Capítulo 4: Desvelando las Sospechas

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Soy muy complicada después de todo. Puede que sea algo melancólica y que piense demasiado cuando estoy en soledad, pero no significa que sea reacia a sentir amor.

Recuerdo cuando deseaba fervientemente un cambio en mi vida con tal de detener esa aburrida sensación de hastío cada vez que me levantaba. Ese cambio había llegado y no era el que yo esperaba. ¿Quién diría que mi vida se volvería un poco más interesante por una adolescente? Me resulta extraño tan sólo pensarlo.

Obviamente lo más extraño no era eso, sino que esa muchacha me recordaba cómo había entrado en mis anteriores enamoramientos. No es que sienta algo por ella, pero reconozco que debo dejar de idealizar a alguien que me muestra la más mínima atención o que me da un halago.

Todo era tan confuso..., darle tantas vueltas a esto me daba la sensación de que perdería la cordura.

Pensaba todo eso al borde de la cama en un lunes y en la mañana.

Tras dejar de lado esos pensamientos, me preparé y salí hacía el trabajo como cualquier otro día.

Sin embargo, he de admitir que de mis pensamientos no se iba el cumplido recibido por parte de mi estudiante. Lo bueno de todo esto es que no me afectaba con la misma intensidad que antes.

Omitiendo cosas aburridas que hice tras pisar la escuela, llegó el recreo y me quedé hablando con Alexa nuevamente.

La mayoría del tiempo sólo era ella quien hablaba (como si fuera un monólogo), mientras me limitaba a escucharla. Dentro de mi cabeza entrelazaba diversos pensares y reflexiones..., llegando a conclusiones que nunca antes había tenido.

¿Por qué me trata con especial aprecio a mí? ¿Por qué no le interesa estar con sus compañeros? Su habilidad para encajar conmigo (siendo una persona menor que yo) era evidente..., la podía admirar por lo sensata que resultaba para tener 15 años, pero eso no me llegaba a tranquilizar.

Estaba empezando a pensar algo que me helaba hasta la última célula de mi cuerpo; pensaba que yo le gustaba a mi alumna.

Intenté negarlo varias veces, buscando argumentos en mi mente, pero con el tiempo me percaté de lo absurdo que sería pensar lo que me convenga.

Decidí aprovechar uno de nuestros silencios.

- Alexa, ¿estás enamorada de mí?

Bajó los ojos, mirando cómo jugueteaba con sus propios dedos.

- ¿Y sería algo malo si lo estuviera?

No soy estúpida. Con tan sólo decir eso, mi respuesta había sido contestada.

- Me lo... suponía —susurré avergonzada—, pero... sabes que está mal. Tú y yo...

- Profe, no me dé el sermón de que los adultos y los adolescentes no deben estar juntos.... Lo sé, pero me da igual

- Bueno..., no sé qué decirte ahora

Levantó su mirada, observándome con una seriedad inusual.

- ¿Seguiremos hablando como antes?

- Podría hacer el esfuerzo...

- No se preocupe. Si usted no sabe qué decir, hablaré de más..., soy experta en eso

Me sonrojé un poco. Después se me pasó por la mente que debía dejarle las cosas claras.... No quería sonar cruel con ella, pero tampoco quería tener que decírselo.... Era algo contradictorio, puesto que aún recordaba el halago que me había dado, pero una parte de mí me hacía recordar mis antiguas relaciones.

- Alexa, no puedo complacerte en tus anhelos románticos, pero... podemos ser amigas si quieres

- ¿En serio?

Mi Alumna y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora