Después De Ti [Yoonmin]

⏳ CAPITULO TREINTA Y SIETE ⏳

El paso del tiempo a veces resulta cruel. Cuando aprendes a levantarte todos los días cargando una enorme roca llena de resentimiento por el pasado, lo único que tus ojos ven es oscuridad. El miedo a repetir los mismos errores te llevan a encerrarte en un caparazón del que no te permites salir.

Jimin se sentía extraño. Por primera vez en mucho tiempo sentía paz y eso lograba abrumarlo un poco. La sensación era casi desconocida pero reconfortante al mismo tiempo.

No olvidaba las palabras de Yoongi. Todo parecía estar tatuado en sus recuerdos como fuego vivo, quemándole por dentro y haciéndole imposible pensar en otra cosa que no fuera esa maldita frase: no te fui infiel con Sooni.

Si bien ya no tenía sentido, él, muy en el fondo de su abrumado corazón, sabía con certeza que esas palabras significaban para él mucho más de lo que quería o podía admitir. Era la oportunidad perfecta para iniciar de nuevo. Ser libre del rencor se le antojaba demasiado. Era como una necesidad que de repente lo llamaba como el sonido hipnotizante de una flauta.

Pero no todo era tan fácil como su cerebro se lo pintaba. Era mucho tiempo y realmente él no sentía que era fácil plantarse delante de Yoongi y admitir que aún movía fibras sensibles en su interior. Tenía miedo. Jimin estaba aterrado de sentir de nuevo, y peor aún, de aceptar lo que sentía. Pero ya no podía más. Los sentimientos se le desbordaban de manera irremediable, pero también era consiente de que nada era tan simple.

Ese domingo por la mañana se levantó con la firme idea de mantenerse sereno. Había un caos en su cabeza pero nadie debía darse cuenta, y mucho menos Nina, que seguramente no pararía hasta sacarle cada palabra que lo pusiera en evidencia.

Después de asearse se dirigió hasta la recámara en la que Yoongi y Hoseok debían seguir dormidos, pero grande fue su sorpresa -o quizá no tanto en realidad-, cuando se dio cuenta que la habitación estaba vacía.

—Se fue —susurró en medio de una risa incrédula, amarga—. Yoongi se fue…

No sabia si sentirse aliviado u ofendido. Cierto era que no deseaba verlo, pero en el fondo quería tener la oportunidad de hacerle preguntas, esas que debió hacer hace tiempo y que la noche anterior no pudo efectuar.

—Buenos días, señor Park.

El sonido de tacones resonó por el pasillo y al oír la voz de la mujer, Jimin supo que se trataba de ella. Alzó la vista y la vio en un vestido ceñido al cuerpo de color rojo que resaltaba su buena figura, además de sus usuales tacones rojos. Su cabello en ondas bailaba con la brisa mañanera y su radiante sonrisa le hizo pensar que sería un buen día para ella. Pero no para él.

—Señorita Lee, buenos días —le saludó por mera cortesía. Park Jimin no era un patán descortés. Aunque ella fuera una perra envidiosa, entrometida y deseosa de los hombres ajenos—. ¿Se le ofrece algo?

Ella sonrió y con un sutil toque le hizo la invitación a caminar al lado de ella, y Jimin no puso resistencia. Yoongi ya no estaba y tampoco había un motivo para entrar en esa habitación.

—Quiero extenderle una invitación —dijo ella al ingresar a la recepción a su lado. Jimin se posicionó en su lugar detrás del mostrador y tomó sus anteojos redondos—. Los preparativos realmente avanzaron rápido y si todo marcha en orden estaremos haciendo la inauguración de nuestro casino-restaurant este próximo fin de semana.

El rostro de la mujer detonaba su felicidad por concluir con los arreglos de su nuevo negocio, pero Jimin no podía evitar pensar en lo mala que era. Ni siquiera merecía que las cosas le salieran tan bien.

—Eso es genial —dijo él por compromiso—, felicitaciones, señorita Lee. Espero que les vaya muy bien con su casino.

—Gracias —respondió Sooni mientras buscaba en su bolso de marca algo con mucha insistencia. Sacó un elegante sobre dorado con detalles en rojo y se lo extendió—. Ésta es una de las primeras invitaciones que doy. Me gustaría conocer su opinión —dijo con emoción—, y espero que pueda asistir y acompañarnos. Después de todo seremos algo así como colegas.