⏳TRECE⏳

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Seúl.
Casi cinco horas de viaje después.

Yoongi llegó a su departamento después de varias horas al volante. Después de aparcar su auto en el estacionamiento del edificio entró sin vacilaciones a la obscuridad de su hogar.

Era un espacio medianamente grande; la habitación principal, una de invitados, cocina, baño, sala… el espacio necesario aunque no lleno de lujos como lo soñó en algún momento. Cerró la puerta y caminó hasta su recámara. Se sentó en el borde de la cama y desabrochó dos botones de su pulcra camisa blanca.

«Debí quedarme» era la frase que venía repitiéndose desde que dejó la playa. Era una lucha interna entre lo correcto y lo que su corazón le dictaba. Por un lado quería quedarse cerca del pelinaranja y luchar por hacerle entender la realidad de los hechos de hace diez años atrás, pero por el otro, sabía que no tenía ningún derecho de perturbar la tranquilidad que Jimin gozaba en esos momentos, o al menos, hasta que lo vio detrás de esa puerta todo mojado por la lluvia.

No tenía ánimos de nada pero sabía que su mejor amigo estaba preocupado por la situación que atravesaba y peor aún, por lo que pronto se venía. Se tomó unos minutos para escribirle a Hoseok un vacío mensaje en el que le decía que ya estaba en la ciudad, que si necesitaba algo estaba al pendiente del teléfono, aunque eso último era una sucia mentira que ambos conocían bien.

No pasó mucho tiempo para que el timbre de su hogar anunciara una visita. Le conocía tan bien que ya estaba esperando a que estuviera detrás de su puerta. Quizá traía algo para comer, alegando que conocía bien a Yoongi como para saber que no había comido absolutamente nada en todo el día.

Y tenía razón.

Sentía un nudo en la garganta desde que salió de Villa Esmeralda, una incomodidad en su pecho y estómago que no le permitían pasar bocado alguno. Deseaba salir corriendo e ir hasta Jimin con alguna estúpida excusa solo para verlo, para tenerlo frente a él y admirar la madurez que poseía después de tantos años. Maldecía más que nunca esos 390 kilómetros de distancia que no hacían más que torturarle, restregarle en la cara que a pesar de conocer por fin su ubicación, de nada servía si el rencor todavía existía en él.

—Hoseok —habló al abrir la puerta—. Te estaba esperando, pasa.

El mencionado entró con una bolsa en la mano. Tal como el mismo Yoongi lo pensó, su mejor amigo sabía que posiblemente no tenía nada en el estómago.

—Traje el almuerzo porque sé que no has comido nada —colocó la bolsa en la mesa de centro y se sentó sobre el sofá. Yoongi se sentó a su lado y Hoseok pudo observarlo de cerca—. Dios, Yoongi te ves terrible, ¿que pasó en estos días?

El brazo del pelinegro estaba sobre el reposabrazos sosteniendo su cabeza mientras veía algún punto lejano, perdido en sus pensamientos y analizando por dónde debía empezar para poner al corriente al castaño sobre el desastre que era su vida justo en esos momentos.

—¿Cómo está tu esposa? —quería retrasar lo más posible esa plática. No estaba listo para soltarse a llorar como adolescente otra vez.

—Lily esta muy bien —lo observó con detenimiento. Conocía muy bien esa señal de auxilio. No debía presionarlo—. ¿Te parece si comemos? No he comido nada desde ayer. En la mañana se me hizo tarde y no pude comer nada, solo tengo un café amargo en el estómago.

—Si mi papá te oyera decir que solo traes un café en el estómago, y encima amargo, te daría su sermón de media hora solo para finalizar con que pronto sufrirás de una úlcera estomacal —los dos rieron al recordar las palabras del señor Min.

—¿Cómo está tu padre?

—En su casa —respondió llevándose un bocado de ramen a la boca—. Existiendo y dándome reproches porque decidí poner una cadena de casinos y no ser un aburrido cardiólogo.

Yoongi nunca tuvo una vida fácil. Se enfrentó a su padre para dejarle claro que no quería estudiar nada relacionado a la medicina como el soñaba, y aunque al principio eso fue motivo de distanciamiento entre ambos, poco a poco y con la ayuda de su madre, el hombre aceptó que su hijo debía dedicarse a lo que le apasionaba y no a lo que él mandara. Esa etapa fue dura pero en ese entonces tenía el amor de Jimin, y con él a su lado sentía que era capaz de sortear cualquier dificultad y salir vencedor.

Pero no era una dulce historia esa de como logró poner su primer casino. Decidió estudiar turismo y negocios internacionales. En un principio pensó en irse al extranjero a ejercer su profesión, pero el recuerdo de su ex pareja le hacía sentirse unido al suelo como si sus zapatos llevaran concreto, imposibilitándole el tomar la decisión de abordar un avión y salir del país. Siempre creyó que sabría de su paradero y podría arreglar las cosas con él para poder estar juntos de nuevo sin problema.

Siempre fue un iluso y soñador.

Su padre le reprochaba eso en cualquier oportunidad. Siempre le dijo que estaba dedicando demasiado tiempo y esfuerzo a algo que posiblemente no saldría como lo esperaba. Le decía «esos lugares de perdición solo te van a llevar a la quiebra», y Yoongi tomaba esas palabras como motivación para demostrarle que era capaz de sacar a flote un negocio propio. El no quería ser un empleado, deseaba ser el dueño, dar las órdenes y ser fuente de empleos para las personas a su alrededor. Quería darle a las personas lugares de recreación en los cuales pudieran salir de la rutina y divertirse un poco.

Cuando su familia le cuestionó sobre la decisión de un casino él solo respondió que era el primer paso. No descartaba la posibilidad de ampliar sus horizontes en un futuro.

Unos años después estaba por hacerlo.

—Tu padre quería para ti lo que él pensaba que era lo mejor —dijo el castaño—, no puedes juzgarlo por eso.

—Lo sé, Hobi —aceptó el mayor—, es solo que a veces pienso que no he logrado hacer que se sienta orgulloso de mí.

—Tu padre te ha dicho lo orgulloso que se siente, Yoongi —dejó su comida en la pequeña mesa para seguir hablando—. Yo lo he escuchado decirlo…

—Lo sé, es solo que a veces pienso que lo dice solo por no hacer que me sienta mal por no ser el hijo estrella que deseaba. El hijo médico que salva vidas.

Sin duda, el haber encontrado a Jimin no estaba haciéndole bien al mayor, pensaba Hoseok. Era como si todas sus inseguridades hubieran regresado junto con la presencia de aquel bonito chico. Estaba preocupado.

—Oye, amigo —Yoongi levantó la vista encontrando a Hoseok mirarlo también. Le puso una mano en el hombro y dejó un ligero apretón—, no dejes que esos pensamientos se metan en tu cabeza. Estás haciendo un gran trabajo y estás cumpliendo tus metas. Estamos juntos en esto, ¿recuerdas? Si tú caes, yo caigo junto contigo, y si te levantas, lo hacemos juntos.

Hoseok levantó la mano delante de Yoongi, como invitándolo a jugar vencidas. Este la tomó y sellaron un apretón amistoso en el que volcaban todo el afecto que el uno por el otro sentía.

Al fin y al cabo además de ser mejores amigos estaban juntos en el negocio.

Al fin y al cabo además de ser mejores amigos estaban juntos en el negocio

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Tamo'e vuelta

Después De Ti [Yoonmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora