⏳ONCE⏳

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Diez años es mucho tiempo para cualquiera.

Para Min Yoongi era casi un tercio de su vida, una vida que dejó de ser eso para transformarse en una pesadilla interminable y angustiosa.

Pasaron diez años y aún lo amaba.
Quizá algunas personas que conocían la situación pensaban que no era amor, sino culpa u otro tipo de sentimiento que confundía a Yoongi, pero él estaba seguro de lo que sentía.

La reacción de su cuerpo, su mente y su corazón se lo comprobaba.

—Bésame —las palabras tropezadas del menor hicieron a Yoongi abrir los ojos con sorpresa.

—¿Qué dices? —preguntó. El alcohol estaba haciéndolo alucinar.

—Bésame —repitió el pelinaranja clavando su mirada sobre los orbes negros de Yoongi.

El mayor aún estaba de rodillas frente Jimin que estaba sobre el sofá. Le daba miedo dejarlo solo y que le pasara algo al estar tan tomado, pero más miedo sintió al escuchar las palabras emitidas. Lo deseaba. Deseaba con toda su alma tomar los labios contrarios y gastarse la noche entera sintiendo de nuevo la suavidad de los dulces besos que Jimin da, pero estaba lleno de miedo.

No estaba preparado para alejarse de nuevo de él.

—Jimin, no sabes lo que estás diciendo —se puso de pie y extendió su mano frente al menor—. Vamos, te llevaré a tu habitación para que puedas dormir.

—Sigues siendo un jodido cobarde —se puso de pie aún tambaleándose un poco. Su rostro estaba ligeramente rojo y brillaba por el nivel de alcohol.

Yoongi se sobresaltó cuando lo vio de pie y se acercó un poco para poder reaccionar a tiempo.

—Jimin, por favor…

—Un cobarde como hace diez años —siguió el pelinaranja—. ¿Hasta cuándo dejarás de ser un maldito cobarde, eh? —se acercó lo suficiente y le empujó en repetidas ocasiones —. ¿Cuándo?

—Jimin basta —rogó. Estaba dolido por sus palabras pero lo merecía.

—El tiempo no ha logrado cambiar nada en ti —soltó con rencor—, sigues comportándote como un cobarde.

Yoongi no resistió la cercanía. ¿Quién podría hacerlo?

Tomó sus manos que seguían empujándolo de manera leve para hacer eso que Jimin le pedía. El menor de repente quiso poner resistencia pero poco a poco fue cediendo, entregándose también al deseo de contacto.

El beso era suave y con sabor a vodka. Las manos de Jimin estaban atrapadas entre su cuerpo y el pecho de Yoongi mientras este lo rodeaba con los brazos sin ganas de apartarse. Estaba gozando de tener un beso del menor por su propia voluntad pero la culpa de saberlo ebrio le llegó de golpe. No era correcto.

—Jimin, estas demasiado tomado —dijo alejándose poco a poco de su boca. No deseaba hacerlo pero en alguno debía caber el raciocinio y lastimosamente él era el menos ebrio—. No está bien, Jimin. Esto no está bien.

—No hay manera de que te pida esto estando sobrio, Yoongi —se separó de la boca contraria pero mantuvo sus ojos cerrados. Sentía la mirada de Yoongi sobre él y por alguna razón quiso evitar el contacto visual—. Solo aprovecha la oportunidad y hazlo.

Yoongi lo meditó. En esos diez años que pasaron él salió con muchas personas. Tuvo citas y encuentros con chicos agradables que lastimosamente no lograron acaparar su atención lo suficiente como para rehacer su vida nuevamente lejos del recuerdo del -en aquel entonces- pelinegro. Lo más que duró con alguien en una “relación” fue si acaso seis meses. Meses en los que ni siquiera formalizó la relación porque sabía que no era lo que buscaba, y el recuerdo de Jimin y su misión de encontrarlo no le permitían enfocarse en nada más que su pasado.

—Jimin...

—Solo cállate y hazlo, Yoongi. Solo bésame —Min desvió su mirada de los labios a los ojos del pelinaranja. Un par de lágrimas caían y le hizo entrar en pánico.

—No, Jimin —limpió el líquido de sus mejillas—. No llores por favor, perdóname, no quería hacerte llorar.

—Hazlo.

—Jimin, por favor…

—¿Aún después de tanto tengo que rogar por un beso?

El pelinegro acató la petición y besó sus labios de una forma suave. No quería sobrepasar esa línea imaginaria que él mismo había trazado para evitar echar a perder las cosas de nuevo. Estaba consiente de que era Jimin quien había dado el primer paso al pedir ese contacto tan cercano y por el que el mismo Yoongi se moría por disfrutar, pero nuevamente el echo de que llevaban mucho alcohol en las venas le impedía regodearse en la dicha de saber que el menor aún guardaba alguna pizca de algún recóndito sentimiento más allá del rencor existente en su corazón.
Pronto la respiración de cada uno fue aumentando su ritmo y el beso fue escalando de nivel. Yoongi seguía luchando contra el deseo y el instinto dentro de él pero sabía que quizá no podría mantenerse cuerdo por mucho tiempo. Eso le asustaba.

—Te odio —dijo Jimin en medio del beso. Tomó sus mejillas entre sus manos calientes y aún con los ojos cerrados lo repitió de nuevo—, te odio tanto.

El mayor estaba aturdido por sus palabras. Quiso detenerse pero Jimin afianzó el beso sosteniéndolo más fuerte de su rostro obligándole a no apartarse.

«Yo te amo», pensó Yoongi. «Te amo tanto».
Ese beso logró transportar a ambos a los recuerdos de su pasado. Eran como una cinta antigua que se reproducía de manera lenta, trayendo de nuevo esas emociones y sensaciones de felicidad y plenitud de aquellos años en los que ambos eran jóvenes e ilusos.

—Jimin…

—Cállate —le ordenó. Su cuerpo siguió al de Yoongi que caminaba de espaldas hacia el sofá aún enredados en esa sensación abrumadora que les daba el estar compartiendo esos besos—. No digas nada porque harás que me arrepienta antes de tiempo.

El mayor cayó sobre el sofá con Jimin encima. Sus manos quemaban con el simple tacto que ejercía sobre el delgado cuerpo contrario, ese cuerpo que disfrutó tanto en el pasado, cuando Jimin era enteramente suyo.

Los besos siguieron por poco tiempo, hasta que el alcohol venció la consciencia del menor haciéndolo caer en un profundo sueño sobre el pecho de Yoongi.

El pelinegro soltó unas cuantas lágrimas al recordar que era precisamente esa posición en la que Jimin disfrutaba dormir cuando alguno de los dos iba a la casa del otro y pasaban horas viendo películas y dándose mimos mientras comían palomitas. Era un recuerdo muy vívido que le hacía querer regresar el tiempo para no haber sido tan idiota.

Después de haber abrazado el cuerpo contrario por algunos minutos -sin ganas realmente de separarse de él-, se levantó del sofá con sumo cuidado de no despertarlo. Habría deseado decirle muchas cosas que estaban atoradas en lo más profundo de su corazón pero lo sabía imposible, así que optó por dejarle un último beso en los labios; uno que transmitía todo el amor y arrepentimiento que albergaba su alma en esos momentos.

—Te amo, Jimin —susurró bajito.

Dejó un último beso sobre los labios entre abiertos del menor sin escuchar el leve susurro de Jimin entre sueños.

Yo también




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Después De Ti [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora