Capítulo 26: La Importancia de la Comunicación

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El celular lo tenía pegado a la oreja, escuchando atentamente cada una de sus palabras.

La escuchaba hablar y hablar mientras yo, sentada en mi cama, me ponía mis zapatos como última acción antes de ir al trabajo.

- Entonces... ¿no quieres que la denuncie por lo que te hizo?

- La verdad no.... Le dimos un buen susto. Eso es lo que importa. Además, ella podría tener miedo a que su reputación quede afectada, y eso podría disuadirla de cometer otra estupidez conmigo

- Si tú lo dices...

- A qué estabas buscando una razón para que despidieran a Emelda. ¿No?

- Algo así sería bueno, pero... no soy una mujer despiadada

Había tomado mi cartera. Después me levanté de la cama y salí de mi habitación.

- Estoy a punto de irme a trabajar. ¿Algo más que quieras decirme?

- No. ¿Y qué hay de ti?

- Bueno, que no se te note mucho la alegría de lo que ocurrió el sábado. Sabes que te conozco...

La escuché soltar una suave y breve risa. Risa que decía más que cualquier monólogo.

- Trataré de disimular mi contentura —dijo ella—, pero nada me impide recordar lo que hicimos en mi cuarto ese día...

- Eres adolescente. Es normal que ese tema te llame la atención

- Obvio, bebé. ¿Por qué no debería importarme?

- Por favor..., intenta no ser tan obvia cuando me veas en la escuela

- ¿Por qué?

- Ya sabes..., pueden sospechar...

- Tú tranquila. Tampoco es que le diré a todo el mundo que perdí mi virginidad contigo

- Bueno, mejor guárdalo para ti misma.... Lo agradecería bastante

Luego de decirle tales palabras, nos despedimos y finalmente pude dirigirme hacia el instituto.

Unas horas después, mientras impartía mi clase me quedé esperando a que mis alumnos terminaran de copiar algunas páginas de sus libros.

Yo estaba de pie, observando la ventana..., rememorando algunos recuerdos y algunos sentimientos que me servían como distracción de mi realidad.

Pero tampoco pude evitar recordar la broma de Ginger, la cual se le había atribuido a Alexa.

No había visto a Ginger hoy y me preocupaba cómo se sentiría mi alumna al tener que asistir a clases en la misma aula que su compañera.

De cierto modo, mi presentimiento inicial cuando conocí a esa chica fue alarmante, una sensación que me inducía a creer que alguien así sería problemática para mi alumna.... Y mis sospechas se habían reducido levemente, pero, después de lo ocurrido aquel viernes, regresaron de manera súbita.

Igualmente, pronto llegará el receso y podré ver si sucedió algo relevante en el otro salón de clases.

Después de un tiempo, la campana sonó, motivando a mis estudiantes a abandonar temporalmente el aula.

Al vaciarse entera, saqué mi celular y le envié un mensaje a Alexa.

- ¿Qué haces? —le pregunté

Contrario a mis expectativas, no obtuve respuesta alguna en aquel entonces.

Suspiré y me levanté con la intención de comprar algo de comer.

Mi Alumna y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora