20. JUGAR CON FUEGO

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"Quiero amanecer encima de tí porque a tu lado ya sería muy lejos"


Bianca

Son solo segundos los que pasan, pero su silencio hace que un nudo se me atore en la garganta.

Bien dicen por ahí que ausencia de palabras dice más que mil acciones, por lo que solo exhalo lento tratando de entender lo que me pasa. Él se queda mirándome con actitud impaciente, como si realmente estuviera mal todo esto y su respuesta es más que obvia: No, por lo que retrocedo fingiendo tener el último atisbo de orgullo que me queda.

Me acomodo el cabello con total soltura, siendo ahora más consciente de mi alrededor. Hay demasiada gente cerca. Estoy...saturada de pensamientos e ideas que no me convienen. Tal vez...¿sensible? Confundida. Irritada. Extraña.

Qué dije. Qué maldita sea dije. Ni yo misma lo comprendo. Fue un impulso, un terrible error.

—Será mejor que no salgas de tu recámara—dice, en un tono frío, ignorando lo que le dije y una punzada en el pecho me carga—. Las cosas todavía están tensas, tú estás tensa y demasiado abrumada, por lo que necesitas descanso. Aléjate de las ratas.

—Es lo que haré.

Lo dice por Lion, pero contesto como una indirecta para mí misma. Doy media vuelta para irme sin decirnos nada más y empiezo a tensarme pensando en que estoy jugando en medio de fantasías que no existen.

En la mafia nadie ama, solo se juegan intereses.

La gente como nosotros no tiene el derecho a querer, solo a dañar.

Son pensamientos que vienen a mi mente como golpes sonoros y el hecho de hacerlos presentes de alguna manera me fastidian.

—"Hija"—mi nana trata de comunicarse con señas, pero la ignoro pasando de largo.

Tengo la increíble necesidad de estar sola ahora. Subo las escaleras, entro en la habitación cerrando con llave con un extraño peso en el pecho que empieza a fastidiarme. El aguacero que explota por la ventana me atormenta e, irónicamente, cuando era niña pensaba que el cielo estaba llorando, porque las veces que me quedaba mirando la lluvia...parecía que era yo sacando lo que me prohibían hacer: llorar por algo que me dolía.

Inhalo hondo queriendo ocupar mi mente en peinar mi cabello, pero es inútil evadir la punzada que empieza a carcomerme.

Me miro en el espejo sin decir una sola palabra y me asusta lo que pasa por mi cabeza. Me asusta el hecho de que empiece a afectarme, que por primera vez un hombre me interese para algo...distinto, y es que con él las cosas se salen del cauce.

Con él me siento segura. Con él vaga por mi cabeza la absurda idea de apoyarme en alguien, tal vez porque es el primero que me ha mirado por dentro. El único al que odio con las mismas fuerzas que me gusta.

«Tú lo sabías, Bianca. Sabías de qué lado jugabas», me digo a mí misma. No puedo cambiarlo porque él es parte de la mierda en la que fui criada. No puedo ponerle una pistola en la cabeza y obligarlo a que me quiera.

Abro los ojos de golpe, ¿Dije... que me quiera?

Mis ojos se sienten pesados y mi garganta se aprieta de nuevo. No, no, no... ¿En qué diablos estoy pensando?

—Es solo sexo—digo en alto mirando al espejo—,una aventura, la libertad de elegir con quién quiero acostarme y de...

Las palabras se me desinflan ¿A quién quiero engañar?

Peligrosa Atracción [1] YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora