5. JUEGOS PELIGROSOS

228K 17K 10.5K
                                    





"Nunca fuimos nada pero siempre hubo algo"


Bianca

Tragar saliva cuesta. Duele, quema, me asfixia por completo.

Me quedo a medio respirar cuando su boca está cerca de la mía, paralizado, al igual que mi mano cuando la junta con la suya apretándola fuertemente, tan fuerte que siento que muero.

—¡¿Qué haces?!

Me rompe la mano. Siento que me la rompe y por más que grito no me suelta.

Marca mis dedos que tocaron su rostro con dolor y poder. Siento que mis ligamentos se estiran como si se estuvieran rompiendo, mis huesos ceden ante su furia asesina cuando presiona tan fuerte que...

—No vuelvas a tocarme, mucho menos en el rostro—abre la palma liberándome y me empuja—¡Sáquenla de mi vista!

El mandato que da lo siento desde lo más profundo de su garganta y enseguida sus hombres arremeten contra mí sin que pueda oponerme. Salen de no sé dónde siendo claro que siempre estuvieron mirándonos; son astutos, rápidos y están tan bien entrenados que es como si hubiesen diseñado este plan desde antes.

—Señorita.—indica un tipo con un dejo extranjero.

El dolor es terriblemente angustiante cuando proceso lo sucedido. Tomo mi mano como puedo mientras trato de recomponer mi orgullo porque tal vez fui muy obvia, pero ahora se siente como si una avalancha hubiese pasado por mí de golpe.

—¡No me toquen!

—Colabore, que no queremos usar la fuerza.

Me veo acorralada y me obligan a entrar a un auto. Adrian se sube en su bugatti desapareciendo en segundos, dejándome aún más confundida por lo que mis piernas actúan en automático, aceptando al ver que no tengo de otra.

No sé cuánto tiempo pasa y a pesar del dolor no dejo de pensar en lo sucedido. La rabia se le notaba en la cara y ni siquiera se dignó a mirarme. Me desencaja el hecho de no saber cuánto sabe y qué hará con esa información ahora. ¡¿En qué carajos estaba pensando?!

El camino de regreso se torna tenso al estar sola en medio de tanto maleante que ni siquiera me dirige la palabra. Algunos fuman y de reojo me doy cuenta que no son cualquier tipo de matones. Toda esta gente apesta a "profesionales".

Por el rabillo de mis ojos noto que sus armas son únicas en el mundo, proyectiles rusos que seguro fueron comprados en subastas millonarias y no dejo de preguntarme quién realmente es Adrian Petrov.

Llevo un par de horas dando vueltas en el auto por toda Roma hasta que por fin se escuchan ciertas órdenes. Hablan en clave, presiono mis piernas con las manos al notar que vamos por sitios oscuros, pero el alma me vuelve al cuerpo cuando el atajo sale cerca de Villa Regina, donde el mismo guardia que custodiaba los pasillos me recibe llevándome hasta mi recámara de regreso.

—Espero tenga una buena noche, signorina—su intento de italiano apesta así como el tono burlesco con el que me habla.

Maldita sea mi puta suerte, no dejo de dar vueltas de un lado al otro. La noche se me hace larga siendo imposible conciliar el sueño cuando van a matarme.

Se lo dirá a mi tío, descubrirán los hoyos donde tenía mi patrimonio ilegal, pero aún peor, la hermandad tendrá excusas para destruirme por querer ir contra mi propia dinastía y sólo... mierda.

David está muerto. Sabe lo del dinero, mi escape, arruinó el pasaporte falso y ahora estoy sobre la cuerda floja dependiendo de un hombre que me odia que yo...también odio.

Peligrosa Atracción [1] YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora