60: final alternativo.

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si te gustó el final feliz, no leas este final... es triste.

podrá nublarse el sol eternamente; podrá secarse en un instante el mar; podrá romperse el eje de la tierra, como un débil cristal. ¡todo sucederá! podrá la muerte cubrirme con su fúnebre crespón; pero jamás en mí podrá apagarse la llama de tu amor.

Tomó con suavidad aquella pieza valiosa y la deslizó lentamente hacia la izquierda. Acarició la primera plana blanca sin poder creérselo. Por la física del libro; aquella hoja se levantaba ligeramente así que deslizarla hacia la izquierda, también, fue fácil. Acarició la segunda hoja con una profunda molestia en su corazón. ¿Qué estaba sintiendo? Años antes no se hubiese sentido así.

Levantó su mirada y observó la hermosa ciudad iluminada de Nueva York. La ruidosa ciudad ya no era ruidosa; se escuchaba todo en segundo plano e irreal. Las ambulancias que pasaban a gran velocidad por las autopistas se escuchaban como falsas promesas de vida, se escuchaban como un susurro que te hacía aferrarte a la esperanza de vivir.

No podía salvarse de ese frío sentir.

Miró una vez más aquellas hojas apiladas perfectamente y negó.

Se levantó de aquella mesa y se acercó al balcón. El frío invierno azotaba su anatomía semidesnuda pero no sentía frío. Hacía tiempo que había dejado de sentir siquiera frío o calor. Años que habían pasado jodidamente lento, como un castigo. Antes odiaba que el tiempo pasase rápido pero ahora lo único que quería era llegar hasta el final de sus días. Pero quizás merecía vivir en ese infierno, merecía vivir en ese profundo dolor. La vuelta de la vida le había llegado, y de golpe.

Siempre tuvo miedo de que el tiempo pasase rápido, miraba todo con profunda pena en su corazón, y de solo pensarlo sus ojos se llenaban de lágrimas... Siempre odió esa sensación; de sentir que todo se le escapa de las manos y que nada era real. Desde que maduró en su adolescencia hasta los últimos días de su vida. Estaba seguro de ello.

Volvió a mirar la ciudad iluminada. Siempre fue su sueño vivir en esa ciudad y poder experimentar su sueño americano. Claro que siempre fue su sueño, mas no sentía esa palpitante emoción. El pesado recuerdo se mantenía latente en su pecho y en su memoria. Cargaría con la culpa por siempre.

—¿Listo para ir al lugar de tus sueños, mi vida?

—¡Más que listo! Y aún más listo si estás a mi lado, rollito de mi corazón.

Recordó las dulces palabras que le dedicó a su chico en su momento. Se sentían como falsas palabras y recuerdos alterados.

No recuerda aquellos momentos felices con gran emoción, solo eran recuerdos. Simples recuerdos que ni emoción le causaban. Su corazón estaba dañado. Era muy tarde. Los años pasaban lentamente y aún tenía su mente en ello, nunca podría zafarse del duro pasado y de la culpa que le carcome día tras día. Su chico le diría que se perdonase a sí mismo y que continuara con su vida pero no podía hacerle caso a suposiciones que su mente hacía en modo de consuelo para intentar sanar.

Su mayor temor concluyó a la par de su vida. No pudo enfrentarse a su mayor miedo y tampoco podría hacerlo. Los años pasaron y se le escapó de las manos, no tenía nada qué hacer. Nada —ya— que pudiese hacer por voluntad propia.

La empresa que alguna vez creó junto a su chico ahí estaba... siendo manejada por manos ajenas. Una dolorosa imagen que no dejaba de molestarle. Solía llevar a su chico al trabajo emocionado, amaba verle confeccionar prendas únicas y trabajar junto a su equipo. Recuerda que después del primer día, nada fue como antes. Muchos renunciaron, otros se quedaron como consuelo y otros se negaron a creer lo sucedido. Dejó su empresa a manos de sus amigos inversionistas pero sabía que no iba a ser lo mismo.

Menstruation [KookTae]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora