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Después de aquel incidente con su período, se acostaron en la cama a disfrutar un momento de intimidad mirando películas en Netflix y comiendo buena comida chatarra.

Quedaban exactamente dos días para su viaje a Busan y ambos estaban nerviosos.

El plan era partir el viernes después de clases y volver el lunes en la madrugada. Iban a estar en un hotel costero de cinco estrellas. Taehyung quería lo mejor para ambos.

Jungkook en un principio se había negado a viajar, ya que era muchísimo dinero invertido. Pero Taehyung le convenció con palabras y con una... mamada. Jungkook no pudo negarse ante ello, y es que Taehyung había tomado mucha experiencia y le encantaba.

No podían separarse, siempre estaban juntos. Siempre estaban riendo juntos, sonriendo, mirándose, abrazándose, acariciándose, haciendo el amor. Siempre estaban dedicándose dulces palabras de amor y promesas.

Eso en parte les molestaba. Prometer palabras era mucho, evitaban prometerse un futuro juntos porque les hacía doler sus corazones. Es imposible saber qué pasará mañana. Se amaban el día que estaban viviendo. No mañana, ni pasado, ni el próximo año. Se amaban el día que vivían. No se apresuraban, vivían cada día como si fuese el último. Siempre hablándose con sinceridad, amor y diciéndose cuanto se amaban con todo. Y lo felices que eran construyendo una relación sana y llena de confianza.

Eran la envidia del instituto entero, todos los veían con recelo. Parecían la pareja perfecta aunque ellos mismos recalcaban que no lo eran. Jungkook, a pesar de estar con Tae, seguía recibiendo confesiones de amor e invitaciones indecentes. Y Jungkook solo para molestar, dejaba esas cartas en la mochila de su príncipe. Taehyung furioso se dirigía a las chicas y les pedía un mínimo de respeto, que también se respetaran a sí mismas y que buscaran su dignidad en la basura.

Le encantaba verlo furioso con sus cejas juntas, su nariz arrugadita y sus ojos achinados, su boquita en un dulce puchero y sus mejillas hinchadas. Era una imagen que le daba oxígeno para poder vivir. Mimarlo después de que estuviera enojado era como estar en el cielo. Taehyung era el cielo.

Parecía como un gatito amargado con carita de molesto recibiendo mimitos sumisamente.

Habían veces en las que ni siquiera se hablaban pero disfrutaban de la cálida compañía. Sentarse en un silencio agradable en el parque era demasiado especial para ellos. Era casi una tradición. Siempre que finalizaban las clases, iban a descansar un rato al parque y luego se iban a sus casas respectivamente.

Incluso sin hablarse sabían cómo se sentían y qué querían.

Taehyung en una ocasión no había vociferado ni una sola palabra, mas Jungkook sabía lo que quería con solo mirarlo a los ojos. "Vamos al parque de atracciones, entonces bebé". Era increíble.

Si bien no compartían salón de clases, fuera de estos, siempre estaban juntos. No había un solo segundo en el que no estuviesen juntos. Incluso para ir al baño. Ambos habían hablado de ello y se sentían cómodos en todo momento.

Cada día se sentía como el primero. Jamás olvidaría la noche en la que Jungkook se emborrachó y llegó hasta su casa, tocando guitarra, llorando y gritando que le amaba mucho. Recordaba muy bien que había recibido un reto de su padre. Jungkook casi se meó en sus pantalones de la vergüenza y de los nervios.

Pero cosas como esa era que se enamoraba cada vez más.

Jungkook podía jurar que cada día conocía algo nuevo de su príncipe. Era una persona demasiado importante en su vida; lo acompañó durante todo el proceso de quimioterapia de su padre. Días en los que ni siquiera dormía por lo preocupado que estaba y lo mucho que lloraba al ver a su padre débil, luchando por su propia vida, por su mujer y por Jungkook.

Menstruation [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora