3. CUIDADO CON LO QUE DESEAS

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"Lo que empieza jugando termina gustando"


Adrian

La cabeza de la mujer de manos bonitas cayó al suelo mientras giraba su vista hacia un niño que yacía escondido en una puerta falsa del armario con lágrimas en los ojos.

Unos brazos le abrieron las piernas esperando palabras que no se entendían, el humo empapó su vista, el sudor empezó a chorrearse por su cara aterrada y en silencio, sin saber si correr o simplemente esperar que se vayan, porque ninguno se dio cuenta de su presencia.

No. Era la palabra que siseaba la mujer y era apenas audible. No. Fue la palabra que retumbaba en sus recuerdos. No. Se guardaba en el fragmento de tiempo mientras observaba cómo la cabeza de las manos bonitas era cortada con un machete mientras se follaban su cadáver riendo, embistiéndola de forma violenta, pasándose el cráneo de en quien más confiaba en el mundo hasta que el olor a gasolina casi lo hizo desmayarse.

Un incendio. El águila y la serpiente, siempre esos dos animales presentes. Tatuajes en el brazo, manos, tobillos. Un anillo de plata y otro de oro. Cadenas, muchas cadenas. Silencio y muerte.

Me acabo hasta la última gota de whisky para volver al saco de boxeo, casi destruyendo a puñetazos la pesada bolsa negra mientras vuelvo al presente, todavía con las imágenes en mi cabeza. Mis cejas se tensan a medida que voy al límite, en cada puñetazo el sudor me empapa la cara, cuyas gotas se deslizan por el cuello mientras mi garganta emite un sonido de hastío.

Mierda.

Me detengo solo cuando el saco cae en medio de las sombras de mi ático en Roma, bajo el reflejo de las luces de un bar que genera destellos a lo lejos. La cabeza me duele cuando pienso, pero las pesadillas han sido recurrentes al pisar esta ciudad y el ejercicio es lo único que me apacigua.

"Dime que saliste vivo. No puedo acceder a tu ubicación."

"Hay problemas ¡¿Por qué no contestas?!"

Me doy una ducha rápida tratando de ignorar el jodido zumbido que empieza a reproducir varios de los quince audios de Erick en mi dispositivo móvil UTG, cuya función permite reproducir una sola vez el mensaje sonoro antes de eliminarlos.

"La organización lo sabe todo. Tuvieron espías en la fiesta. Te vieron. Creen que estás traicionando a la cuadrilla"

"¡¿Entraste al despacho de los Simone?! ¡¿Qué carajos hiciste?!"

Me pongo unos jeans sin ropa interior mientras regreso a sala eligiendo las armas que llevaré conmigo hasta que huelo un perfume particular desplegándose por el aire. Mis ojos se mantienen en un punto fijo al escuchar los tacones, por lo que exhalo sintiendo que me irrita.

—Nunca me avisaste que llegaste a Roma —se altera y esquivo su intento de golpe, conteniendo su muñeca con un cuchillo en mano sin voltearme—. Tan letal como apetecible. Nunca decepcionas...mi niño.

Aparece a la luz cenital con un traje apretado mientras mis ojos vuelven a ella. Se ve un poco más vieja a medida que pasa el tiempo; sin embargo, no deja de ser llamativa. La Gata sabe lo que quiere y va por ello. No importa los años que me lleve, sus 45 se saben pero aún luce con tanta vitalidad y maldad como si fuese una chiquilla.

Alta, delgada, de piel bronceada con un cuerpo trabajado que podría infartar a cualquiera pero hoy, justo hoy, no tengo ni una puta pizca de paciencia con nadie.

—¿Qué pretendes, Tormenta?

Así me llmamaban. Nadie conoce mi nombre real, ese ha sido mi apodo desde que la organización me reclutó después de la muerte de mis padres cuando solo tenía cinco años.

Peligrosa Atracción [1] YA EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora