscando refugio—. Aguanta un poco más, Bianca.

Media hora demoro caminando cuesta arriba y pronto oscurece. Me dedico a buscar abrigo siguiendo mi instinto de supervivencia. Esta zona alta entre montañas es conocida por tener muchos granjeros y no tardo en darme cuenta que a lo lejos hay una cabaña abandonada en medio de pastizales.

Peligrosa Atracción [1] YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora