15. LA FIESTA DE LOS VELOS

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"Háblame con los ojos y bésame tóxicamente con tu mirada"

Bianca

Los demonios de mi cabeza me atacan lanzándome preguntas mentales que no puedo responder ahora. Tierra trágame y bórrame de la cabeza lo que veo porque no lo soporto.

Inhalo hondo con esa punzada dando vueltas en mi mente. No me apetece seguir viendo cómo esa zorra le coquetea a Adrian, además de cómo el idiota no hace nada para apartarla, por lo que me giro bloqueando cualquier tipo de emoción estúpida mientras me aparto a seguir mis labores.

Un par de horas después el sol se vuelca en todo su amplio poder para cuando se termina de fabricar los ladrillos. Los armamentos están perfectamente camuflados para que lleguen a su destino sin que la policía los decomise, los soldatis listos para partir con miradas tensas y sólo se esperan a los "líderes" para dar la venia final antes de partir a la masacre.

—Esta es una noche definitiva, les daremos un gran golpe a nuestros oponentes—explica Julian—. La operación consistirá en camuflarse en aquella fiesta donde se reunirán los traidores e introducir una bomba para matarlos. La explosión será la señal para que nuestros soldatis ataquen las fronteras, saquen a los intrusos y les demostremos que quien siga queriendo revelarse lo pagará con sus vidas.

—¿Quién de nosotros meterá la bomba en la fiesta?—pregunta un soldati.

—La señorita Simone.

Exhalo pesado.

—Me reconocerán.

—No muchas familias han tenido el agrado de ver su rostro, puesto que su padre se desvivió por crear dobles durante toda su vida, signorina. Además, es una fiesta de velos.

—¿Cómo?

—Tradición del norte; una fiesta donde las mujeres van cubiertas del rostro con pequeñas rejillas de tela negra para que nadie las reconozca. Antiguamente casaban a las novias de esa manera y solo los hombres podían descubrir su rostro en la noche de bodas o en un noviazgo formal—tuerca la sonrisa, divertido—. Ha sido tradición italiana por muchos años. Habrá tanta gente queriendo conseguir marido por conveniencia, así que nadie se fijará en nada.

—¿Y qué hay de los Ricardi? Podrían estar ahí y reconocerla—agrega Josh, un francotirador—. Están esperando tenerla en sus terrenos para matarla, puede que esta también sea una trampa.

—Lo de hace semanas no fue un enfrentamiento con los Ricardi como tal, sino con la policía ¿Si tuvieron injerencia? Por supuesto, quisieron mandarnos al matadero, pero esta vez es diferente. Esta vez vamos por los traidores en masa.—responde Julian.

—Le juramos al amo Donato proteger a su linaje, la señorita Simone es la última heredera con sangre real—discute el francotirador.

—Son órdenes del señor Leonardo.

—Con claras intenciones, por supuesto—respondo, exhalando fuerte—, pero lo haré.

Julian sonríe.

—Eso nos alegra el día—asiente—. Al llegar a Massa dividiremos el equipo en dos: los soldados que atacarán y usted más un acompañante que simule algún cortejo dentro de la fiesta para que no levante sospechas. Elija a cualquier hombre, señorita.

De reojo veo a Adrian junto a Leonardo Simone y las zorras mirándome. El idiota me clava la mirada como si quisiera meterse en mi cabeza.

—¿Señorita?

Peligrosa Atracción [1] YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora