Capítulo 9: Las Emociones Opacaron a la Razón

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Puso su mano en mi cintura mientras agarraba mi mano con la otra. Luego comenzó a llevarme con pasos sutiles hacía adelante y hacía atrás y así repetidamente.

Ella me llevaba alrededor de la cocina, dando vueltas con tremendo frenesí. Mi cabello solía moverse con la misma emoción con la que Alexa me dirigía en aquellos bellos movimientos que efectuábamos con la misma finalidad en común: el disfrute mutuo.

La increíble vorágine de sensaciones bombardeaba mi ser. El tiempo parecía haber cambiado su curso sólo por nosotras y el momento que vivíamos conforme me sentía cada vez más cómoda conmigo misma.

Me sentía más segura siendo guiada por ella, siendo sujetada por sus manos. Aquel sentimiento de seguridad se mantuvo firme hasta que culminó en unos minutos.

Y cuando llegó el último minuto la música evidenciaba su inminente cese. Alexa dio la última vuelta conmigo y, con gran maestría, me dejó descender hasta finalizar el baile.

Mientras estaba ahí, suspendida, pero sujetada por mi alumna, aprecié lo hermoso del momento presente. La miré y ella a mí; ambas sabíamos lo que la otra sentía sin la necesidad de decirlo.

Tras el baile (y unas cuantas cosas triviales que no mencionaré) nos sentamos en el sofá con tal de comer algo.

Alexa, quién estaba sentada con una pose extravagante, no dejaba de mirarme sin animarse a probar bocado alguno de su comida.

- ¿Algo que me quieras decir? -le pregunté

- Nada. Aquí pensando

Tragué otro bocado de mi comida.

- ¿En qué piensas?

- Pienso en que hay cosas muy bonitas que la sociedad no aceptaría

- Pero no por ello dejan de ser bonitas. ¿Verdad?

- Cierto, pero son tantas cosas.... ¿Cómo te digo? Digamos que te estás muriendo de hambre y ves el pastel más delicioso del mundo frente a tus ojos, pero robar es algo incorrecto.... Aun así, te mueres por comer algo y te deja de importar lo que piensen los otros con tal de satisfacer esa prioridad tuya. ¿Lo entiendes?

- Los pasteles son bonitos..., pero morirse de hambre no.... Sí, te entiendo, pero deberías saber si hay otra forma de conseguir lo que quieres

- ¿Y si no puedo esperar?

- Creo que... en esa situación todo se vale. Aunque no significa que los demás te dejen conseguir lo que quieres tan fácilmente

- Ya veo.... Todos tienen hambre de algo, pero pocos consiguen saciar su apetito

Y después de decir eso mi alumna se animó a comer. Yo, por otro lado, no dejaba de verla un tanto curiosa.

- ¿Y tú de qué tienes hambre, Alexa?

Ella se me quedó viendo directamente a los ojos sin dar respuesta alguna. A lo mejor estaba pensando en qué respondería.

Sin embargo, un pequeño ruido nos alertó a ambas. Alexa miró hacia abajo rápidamente viendo que había dejado caer su plato por accidente.

Al ver eso se agachó (todavía con el sentimiento de asombro) con tal de ver el desastre que había en el suelo.

- ¿Fue mucha? -le pregunté a ella, agachándome también con tal de ayudarla

- No. Tranquila, yo soy la más dispuesta a encargarme de esto. Ya sabes cómo soy con el orden.... No ensucies tu vestido, yo veré cómo limpio esto

Y ella se marchó en ese entonces.

Horas después, cuando ya había llegado la noche, nos despedimos con tal de tener un poco de tiempo para cambiarnos de ropa.

Caminé hacia mi casa, teniendo diversos pensamientos como era la costumbre

Me sentía conforme con el nuevo vestido que Alexa me había regalado, pero por mi cabeza no dejaban de pasar, además, las palabras que mi alumna me había dicho sobre "saciar el apetito". Con ello también pensaba (como era inevitable) en lo que ella quería conseguir.

Alexa me había tratado de forma considerable y encantadora en estos días. No me sentía aislada ni menospreciada con ella. Me resultaba un alivio respecto a mi obvia timidez y mi incapacidad de socializar adecuadamente.

¿Podría ser que lo que ella quiere es pasar más tiempo conmigo para que no me sienta abrumada por mi timidez? No sería loco pensarlo.

Llegada a mi casa me vestí con algo más cómodo y me senté en la cama para conversar un poco con Alexa por celular.

Tiempo después me dormí.

Con el pasar de los días no había ocurrido nada que me llamara la atención. Lo único destacable era el hecho de que Emelda solía saludarme cuando me veía, pero sin afán de mencionar el tema del festival o de ponerse a conversar conmigo.

Aun así, desde que llegaba el recreo hablaba con Alexa y desde que terminaban las clases seguíamos hablando, pero por medio de nuestros celulares.

Me tomó mucho tiempo querer volver a su casa nuevamente (debido a que hablábamos más por celular que en la vida real después de clase).

En esos días solía tirarme en la cama y mirar al techo. Entre mis pensamientos se encontraba mi alumna y cada vez que me acordaba de ella su recuerdo no se iba de mi mente.

Un sábado recibí un mensaje de Alexa. Tomé mi celular y lo vi.

- Eliza, quiero que me visites mañana

Sólo eran esas palabras, nada más. Me alegré un poco por lo que acababa de leer.

Mi Alumna y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora