Otra vez había llegado mi cumpleaños y, como era lógico, estaba ansiosa por pasarlo junto a Alexa.
Cuando la medianoche hizo acto de presencia fui felicitada por mi alumna.
Su felicitación volvía a causarme conmoción y una alegría sincera al mismo tiempo. Había quedado anonadada con cada palabra que ella me había dedicado en su extenso mensaje de felicitación en el cual admitía, sin ninguna clase de vergüenza, que yo significaba todo para ella.
En mi corazón se avivó una pequeña llama de afecto y ternura; mis mejillas se sonrojaron debido a la atención y el cariño que recibía por parte de Alexa.... No pude evitar sentirme como la mujer más afortunada del mundo.
Tras intercambiar algunos mensajes después de aquella felicitación, llegó nuestra hora de despedirnos para ir a dormir.
Cuando apagué mi celular me quedé acostada, mirando al techo.
Tenía desde hace tiempo una sonrisa en mi rostro, mientras dejaba volar mis pensamientos sobre diferentes temas que afectaban mi vida.
Casi sin notarlo, empecé a recordar las palabras que Alexa me había dicho en Escocia respecto a las geometrías no euclidianas y su consecuente interpretación de la realidad.
Pese a que tal explicación suya sonaba muy compleja, me había motivado bastante a la hora de sentirme cómoda respecto a la realidad en la que yo vivía con ella.
Y esa realidad resultaba enormemente más agradable que las posibles objeciones y quejas de personas ajenas a nosotras.... Podría sonar como un disparate pensar en el juicio ajeno, pero... en una mujer como yo (tímida e introvertida) significaba un consuelo más que necesario a la hora de calmar su inseguridad.
De repente, pensé en los besos, las caricias, las palabras lindas, el afecto y la compañía que Alexa me había dado desinteresadamente en mi vida y tan sólo pensar en tales cosas me hacía cuestionar si acaso importaba lo que pensaran otras personas sobre la supuesta inmoralidad de nuestra relación. ¿Qué importaba? Me sentía bien con esa adolescente y tal cosa es lo que considero como lo único importante.
Tras haber pensado tanto, el sueño no tardó en llegarme, por lo que comencé a cerrar los ojos para dormir.
Al amanecer, me había levantado de la cama.
Empecé a deambular por mi casa sin siquiera arreglarme; no me había peinado, ni cepillado los dientes y mucho menos cambiado de ropa.
Mientras me dedicaba a beber algún jugo de la nevera, escuché que alguien tocaba la puerta.
Al abrirla me encontré con Alexa, la cual tenía una caja en sus manos y un bolso descansando en su hombro.
Debo admitir (para mi vergüenza) que yo estaba consciente de mi estado actual y que, además, estaba siendo vista por Alexa, la cual parecía no prestarle mucha atención a mi descuidada apariencia.
- Qué lindo es ver a la mujer más hermosa del mundo delante de mis ojos –sonrió sinceramente
Comencé a tartamudear al no saber qué decirle, pero de lo que si tenía certeza es que no me esperaba tal halago y mucho menos en la condición en la que me encontraba.
- Pasa –le dije
Entró a mi casa y no tardó en dirigirse hacia el sofá.
Colocó la caja ahí y me miró a los ojos.
- Tengo que ir al baño –me dijo-. No abras la caja hasta que vuelva. ¿Ok?
- Si
- No dejes que la curiosidad te mate; no eres una gata
ESTÁS LEYENDO
Mi Alumna y yo
RomanceEliza es una profesora de secundaria, la cual no se enorgullece respecto a la vida que está llevando. Su rutina diaria le ha resultado aburrida y cansina, pero una estudiante suya llamada Alexa será la responsable de cambiarle la vida. Novela regist...