Capítulo 27: Césped y Viento

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Al llegar el sábado, Alexa me invitó a un picnic en un pueblo cercano a nuestra ciudad.

Me preparé para la ocasión vistiéndome con un vestido de tirantes (de color azul) que rara vez usaba y unas zapatillas blancas que ansiaba estrenar ya.

Respecto a Alexa, por otro lado, ella había llegado a mi casa usando una vestimenta sencilla compuesta por unos shorts, una camiseta verde que desvelaba buena parte de su ombligo y una camisa con cuadritos. También, cabe destacar, llegó en compañía de su nueva bicicleta.

- ¿Qué esperas, profe? —se inclinó sobre el manubrio, mirándome coquetamente— ¿A que el viento vuele tu vestido?

- Ya voy, ya voy.... ¿Qué tienes en la canasta de tu bici?

- ¿En serio, Eliza?

- ¿Qué pasó?

- ¿No podías preguntarme algo más?

- ¿Cómo qué?

- No lo sé. Cualquier otra cosa

Había cerrado la puerta de mi casa en el preciso momento en que escuché esas palabras. Pensé en jugarle una bromita a Alexa.

- ¿Cualquier cosa? Bien, ¿cuál es la raíz cuadrada de ochenta y siete elevada al cuadrado?

Ella se quedó (cómicamente) callada.

- Ni tú te la sabes —respondió mi alumna—. Por eso me preguntas a mí

- ¿Evades la respuesta? Vaya, eso dice mucho de ti

Me monté en la parte trasera de la bici, posicionando mis manos en la cintura de la chica que sujetaba el manubrio del vehículo.

- Entonces —Alexa volteó a verme. Una sonrisita se formó en su rostro—, ¿está preparada, Señorita?

- Sí, lo estoy

- Esperaba una respuesta más épica... como mi pregunta

Reí un poco.

- Ok, ok.... Tengo una: ¡rápido o haré que te pongan más tarea!

Alexa empezó a pedalear, dirigiéndonos al pueblo vecino en el que tendría lugar el picnic.

Tiempo después, el paisaje de la ciudad fue desapareciendo hasta que comenzaron a verse montones de árboles, los cuales servían como una decoración más que idónea para nuestra relajación.

El viento se sentía con fervor y las ráfagas solares en nuestra piel transmitían cierta sensación nostálgica a nuestro recorrido.

- ¿Te digo algo? —rompí el silencio, deseosa de conversar— Me sorprende que hayas decidido comprar una bici ahora

- ¿Por qué te sorprende? No la compré antes porque apenas salía de mi casa.... Ya sabes, no salía mucho antes de conocerte...

- Sí, puedo imaginarlo...

- Pero como nuestra ciudad es, posiblemente, la más tranquila de Inglaterra, hay un montón de calles muertas, y también está el hecho de que vamos en una carretera donde sólo hemos visto dos autos. Algo así, me motivó a hacer esta inversión

- Ya veo.... ¿Y yo no tuve influencia alguna en tu decisión?

- Pues..., depende de cómo lo veas. Te estoy llevando en el asiento trasero de la bici que compré antes del picnic que yo planeé para nosotras.... ¿Eso responde tu pregunta?

Es innegable.... En argumentación ella es más que buena.

- Al menos, me alegro de que hayas encontrado un lugar económicamente asequible para nosotras.... Incluso me siento fatal por no haberte llevado a algún sitio que se me haya ocurrido

Mi Alumna y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora