Capítulo 17: La Casa en Hawes

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Esta mañana me levanté, organicé lo que yo considerara apropiado y lo guardé en mi mochila. Acto seguido, me dirigí hacia la casa de Alexa.

Cuando toqué la puerta, Alexa ya estaba preparada tanto en las prendas que vestía como en la mochila que cargaba también.

Luego de cierto tiempo en que no ocurrió nada digno de mención, pudimos abordar el bus que nos llevaría a Hawes.

El trayecto duró un tiempo, pero Alexa se las arregló para entretenerme continuamente con charlas varias que tocaban temas tales como ocurrencias graciosas, chismes, recomendaciones de películas y música pop.

Después de un tiempo, llegamos al pueblo, tomamos nuestras mochilas y nos dirigimos hacia la casa que serviría como nuestro alojamiento.

Me sorprendió cómo Alexa tenía tanta soltura incluso en calles desconocidas para ella. Fue ella, básicamente, quien me sirvió de guía en todo el camino.

Tras unos minutos caminando por una extensa carretera, llegamos al lugar.

Se veía tal y como en la foto. Una casa de tamaño considerable, pintada de blanco y rodeada de árboles delgados, aunque notablemente destacables en sus ramas.... Todavía me faltaba ver el río de los alrededores, pero supuse que tendría que encontrar el ángulo adecuado para verlo.

Previo a entrar, Alexa me instruyó (a mí, una profesora) para hacerme pasar por su tía, con tal de no levantar sospechas.

Cuando entramos a la casa, llené el registro y algunas trivialidades más. Lo que vale la pena decir es que, como Alexa me había dicho antes de llegar, los dueños salieron de la casa, dejándola con nosotras.... Sólo nosotras dos, como únicas huéspedes temporales.

Desde que nos quedamos solas, pasamos algún tiempo descubriendo los interiores del lugar y soltando algún que otro comentario del momento.

Subimos a nuestra habitación, la cual estaba equipada con dos camas (obviamente separadas) y algunos elementos apropiados para una estancia prolongada.

- Mira eso —decía Alexa—, tal y como me imaginé que te gustaría; ahí tienes tu propia camita para que disfrutes tu espacio personal, nena

- Así es...

- Ya quiero que llegue el día en que podamos compartir la misma cama

Mis ojos se abrieron discretamente, mientras mis mejillas se ruborizaban..., todo por escuchar tales palabras.

- Aun así —continuaba ella—, tenemos muchas razones para no estar acostadas todo el día; esta casa tiene muchas más habitaciones que nuestros hogares. Sin contar el tremendo paisaje de afuera

- Suena interesante, Alexa...

Dejé mi mochila en algún rincón y me senté en mi cama, descansando momentáneamente del viaje.

- ¿Ya estás cansadita? —me preguntaba ella al verme

- Sí..., hacía mucho que no viajaba

- Lo bueno es que no tendrás que preocuparte por salir otra vez, al menos no por ahora.... Tenemos toda la casa para nosotras, como si fuésemos una pareja de recién casadas, pero sin ser viejas y gruñonas

Se tiró en mi cama sin previo aviso.

- ¿Te digo algo? —me dirigí a Alexa— Creo que acertaste cuando elegiste este pueblo. Aparte de ti, nadie me conoce por aquí. No tengo que trabajar, tú no tienes que estudiar y... tus padres no saben que te acompaño

- Ahora ya puedes decir que soy tu alumna favorita —bromeaba mientras me sonreía—. También no me molestaría si me recomendaras como guía de viajes

Mi Alumna y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora