48. ESPINAS

71.3K 4.2K 1.9K
                                    


Bianca

Mi piel arde con fuerza, estoy cansada de luchar contra todos y contra mí misma que el corazón me late desesperadamente.

Lo toco y es como si chispara, el solo contacto con su piel me eriza de pies a cabeza, sin contar lo que hace esa mirada gris sobre mis ojos cuando parece devorarme.

—¿Tanto te cuesta aceptar lo que pasa entre nosotros?—Mantengo mi voz pausada pero por dentro tengo el estómago revuelto. La ira con la que me mira carcome hasta la última célula de mi sistema.

—No soy el hombre que crees, Bianca.

—No me importa.

—Soy un asesino, villano, estratega y juego siempre por mis intereses. Me gusta lo que soy, disfruto eliminar a quien se me antoja, pero aún más ganar mis partidas.

—Eres lo que quiero conmigo, el único que ha ardido a mi lado aún en su propio infierno.

—Niña...—niega con la cabeza.

—Dimelo a la cara—levanto el mentón—. Dime que me aborreces, que lo que ha sucedido entre nosotros es nada, que me sigues odiando como el primer día.

Respira hondo manteniendo esa actitud fría. Me acerco a él, mis piernas están temblando y puedo sentir que se tensa. Estamos tan cerca que...dios, su aliento me excita, su colonia me embelesa, aún más, sentir que tienes al demonio cerca.

—Grítalo, dimelo claro y lento...demuéstrame que no soy nada en tu vida.

Me empino pasando mis brazos por su cuello para estampar un beso que lo sorprende y son microsegundos que nuestras bocas se alinean antes de explotar el maldito infierno.

Emito un suave gemido cuando me aprieta devorándome con su lengua sucia, larga y caliente. Parece que me follara la boca con deseo y es tanta mi necesidad que la humedad entre mis piernas no se hace esperar mucho.

¡Dios! ¿Cómo pude vivir sin esto tantos días?

Me soba contra su sexo bestial sin importar nada. Me siento atrapada en sus músculos monumentales y lo deseo más que nunca cuando sus manos vagan por mi espalda baja hasta apretar mis nalgas con fuerza.

—Eres un idiota...mi idiota—contengo las ganas en sus labios—. Lo único bueno que tengo, lo único real en medio de esta mentira.

—No sabes lo que haces. Estás loca queriendo alguien como yo en tu vida.

—Quiero estar contigo.

Levanta mi mentón y sus ojos grises me carcomen hasta la médula.

—Bianca...

—¿Enserio dejarás que otro me toque?—tuerzo los labios. Sé dónde picar.

—No me provoques—advierte.

—No me incites—sonrío—. Ahora somos libres para hacer lo que sea. A donde me pidas te seguiré, lo que quieras que haga haré; robar, cazar, matar, follar...

Trueno mis labios sobre los suyos de nuevo y se ve tan...inalcanzable que el corazón se me estruja de solo no saber qué hacer.

—Así que te mueres por mí.

Me mira y parece que una parte de su maldito ego disfrutara el hecho al separar sus labios, pero no importa. Es un cazador natural, su mirada sigue siendo fría, pero he aprendido a reconocer los pequeños atisbos de sus emociones cuando sus ojos me fichan.

—Tal vez en la misma intensidad que tú lo haces por mí.

—Majadera...—gruñe, besándome de nuevo. Esta vez con ira contenida en cada chupada, enojo cuando posa su mirada en mí—.No sé quién eres, no sé qué mierda tienes...me vuelves loco.

Peligrosa Atracción [1] YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora