⏳ VEINTISIETE ⏳

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Min Yoongi no era del tipo que puede darse por vencido fácilmente. Su padre siempre alegó que era un tipo terco, y precisamente eso es lo que lo tenía donde estaba; siendo dueño de su propio negocio y no un hombre dedicado a la medicina, como el señor Min soñaba. Y verlo con ese semblante sin vida estaba carcomiendo su interior.

—¿Vas a decirme qué es lo que te tiene tan cabizbajo?

Yoongi reaccionó y alzó su rostro para encontrar el de su padre viéndolo fijamente. Era incómodo para él contarle lo fatídico de su encuentro con el amor de su pasado, sobre todo porque ese señor conocía a la perfección los errores cometidos. Ser juzgado de nuevo por el carácter duro de su padre no era algo de lo que tenía antojo.

—Estoy cansado, solo eso.

El pelinegro conocía a la perfección ese semblante de su padre. Gritaba «no te creo una mierda», pero no le tomó importancia. Se sentía tan cansado de todo, parecía que su actuar era activado de modo automático, yendo de aquí para allá simplemente porque era una obligación para subsistir.

—Eres pésimo para mentir —le recalcó el hombre—. Sé que no llevamos la relación más cercana del mundo, pero si te pasa algo, lo que sea, siempre puedes acudir a mi.

La mirada del hombre no abandonó el rostro afligido de su hijo. Yoongi levantó su rostro dejando que el inevitable camino de lágrimas se hiciera presente. Habían pasado varios días ya desde su regreso de Busan, y el paso del tiempo solo hacia que su cabeza se llenara de falsos escenarios sobre lo que pudo ser y no fue. Ni sería.

—Vi a Jimin.

La expresión del hombre de cabello cano se transformó de inmediato, en cuanto el nombre de aquel chiquillo salió de la boca de su hijo con especial esfuerzo. Pudo notar el nudo en la garganta y sintió la punzada de dolor enterrarse en lo más profundo de su ser. Yoongi, su único hijo estaba sufriendo por un dolor del pasado que nunca pudo superar, y aunque sabían que era poco probable que lo volviera a ver, sabían que la posibilidad, por mínima, estaba ahí.

—No puedo creerlo —dijo el hombre. Se levantó y fue hasta su hijo para envolverlo en un abrazo, pero este se levantó antes de que su padre pudiera acercarse lo suficiente.

—Necesito estar solo —dijo colocando ambas manos de por medio entre la cercanía de su padre y la suya—. Dile a mamá que volveré después.

—Espera, hijo —le llamó inútilmente. Suspiró al ver que Yoongi atravesaba la puerta sin voltear hacia atrás—. Esto no puede traer nada bueno.

Yoongi se encontraba en la oficina de su casino revisando algunos pendientes que Lina, quien cubría su ausencia haciéndose cargo del lugar, le había entregado días atrás en cuanto puso un pie dentro del local

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Yoongi se encontraba en la oficina de su casino revisando algunos pendientes que Lina, quien cubría su ausencia haciéndose cargo del lugar, le había entregado días atrás en cuanto puso un pie dentro del local. A su lado derecho tenía un vaso de cristal que contenía whisky fino a punto de acabarse, y del otro lado un bonito bolígrafo con el nombre de su negocio en letras doradas. Dio el último trago a su bebida cuando la puerta recibió dos toques suaves y enseguida la silueta de Hoseok se asomó por ella.

Después De Ti [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora